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Ángel Rodríguez Torres (barítono)
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(Foto: Berta Baz)

Ángel Rodríguez Torres (barítono)

El protagonista de la entrevista es, en esta ocasión, Ángel Rodríguez Torres, barítono, componente del Coro Nacional de España, una de esas voces en las que el buen aficionado se puede fijar y al que tuvimos la suerte de escuchar en el Auditorio Nacional de Música con la ocasión del estreno de “Pulcinella”, junto a la Compañía Nacional de Danza y la Orquesta Nacional de España

Ángel Rodríguez Torres nace en Salamanca, lugar donde inicia sus estudios de canto y su formación musical en el Conservatorio Superior de Música de esta ciudad. Compagina dicha formación con su otra pasión: el mundo de las humanidades, obteniendo la Licenciatura en Filología Hispánica en esta Universidad. Posteriormente se trasladará a Madrid donde ejercerá durante seis años como profesor de filosofía, latín, lengua castellana y literatura. Entretanto, no abandona su pasión por el canto y completa sus estudios en esta disciplina en el Conservatorio Profesional de Música “Teresa Berganza”, complementando su aprendizaje con maestros como Dolores Marco, el barítono Pedro Farrés o la mezzosoprano Ana María Iriarte, entre otros. En enero de 2000 obtiene plaza por oposición como integrante de la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE), con sede en el Auditorio Nacional de Música de Madrid.

Mi primera maestra (la soprano Dolores Travesedo) me dijo que yo era un barítono lírico porque no sólo tenía agudos timbrados sino también gravedad en la emisión

¿Cómo te das cuenta de que eres barítono? ¿Qué es ser barítono y cómo se llega a ese nivel?

Empecé a cantar “por amor al arte” en torno a los 17 años en diferentes agrupaciones estudiantiles y académicas (coros, grupos folk, boleros, teatro musical, tuna universitaria, etc), sin más motivación que el puro deleite por hacer música con amigos; realmente, es lo que por aquel entonces me podía ofrecer mi ciudad en el mundo de la música. Entonces, mi voz era más bien aguda y atenorada; pero fue realmente mi ingreso en el Conservatorio Superior en la especialidad de canto, cuando mi primera maestra (la soprano Dolores Travesedo) me dijo que yo era un barítono lírico porque no sólo tenía agudos timbrados sino también gravedad en la emisión. A partir de aquí me centré en un repertorio acorde a lo que me habían dicho que se adaptaba mi color vocal y desde ese momento no he parado de trabajar la voz en este registro; yo diría que es una tarea inacabada, porque la voz es sin lugar a dudas el instrumento musical más perfecto, pero también el más complicado de entender y dominar. Cada persona, cada intérprete es un mundo; la teoría y la técnica existen, es aparentemente fácil, pero cada cantante al final debe comprenderse a sí mismo y encontrar su propia identidad vocal para poder salir a un escenario sin problemas y poder afrontar una obra o una pieza holgadamente, sin sufrir o quedarse mudo. En el mejor de los casos, un cantante profesional debe hacer frente a un plan de estudios nunca inferior a ocho años.

¿Cuántas categorías de cantantes existen?

Como decía antes, la voz humana es el instrumento musical más perfecto que existe pero también el más complicado. Esto se debe extrapolar también al hecho de que cada voz es diferente, al igual que ocurre con las huellas dactilares... no hay dos iguales. Si nos centramos en el mundo del canto lírico (es decir, los artistas que interpretamos el repertorio vocal de la ópera, zarzuela, oratorio, lied, canción de concierto e incluso comedia musical) haríamos, grosso modo, estos grandes bloques: en las voces femeninas tendríamos a la SOPRANO o voz más aguda, a la MEZZOSOPRANO o voz intermedia y a la CONTRALTO o voz grave. En las voces masculinas tendríamos al TENOR o voz más aguda, al BARÍTONO o voz intermedia y al BAJO o voz grave.

