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Jordi Milán (director de La Cubana): Mientras exista el ser humano el teatro estará ahí
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Jordi Milán (director de La Cubana): Mientras exista el ser humano el teatro estará ahí

La compañía teatral La Cubana acaba de cumplir 40 años y parece tan joven como el primer día…

Jordi Milán ha desarrollado toda su carrera en La Cubana desde su fundación.

Nació en Sitges en 1951 y fundó la compañía junto a Vicky Plana en 1980. Es el director y autor desde entonces.

Nunca entramos dentro de los cánones oficiales de lo que ellos tienen diseñado para repartir subvenciones

La compañía se profesionalizó en 1983-84 cuando presentaron ‘Cubana’s Delikatessen’.

40 años de La Cubana ¿cómo se pueden resumir?

Se resume en que son 40 años que han pasado volando, que hemos hecho lo que nos ha dado la gana, que en este caso es teatro, ósea la satisfacción más grande es esa, haber hecho lo que nos ha dado la gana en 40 años, que es teatro y ya está. Todo empezó como un juego, todos éramos amateur, una compañía de teatro de aficionados, de pueblo, de Sitges, y queríamos hacer una o dos veces al año una función de teatro. Estábamos en Sitges, y allí había un festival, nos conocieron y la cosa arrancó y cuando lo hizo era sin la pretensión de que íbamos a ser una compañía profesional, porque si lo llegamos a pensar en ese momento nos cagamos en los pantalones, aquello era una diversión de un verano, pero empezamos a recorrer toda España y así ha continuado. Han pasado volando, con mucha satisfacción y con mucho cariño y suerte por parte del público que realmente son los que nos han “subvencionado” porque existimos gracias al público, porque nosotros de subvenciones nada de nada, es decir a nivel oficial nada de nada.

¿Eso por qué?

Porque no entramos en las normas… el Ministerio nos ha ayudado en algún momento un poquito por cuestión de gira y la Generalitat alguna vez pero insignificante… cuando éramos una promesa porque éramos una promesa, y cuando somos una realidad porque somos una realidad. Y nunca entramos dentro de los cánones de lo que ellos tienen diseñado para repartir subvenciones, pero eso nos ha dado siempre igual, nos ha ido bien y lo que hemos ganado lo hemos invertido otra vez en otro espectáculo. Vamos a ver, es una compañía un poco rara, no es una compañía al uso, no nos planteamos el mañana, siempre es hoy, entonces terminamos una cosa y empezamos otra y dure lo que dure, pero nunca prevemos, que a nivel empresarial esto es horroroso, es decir no empezamos a hacer churros antes de tener el aceite, hemos funcionado así y nos ha ido bien y duraremos hasta que funcione…

Eso iba a decir ¿Otros 40 años?

Se ríe…

Yo seguro que no lo aguanto, pero bueno… Me explico, del inicio solo quedo yo, y luego hay dos actores que son del 89, otros que van entrando y saliendo, pero la gente en La Cubana no está un año, está lo menos diez o doce, y ha pasado mucha gente, y muchos que después en su vida profesional individual, cuando han decidido marcharse de La Cubana han funcionado, hay gente muy conocida, Corbacho, Santi Milán, Yolanda Ramos, Juan Ramón Bonet, el Chiquilicuatre, la Neus Sans…

¿Qué condiciones se ponen para entrar en La Cubana?

Ninguna, es una forma de trabajar especial, pero condiciones ninguna, que les guste el teatro, que sean cotillas, es decir que sean muy observadores, porque todo lo que hacemos se basa en la observación de todo lo que nos rodea, de lo que hay aquí, en el metro, en los autobuses, en la familia… lo que nos hizo gracia en los años 80 fue jugar con ese teatro de la vida, ese teatro que hacemos todos y que pasa inadvertido como teatro y que después lo ves sobre un escenario y te dices ¡Mira que gracioso!...

Con ‘Adiós Arturo’ empezamos en Valencia, hemos estado en más de 30 ciudades, lo han visto más de 300.000 personas

La gente se identifica…

O no, identifican al vecino o al cuñado, pero no se identifican a sí mismo, ellos son otra historia, a la gente no le gusta verse sobre un escenario…

¿Cuántos espectáculos lleva La Cubana?

