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Restaurante Berlanga envía a domicilio todos los arroces y platos de su carta

Redacción | Viernes 20 de marzo de 2020

Acaba de abrir sus puertas en la calle Menéndez Pelayo, frente al Retiro, un restaurante consagrado a los arroces y orientado a recuperar el placer de la tertulia.

Se trata del proyecto más personal del valenciano José Luis García Berlanga, hijo del añorado cineasta, quien, alentado por familiares y amigos, ha decidido fundar esta casa para entregarse a su pasión por la cocina

La carta, un compendio de las recetas levantinas más tradicionales, se completa con el mejor producto en estado puro, laterío cinco estrellas y raciones populares para compartir

El gusto del madrileño por el arroz, vinculado tradicionalmente a la reunión familiar, al fin de semana y a las largas sobremesas, se ve ahora correspondido con un nuevo proyecto consagrado a esta especialidad. Se trata de un restaurante con vocación culinaria de casa de comidas e impronta cultural, pues lleva el apellido de su artífice, José Luis García Berlanga, cocinero autodidacta y primogénito de Luis García Berlanga, uno de los principales referentes del séptimo arte en nuestro país. José Luis estudió Derecho y más tarde, empujado por su buen amigo el director Fernando Colomo, inició una dilatadísima trayectoria audiovisual que comprende cine, publicidad y televisión: fue director y productor ejecutivo de la serie Hospital Central y también productor del formato musical Séptimo de Caballería, entre otros muchos programas.

Sin embargo, su creatividad también ha alcanzado otras pasiones, como la cocina, a la que ha decidido dedicarse con más ahínco en los últimos años. Además de impartir clases de arroces valencianos en la conocida escuela Alambique, se ha convertido en el anfitrión más aclamado por sus conocidos, a quienes gusta de invitar en casa y hacer partícipes de su interés por la gastronomía. Son precisamente ellos los que han animado a este amante confeso de la tertulia y la reunión a compartir su maestría arrocera con el público madrileño. La fundación de esta casa, ubicada a un paso del Retiro, supone para José Luis la profesionalización de su amor por la cocina y la asunción de una nueva faceta hostelera que dice afrontar «con ganas y mucha humildad».

Madrid

Este concepto de restaurante ha encontrado su sitio en el popular distrito de Retiro. La elección no es casual: del mismo modo que el mérito del berlanguismo fue llegar al centro de la tradición y la realidad españolas, la apertura de este local responde, no solo a los gustos del barrio y a las demandas de sus vecinos, sino también a la petición de un Madrid ávido de buenos lugares para comer arroz. «No buscamos posicionarnos en absoluto como arrocería, sino como un referente en arroces, un punto de encuentro familiar después del paseo de rigor por el Retiro», explica José Luis. Su filosofía culinaria encaja a la perfección con los paladares clásicos de la zona y su repertorio abarca la despensa mediterránea, con ciertas concesiones al casticismo.

Berlanga cuenta con una oferta arrocera de envergadura, con una docena de opciones: negro, a banda, al horno (con blanquet, embutido valenciano tradicional), del senyoret, de salmonetes y ajos tiernos, con bogavante o con carabineros, por poner algunos ejemplos. De entre todos, destaca el rossejat Berlanga, un potente y sabroso arroz elaborado con el caldo y las carnes del cocido y sus garbanzos, que se sirve todos los martes. La paella de verduras, generosísima en ingredientes, supone la opción de los miércoles, mientras que los jueves y viernes se ofrecen paella de puerros y rape y de espinacas y gambón (creación del chef), respectivamente. Por último, la clásica valenciana para cuatro personas (atención: se ofrece también en ración individual) es la estrella los fines de semana. Aunque etiquetados ‘del día’, estos arroces se pueden pedir por encargo a lo largo de la semana, para un mínimo de dos o cuatro personas según variedad. Así pues, la paella es el elemento esencial de una cocina dirigida con precisión cinematográfica. En la elaboración de esta especialidad (que José Luis reivindica también para la hora de la cena) se emplean dos variedades de arroz, albufera y sendra, cultivadas en el parque natural de la Albufera por la quinta generación de una familia de agricultores locales.

Nostalgia mediterránea

La añoranza por la brisa levantina y los recuerdos familiares —«para librarme de fregar, de joven ayudaba a mi madre a preparar la comida en las reuniones campestres», comenta— se dejan notar en el resto de una carta que mira de manera legítima al Mediterráneo, con especial interés por las recetas y el producto típico valenciano, siempre adquirido al mejor proveedor. Encontramos esgarrats con bacalao desmigado, siempre presentes en casa de su abuela, de berenjena, cebolla o pimiento rojo; blanco y negro (bocadillo valenciano de longaniza, morcilla y habitas frescas); ensalada de tomate ibérico pelado y aromatizado con tomillo; coca mallorquina y pa amb oli de sobrasada de Ses Salines (el cocinero tiene residencia en la isla balear) y, en temporada, clóchinas, coquinas y sepionet.

Se ofrecen también guisos del día y platos netamente castizos, como por ejemplo las croquetas de jamón, el caldo de cocido y su ropa vieja (especiada con curry casero) y propuestas como el carpaccio de tocino de bellota o las chuletillas de lechal empanadas, muy propias del norte y un plato que el añorado Luis gustaba de cocinar, eso sí, «con la carne muy torrada». La carta incluye un capítulo dedicado al laterío fino, que contempla anchoas en mariposa traídas del País Vasco, mejillones, berberechos, ventresca y sardina ahumada. En definitiva, sencillez, regularidad y solvencia en platos de toda la vida que encierran una historia personal. La carta de vinos, corta y bien seleccionada, recorre las principales denominaciones de origen españolas e incluye tres champagnes y alguna referencia italiana.

Futura sede cultural

Berlanga ocupa un amplísimo local en el número 41 de la calle Menéndez Pelayo, proyectado por el estudio de arquitectura Estudio EMO y decorado por el interiorista Pepe Vela Zanetti. Cuenta con dos salones conectados por una barra, que suman 280 metros cuadrados entre ambos y que ofrecen una capacidad total para 80 comensales. El primero de ellos, presidido por un fabuloso mueble vitrina traído de la casa familiar y en el que destaca la colección de libros de Luis García Berlanga, funciona como comedor principal, y el segundo, con salida a la calle Lope de Rueda, como zona prevista para el aperitivo y el tardeo. Aquí opera una carta entre servicios a base de conservas y raciones sencillas para compartir (croquetas, ensaladilla rusa, etc.). Provisto de una luz más íntima, recrea los muros color tierra de la propiedad mallorquina de José Luis, un recurso estético que hará que sus amigos se sientan como en su casa. Repartidas por todo el espacio, lucen las fantásticas piezas de la ceramista Mar Alcón, mujer de José Luis, quien también se ocupa de los arreglos florales.

En última instancia, el espacio busca convertirse en buque insignia para nombres destacados del ámbito intelectual, recuperar el costumbrismo y la tertulia de los viejos cafés y desempeñar un papel importante en el panorama literario y artístico de la ciudad: pronto acogerá exposiciones y presentaciones de libros y cortometrajes. Berlanga es, en definitiva, la casa de un hostelero del siglo XXI, generoso, hospitalario, accesible y vitalista, que honra la memoria familiar tanto en fondo como en forma.

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