De estos grandes bloques generales saldrían otras subcategorías o ramificaciones, que especificarían aún más el timbre vocal de cada cantante; así nos encontraríamos con soprano ligera, de coloratura, spinto, dramática…. tenor mozartiano, rossiniano, lírico, lírico spinto, contratenor…. mezzosoprano ligera, lírica, dramática.... bajo profundo, bajo cantante, bajo buffo, bajo lírico, etc etc etc. La lista es amplísima. En un coro las voces se establecen atendiendo a los “bloques generales” de los que he hablado anteriormente.

¿Cómo se entrena un barítono?

Pues lo mismo que cualquier otro artista... con mucha disciplina y sin dejarlo “para el día siguiente”. Realmente, un cantante profesional no lo es de forma discontinua; tu voz siempre te acompaña, es tu herramienta de trabajo, tu motivo de vida con la cual expresas tus sentimientos, tu arte...se diría que es tu esencia y tu propia alma. Es muy importante trabajar la voz a diario, encontrando siempre la colocación precisa y estar siempre preparados para cualquier intervención artística que pueda aparecer. Hay obras muy exigentes en su interpretación, tanto vocal como musicalmente y solo se pueden afrontar con una preparación y un estudio constante; como digo, nunca dejarlo todo para el final, ésta es la norma. Por eso, este “reposo no deseado” que estamos sufriendo los artistas como consecuencia del coronavirus es absolutamente perjudicial para el desarrollo de nuestra carrera.

La voz humana es el instrumento musical más perfecto que existe pero también el más complicado

Has cantado como solista y en coro. ¿Qué diferencias existen para un cantante y cómo resultan ambas experiencias?

En el ámbito profesional, ambas son experiencias muy gratificantes porque conllevan un trabajo previo muy exigente con un resultado satisfactorio, tanto para uno mismo como para el colectivo y para el público que ocupa la sala; pero efectivamente hay unas diferencias. En el trabajo coral funcionamos como un “solista colectivo” y la labor debe ser solidaria con tus compañeros, entre otras cosas porque no hay que destacar por encima de los demás y sí saber escuchar y empastar con el resto. He de decir que para voces líricas y bien timbradas esto no es tarea fácil. El solista, en cambio, hace una labor más individual y debe proyectar su voz mucho más, pero también supeditado a un director, a una orquesta y en muchas ocasiones a un coro con el que también debe empastar. Quizá habría que destacar la responsabilidad, ya que de él o de ella dependen muchos factores; además, el solista lleva la pesada carga de la crítica, no sólo la periodística especializada sino también la del público y también el juicio de tus propios compañeros. La exigencia y la presión para el solista son máximas, hay que tener equilibrio, serenidad y también nervios de acero. Lo que sí tengo muy claro es que, al final, siempre triunfa aquel artista que conecta con el público, el que no disfraza su personalidad, el que transmite y canta para las personas, no para sí mismo. El público es muy sabio y distingue rápidamente a un cantante con carisma.

¿Cuál es tu experiencia como cantante de ópera?

He de decir que mis incursiones en el mundo de la ópera han sido más bien escasas, puesto que los cantantes de un coro sinfónico estamos más centrados en obras “tipo oratorio” que operístico. De hecho, la especialidad y la preparación vocal es diferente para cada una de ellas. Sí he participado como cantante de coro en algunas producciones importantes del Teatro Real; también guardo muy buenos recuerdos de mis papeles protagonistas en obras como ‘El barbero de Sevilla’ de Rossini; ‘Don Giovanni’, ‘Las bodas de Fígaro’ o ‘La flauta Mágica de Mozart’, ‘El elixir de amor’ de Donizetti, etc.

En cambio, sí se ha prestado el color de mi voz para papeles en la zarzuela; de hecho, el barítono suele ser el papel predominante en este género musical español. En algunos de mis recitales nunca faltan piezas como la “Canción del Sembrador” de ‘La rosa del azafrán’, el “Canto a Murcia” de ‘La Parranda’; “Luché la fe por el triunfo” de ‘Luisa Fernanda’; “El Guitarrico”, “Adiós dijiste” de Maravilla, etc . Debemos estar muy orgullosos de nuestra zarzuela porque es inherente a la cultura española; ¡para nada es el “género chico”! y, a veces, está a un nivel musical mucho más elevado que muchas de las óperas europeas. Como decía aquel: “nadie defiende lo que no ama y nadie ama lo que no conoce”.