Exactamente no lo sé, porque además de los espectáculos que a lo mejor duran tres años de explotación como ‘Adiós Arturo’ o ‘Campanadas de boda’, hemos hecho cantidad de cosas que nos han ido muy bien para nuestro pan y son la creación de espectáculos para publicidad, para empresas, bodas, bautizos, comuniones, pregones… hemos hecho cosas muy fuertes…

Los espectáculos de teatro, por así decirlo, son: ‘Cubana’s Delikatessen’, ‘La Tempestad’, ‘Cubanadas a la carta’, ‘Cómeme el Coco, negro’, ‘Cubana Marathon Dancing’, ‘Cegada de Amor’, ‘Equipaje para el 2000’, ‘Una noche de ópera’, ‘Mamá quiero ser famoso’, ‘Nuts Coco Nuts’, ‘Fiesta de los 25 años’, ‘Campanadas de Boda’, ‘De la Gran Vía al Paralelo’, ‘Gente Bien’ y ‘Adiós Arturo’…

Y después de ‘Adiós Arturo’…

Hay muchas cosas, pero no prevemos; somos un poco olivita comidita, olivita cagadita; porque consideramos que el teatro tiene que ser así, es un arte efímero, aunque la gente se piensa que el teatro es repetir, pero nuestro concepto no es eso; cada noche no hay nada y después hay porque llegan los actores, los técnicos, el personal del teatro, que también influye; entra el público que también influye muchísimo y ahí se crea algo que al cabo de una hora ha desaparecido otra vez, y ese es el concepto que nos gusta con cada espectáculo, prevés cosas que tienes en la cabeza y cuando llega el momento las sacas. Empresarialmente es horroroso, pero ese es nuestro problema. Volviendo al principio, ¿esto se termina aquí?… no, esto no se termina… porque de aquí nos vamos a Zaragoza, donde estuvimos solo 15 días, y se llenó y quieren que volvamos, estaremos en mayo. En Madrid terminamos el 29 de marzo, después en abril, con la Semana Santa el personal quiere hacer un poco de descanso, en mayo entramos en Zaragoza, después montamos en Sitges una exposición sobre los cuarenta años en junio y julio, después en agosto nos metemos a trabajar lo de Barcelona que será completamente distinto y lo estrenaremos en septiembre…

Pero será con ‘Adiós Arturo’…

Sí, porque en Barcelona no se ha hecho todavía, está vez lo hemos hecho al revés. Normalmente estrenamos en Barcelona, venimos a Madrid y hacemos la gira, y esta vez hicimos el estreno con la gira, luego Madrid, y cerramos en Barcelona, en Cataluña. Allí se hace una versión distinta, porque en cada sitio es distinta, porque el personaje es de la ciudad donde estemos, y allí será catalán o de Andorra, ya veremos – lo dice con una sonrisa irónica – … Con ‘Adiós Arturo’ empezamos en Valencia, hemos estado en más de 30 ciudades, lo han visto más de 300.000 personas, ahora en Madrid y en Barcelona se termina, y a otra cosa mariposa.

Y salir de España

Hemos salido poco y ha funcionado, pero hay que tener en cuenta que nosotros jugamos mucho con el vocabulario, y eso lo hace difícil… en Argentina estuvimos con “Cegada de amor” cuatro meses en el Teatro Avenida, en Buenos Aires y funcionó muy bien. En Edimburgo, que para mí es uno de los mejores festivales de teatro que hay, nos invitaron a nivel oficial, con dos obras, con ‘Cegada de Amor’, que fue un éxito, y el director que estaba en ese momento, Brian John McMaster, quería que fuéramos con “Una noche de ópera”, pero no pudo ser porque el espectáculo era muy grande y no giró, solo se hizo en Barcelona. También nos compraron los derechos de “Cómeme el coco, negro”, y lo dirigí, con actores ingleses, pero producción de La Cubana, también para el festival. Hemos estado en Francia, en Cuba con “Cómeme el coco, negro” que allí lo cerramos.

El teatro no está en crisis, está en crisis el sistema y la manera de recibirlo

Y como os recibe el público en los distintos lugares, ¿se nota la diferencia?

Nos recibe muy bien, no se nota esa diferencia que dicen entre el público español y otro. Cada sitio tiene su idiosincrasia, pero nos tratan bien, hay que tener en cuenta que La Cubana vive gracias al público, no solo de Barcelona, que también, y al de Madrid, sino al de toda España, somos una compañía muy viajera, y quizá somos de las pocas que hace temporada, es decir nosotros no vamos un día a un lugar y cambiamos, hacemos como mínimo una semana.

No tenéis, en estos momentos, por así decirlo, competencia

La competencia está muy bien que exista, pero actualmente no existe, por desgracia. Hay compañías que funcionan a nivel de productoras, que cogen a determinadas personas, normalmente televisivos, y se los llevan de gira, pero compañías… Estaban las catalanas, Els Joglars, que todavía hace cosas; Els Comediants, no tanto pero algo hace; Dagoll Dagom ya no viaja, Tricicle, lo hacían, pero se retiran…

Entonces ¿cómo está el patio?