Según tu opinión ¿Qué es la ópera, música culta o música popular?

Dejando a un lado otras músicas más actuales, modernas, electrónicas, jazz, etc… (nunca menos importantes por supuesto), en los actuales planes de estudio, tanto en conservatorios como en las escuelas de canto, todo se engloba y se le da la misma importancia. Al final estamos hablando de Cultura con mayúsculas. Muchos eruditos han centrado sus vidas en el estudio y recopilación de las piezas populares que tradicionalmente se fueron interpretando de generación en generación y, para mí, esto no es menos importante que la propia historia de la ópera o la música culta. De hecho, la ópera, la zarzuela e incluso el oratorio han bebido de sus fuentes e incorporado motivos musicales a las mismas. Para el ciudadano de a pie, hoy es más accesible la inmersión en el mundo de la ópera o de la música culta que se puede ofrecer en los diversos auditorios; me refiero a que ya no es nada elitista como lo fue décadas atrás. Evidentemente, para escuchar una ópera o acudir como público a un auditorio para escuchar una sinfonía necesitamos una preparación y una disposición previa que, lógicamente, no es tan necesaria ante la música popular.

Ha prestado el color de mi voz para papeles en la zarzuela; de hecho, el barítono suele ser el papel predominante en este género musical español

El Auditorio Nacional de Música de Madrid lleva ya unas cuantas temporadas ofreciendo bastantes alternativas en su programación para que todo el mundo pueda asistir sin mayor problema a nuestra “casa de la música”; hablo de bandas sonoras, música de video games, conciertos pedagógicos, obras que incluyen a otros elementos artísticos como ballets o teatro, talleres infantiles creativos como “Pintasonic”, ciclos familiares, etc etc.

Tu mejor recuerdo profesional

Es difícil tomar parte por un recuerdo porque, en los más de veinte años que llevo dedicándome profesionalmente al canto, ha habido muchos momentos gratificantes. Hubo una época en la que fui uno de los solistas del programa “El Conciertazo” de RTVE, bajo las directrices de Fernando Argenta; disfruté un montón y me quedo con el éxito que tuvo la adaptación al castellano que hicimos de la cantata cómica “El maestro de escuela” de Telemann.

Dentro de mi labor en el Auditorio Nacional me voy a quedar con lo primero y con lo último que he hecho: por un lado, el “Requiem” de Maurice Duruflé, que fue mi debut como barítono solista junto al Coro Nacional de España allá por el año 2002 y, por otro, mis papeles solistas, tanto en el ballet “Pulcinella” de Stravinsky, como en la ópera “Tristán e Isolda “ de Wagner, en ambos programas junto a la Orquesta Nacional de España y la Compañía Nacional de Danza, en la presente temporada 2019/20 .

¿El mejor escenario para cantar?

Me quedo con “mi Auditorio” ... el Nacional de Música de Madrid. La acústica es inmejorable en cualquiera de sus dos salas (Sinfónica y de Cámara). He tenido muy malas experiencias en salas mal insonorizadas, con excesiva reverberación o cargadas de múltiples elementos textiles en suelos, paredes y techos; lo único que provocan es la absorción del sonido, generando una opaca sensación acústica e incluso provocando alergias en los artistas.

¿Cuál es tu meta como barítono?

Tengo 54 años y, a día de hoy, no tengo exactamente “una meta” porque quizá ya me encuentre dentro de ella. Sigo estudiando música y trabajando mi voz a diario, pero creo que he alcanzado una madurez artística y me conformo con poder afrontar dignamente los distintos proyectos que me vayan surgiendo, compaginándolos con mi actividad como cantante del Coro Nacional de España, que es mi verdadera profesión y también me sigue cautivando el mundo coral. Sólo desearía llegar con una buena salud vocal a la edad de jubilación.

En 2000 consigue plaza en el Coro Nacional…

Eres componente del Coro Nacional ¿Cómo llegaste allí?

Pues.... ¡de casualidad! En el año 94 vine a Madrid para trabajar como profesor de Latín, Lengua y Literatura; por las tardes iba al conservatorio a estudiar canto, pero sin demasiadas aspiraciones, solo por puro placer. Las letras eran mi profesión y el canto mi afición, sin plantearme nada más. Cinco años más tarde, a finales de 1999 me hablaron de unas plazas que convocaban en el Coro Nacional de España.... me presenté a las audiciones y “sonó la flauta”. Fue dura la decisión de abandonar la enseñanza porque realmente era aquello a lo que había dedicado toda mi vida y mi formación académica. El canto no dejaba de ser “una aventura” y, además, abandonaba un trabajo fijo por unos cuantos meses de contrato. Pero las cosas fueron bien, me fueron renovando y acabé consiguiendo la plaza; eso sí, enfrentándome a una dura oposición del Estado, porque hoy en día, para ser músico en el Auditorio Nacional, también hay que estudiar leyes. Excelentes profesionales no han conseguido o han perdido la plaza al no superar la fase de legislación, que es previa y eliminatoria. Ahí lo dejo.

¿Cómo está el nivel de la ópera y los cantantes en España?

Tema delicado y hay opiniones para todos los gustos. Centrándome en nuestro país, creo que hemos vivido una época gloriosa del canto con “embajadores líricos” de la talla de Teresa Berganza, Manuel Ausensi, Alfredo Kraus, Juan Pons, Victoria de los Ángeles, José Carreras, Montserrat Caballé, Plácido Domingo y un largo etcétera de voces que elevaban nuestro panorama operístico -con cierto glamour- a las más altas esferas internacionales. Hoy en día (y espero que nadie se me eche encima) tenemos excelentes cantantes, quizá los más preparados de la historia, pero la lista de “galácticos” se ha reducido considerablemente. Quizá sean “malos tiempos para la lírica”, como decía la canción, o quizá sean ciclos que van y vienen. … no sé, siempre lo mejor está por venir. Me voy a quedar con esto.

Me gusta todo aquello que tenga que ver con el deporte al aire libre, concretamente el montañismo y sus variantes

La formación musical en España es buena, aunque la mayoría de los alumnos acaban estudiando en el extranjero. El problema es que muchos se quedan allí porque nuestro país quizá no les ofrezca el “equivalente profesional” a todos los años que han dedicado a formarse. Si me centro en mi colectivo, el nivel es de excelencia y la gente viene muy preparada; Miguel Ángel García Cañamero, actual director del CNE, ha sabido emplear inteligentemente el magnífico material artístico con el que cuenta y ha hecho que sea considerado por gran parte de la crítica como uno de los mejores coros sinfónicos del mundo.

¿Hay cantera y afición?

Por supuesto. Hay que pensar que solamente en una ciudad como Madrid convivimos varios coros profesionales: Coro del Teatro Real, Coro del Teatro de la Zarzuela, Coro de RTVE, Coro de la Comunidad de Madrid o Coro Nacional de España, además de multitud de agrupaciones que colaboran constantemente con diversas producciones del Auditorio Nacional de Música. La afición es enorme y diría que cada vez va a más. Y, tal como están las cosas, la mayoría de los alumnos de la Escuela Superior de Canto ya tienen muy claro que su deseo es acceder a un colectivo gubernamental donde puedan continuar trabajando sus voces, aparte de ejercer como solistas en la medida de que esto se lo permita.

¿Qué te gustaría interpretar?

Después de tanto tiempo dedicado al canto lírico y al mundo coral, la verdad que me encantaría dar un poco de rienda suelta a mi lado teatral y trabajar mi voz en el campo de los musicales tipo “Los Miserables”, “El Hombre de la Mancha”, “El fantasma de la ópera”, etc. Creo que mi voz se adaptaría bastante bien a este estilo y disfrutaría mucho metiéndome en la piel de alguno de sus protagonistas.

Tus referencias

Como humanista que me considero, siempre “vuelvo a los clásicos” en todos los ámbitos y sobre todo a quienes cuentan con una experiencia profesional dilatada; al final, el tiempo vivido es la mayor de las enseñanzas. Como he dicho, contamos con una excelente cantera de cantantes, pero mis referencias vocales y artísticas van más hacia barítonos como Manuel Ausensi, Marcos Redondo, Juan Pons o Pedro Terol.