Sonríe…

Está bien porque el teatro no morirá nunca…

Pero siempre está en crisis…

El teatro no está en crisis, está en crisis el sistema y la manera de recibirlo, pero el teatro no está en crisis, mientras exista el ser humano el teatro estará ahí. La forma de recibirlo, la forma de ir a los sanctas sanctorum, pagar una entrada y sentarte en una butaca, a lo mejor eso cambiará, pero el teatro en sí no porque el teatro existe desde que existe el hombre…

Y la cultura en este país está en crisis… ¿Cómo la ves? Los políticos no hablan nunca de ella

No, porque consideran que la cultura es una cosa que se la hacen. Por ejemplo, a nosotros esta gira nos ha gustado mucho por el público que nos coge con mucho cariño, pero realmente te das cuenta de qué está pasando aquí, los teatros públicos están funcionando como teatros privados, tienen a una serie de personas apalancadas en un sillón, cobrando cada mes que les pagamos de los Presupuestos del Estado…Y vas a hacer algo y nos tratan como si fuera un teatro privado y como la cosa les funciona, ya les vale así. Yo lo veo muy mal, la cultura no puede estar en manos de los políticos porque la cultura no es una cosa que se pueda programar para cuatro años, necesita infraestructura y la tienes que hacer previendo lo que harán tus hijos o lo que pasará dentro de 15 años, por lo menos, no puede ser que después de cuatro años se cambie todo. La cultura debería estar gestionada por técnicos y que nadie la tocara, apropiarse de la cultura para su propio beneficio no puede ser, tendría que estar aparte completamente, ser aséptico…

La cultura debería estar gestionada por técnicos y que los políticos no la tocaran

Como la educación…

También, lo que no puede ser es que venga el gobierno de turno y cambie cosas según sea de un color o de otro, porque vamos a ver, antes hablábamos del teatro que se hace en los metros y en la calle, ese teatro cotidiano… pero los políticos...

El mayor espectáculo…

Eso es, pero a mí eso no me importa, concibo igual a la señora que vende en el mercado, que para mí es una gran actriz, ya sea la pescadera o la verdulera, que se pone un mandil y está allí peinada y pintada y está estupenda con sus focos… porque si no se pone así, no vende, si se queda en un rincón, no vende… pues lo mismo con los políticos, acepto que la política sea teatro, y quiero que exista ese teatro, y quiero que me lo den bien hecho, quiero que los políticos hagan teatro y no dejaré de votarlos, ahora bien voto a los que lo hacen mejor, igual que los que vienen a vernos y pagan una entrada porque les gusta La Cubana y repiten, y si les deja de gustar La Cubana se van a otro sitio… Está muy bien que exista ese teatro en la política y los voto para que me engañen bien, porque claro, si me engañan mal ya no me lo creo, como me pasa si voy a una cosa de teatro y lo hacen mal, no me lo creo, no me gusta.

¿Dejarás en algún momento La Cubana?

Es complicado eso, hubo una época en la que me quería retirar, porque tienes una edad y te das cuenta que la vida no es solamente tu hija -La Cubana- sino que hay otras cosas también, pero luego pienso… eso de jubilarme… es complicado cuando estás acostumbrado a esta vida… no me veo ahí… teatro fuera de La Cubana no sé, tal como está el panorama… pero pienso que hay que vivir la vida y no perder el tiempo, eso es importante, lo que te puedo decir es que si mañana me muero, y si me doy cuenta, pensaría pues que bien, porque he vivido como me ha dado la gana.

Para finalizar, ¿en quién se basa el personaje de Arturo?

Es una persona que lo ha probado todo y cuando digo todo es todo, que ha vivido la vida intensamente, un tipo preparado, culto, con dinero, porque esas historias sin dinero no hubieran pasado, es un personaje un tanto surreal, un tipo que es poco amante de los funerales, de los parabienes, los premios, los agasajos, la palabrería… y el mensaje es un mensaje de vida, de practicar el carpe diem, de vivir el momento, nada de eso hoy no toca, ahora hay que casarse, ahora toca tener hijos, eso no… es un personaje surreal, pero existen personas así… y le pusimos ciento un años para que no dijeran: mira el pobre que se ha muerto… (Risas) Con esa edad ya ha vivido lo que tenía que vivir…

¿Hay algo de ti en ese Arturo?

Posiblemente, porque siempre sacas cosas que tienes dentro a la hora de hacer un espectáculo, ya sean de la educación que has recibido, de la infancia, de la familia, conceptos de vida, eso sale…

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