Tus hobbies además del canto

Me gusta todo aquello que tenga que ver con el deporte al aire libre, concretamente el montañismo y sus variantes (esquí de travesía, alpinismo, mountain bike, etc). Es algo que desde pequeño he combinado con el mundo de la música y de las letras; al final todo se fusiona y complementa. Esta actividad me da un plus de equilibrio y repercute positivamente en mi profesión.

Otra de mis grandes pasiones es la moto. Mi abuelo y mi padre pasaron parte de su vida a lomos de una motocicleta y quizá yo haya heredado algo de ese espíritu. Ser motero es un sentimiento y no es sinónimo de velocidad o competitividad, sino de libertad, de compañerismo, de solidaridad, de unión y también de respeto. También es música ¡cómo no! Me pasa lo mismo que con la montaña, al final nos juntamos amigos moteros-músicos y nos entendemos a la perfección. También he hecho algunos viajes que te dejan marcado, como por ejemplo rutas de varios días por el Marruecos más profundo. ...Esos atardeceres desde tu moto en el desierto quedan para siempre en la retina.

"Hoy es el mañana por el que te preocupabas ayer"

El colectivo de artistas ha sufrido y está sufriendo lo indecible por esta crisis

Esta es una de las citas favoritas de Ángel y parece premonitoria en la actual situación de crisis, y aunque es un tema del que no nos gusta hablar, está ahí, por eso llegamos a ese punto…

¿Qué ha supuesto para ti esta crisis sanitaria?

Un golpe muy duro como para todo el mundo. Tengo el recuerdo de la primera semana de marzo subido a un escenario como solista junto a la Orquesta Nacional y la Compañía Nacional de Danza; fueron unos días intensos, llenos de ilusión y con un resultado maravilloso... pero ajeno a lo que se nos venía encima. Días después vino el confinamiento y todos los desagradables acontecimientos que se han venido sucediendo a raíz de la declaración de esta pandemia. El colectivo de artistas ha sufrido y está sufriendo lo indecible por este motivo. Yo tengo un sueldo del estado que me llega a fin de mes, pero hay artistas que ya están pasando hambre y esto no se puede consentir.

¿La cultura va a salir dañada de este parón?

La música, el arte, ... son bienes de primera necesidad y es necesaria una ley que declare a la cultura como un bien esencial y de primera necesidad para proteger a cuantos viven de ella.

A la industria cultural se le han impuesto unas restricciones a mi parecer excesivas y que no se corresponden con lo que vemos por las calles, transportes públicos, restaurantes, lugares de ocio, etc. Como dice el barítono Carlos Álvarez, “no tiene sentido que yo venga a cantar a España en un avión lleno de pasajeros y lo haga en un teatro vacío de público”.

¿Qué se puede hacer para reactivar la música y los conciertos?

Tan sencillo como “consumir cultura”, ¡nuestra cultura!; la tenemos ahí ante nosotros y debemos estar orgullosos de ella. Cuando digo consumir cultura me refiero no solo a acudir a un concierto (en el Auditorio Nacional puedes asistir a un magnífico concierto por poco más de seis euros) o acudir a un museo, sino también acercarnos a una librería de barrio y comprarles un libro, entre otras muchas cosas. Solo a través de estas pequeñas iniciativas, aunque parezcan insignificantes, conseguiremos entre todos rescatar este bien común. Y además pienso que no deberíamos vivir con miedo, ni perder el tiempo preocupándonos por lo que vendrá, porque dejaremos de ser productivos…

Futuros proyectos... si se pueden contar

Claro que se pueden contar y ojalá se materialicen porque el coronavirus no garantiza nada a nadie.

Aparte de mi labor en el Coro Nacional, antes de que finalice este fatídico 2020, en noviembre cantaré ‘la Petite Messe Solennelle’ de Rossini (que de “petite” no tiene nada!!!) y estoy pendiente de fecha para cantar ‘la Messa di Gloria’ de Puccini. También he sido requerido por el Ayuntamiento de Salamanca para cantar en la Plaza Mayor el 25 de noviembre en conmemoración del Día Internacional contra la Violencia de Género.

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