PERSONAJES

Jocy Medina (escritora): La prosa lleva poesía

Redacción | Martes 16 de junio de 2020

Para la literatura no hay distancias, y para conversar con una escritora tampoco, aunque esté… lejos o muy lejos de nosotros, sus respuestas nos llegan cerca, muy cerca…

“Soy de la Habana, Cuba. Mi devoción es escribir, sobre todo si los temas llevan a Cuba entre las líneas. Me fui de Cuba a los 20 años, pero allí dejé mi corazón. En mis 20 viajé el mundo, y conocí más de lo que un día soñé. A los 25 tuve a mi hijo en China y a los 30, hice de Canadá mi segundo hogar. Allí aprendí cuan bueno fue irse pero que malo es vivir lejos.”

Soy de la Habana, Cuba. Mi devoción es escribir, sobre todo si los temas llevan a Cuba entre las líneas

Así se describe en su Facebook Jocy Medina, escritora que, nacida en Cuba, actualmente reside…

¿Estás en Canadá?

Creo que sí, pero estos días en que uno se sabe ciudadano del mundo, las fronteras nos molestan. De raíz soy cubana, de sangre puede que árabe, puede que española. Vivo en Canadá, adoro a Tailandia, vacaciono en México y sueño con un día visitar Italia. He vivido en cuatro continentes y esas aventuras me han llevado a apreciar tal como una bola, en su integridad, que a la vez que se compartimenta, colapsa.

¿Estás encerrada en tu casa?

Pues, justo ayer, terminé un libro de historietas que me liberó de mis encierros. Se llama « La Loca que vive en mi casa ». Es un libro de cuentos del Coronadesastre, en el cual todos los objetos de mi casa toman vida y a través de cada uno de ellos descubro que mi verdadero encierro es mucho más interno que los límites que imponen las paredes de mi casa. Di un paseo al futuro que, es otro modo de registrar el pasado, y me di cuenta de que mi encierro no era físico. Era espiritual. Era existencial. Descubrí donde yacían las rejas. Las abrí. Escribiendo ese libro fui libre.

¿Crees que eso de estar encerrada alimenta la inspiración?

El encierro te obliga a soltar riendas que no sabías que tenías. Siempre fui rebelde. Salir de mis encierros fue un modo de luchar contra eso de quedarse en casa, otro modo de salir al mundo, otro modo de interactuar con seres (aunque esos seres fueran los objetos de mi casa). Creo que el ser humano se alimenta del contacto. Y aunque mi contacto sea a veces imaginario, es válido. Yo digo que los escritores somos los seres solitarios más acompañados del mundo. Inventamos burbujas llenas de los personajes que creamos, paseamos por los lugares que describimos en nuestras obras y vivimos más allá que la mundana realidad, porque además de la vida cotidiana, vivimos las experiencias que contamos.

Además de escribir, durante la cuarentena me inventé otro modo de contacto. Me inventé un reto para escritores principiantes que consistía en escribir la primera versión de un libro en dos meses. « Escribe el libro que vive en ti » así se llamaba el reto. Nos reuníamos todos los domingos para charlas técnicas sobre escritura creativa y aprendimos tanto los unos de los otros. Algunos cumplimos el reto. Otros participaron en las charlas para aprender técnicas esenciales para aprender a escribir, promover y publicar un libro. Las charlas quedaron en la página https://www.cursosparaescritores.com/, pero fue una experiencia tan bonita, que la vamos a repetir en un futuro. Como parte del reto yo terminé este libro de historietas que te contaba sobre el coronavirus.

¿Qué rutina llevas?

Pues no me lo vas a creer, pero como trabajo en salud pública, durante todo este fiasco, yo seguí trabajando. Mi rutina es dedicar alguna hora del día, después del trabajo, para escribir algo. Antes, cuando iba físicamente a la oficina, escribía “alguito” durante la hora del almuerzo. Es importante mantener a las musas cercas sino las muy diablillas se van con otro escritor que les haga más caso. Yo, con o sin cuarentena, escribo en las noches. Adoro los días de lluvia porque añaden magia a la tinta. Cuando llueve las musas bailan y yo soy muy productiva.

Durante la cuarentena me inventé un reto para escritores principiantes que consistía en escribir la primera versión de un libro en dos meses

En el blog “Un Pedacito de Cuba” comparte su arte, “y es un modo de regresar a mi islita cada vez que las calles de mi Habana jalan pero no puedo estar allí. En ese blog subo novelas, cuentos, poesías….”

Tanto su prosa como su verso están cargados de amor, sexo, ron, alegría, llanto, y de todo eso que conforman la genética de Cuba.

“Así que para el que se quiere sentir allá pero no puede, no hay mejor sitio en el internet que "un pedacito de Cuba" para sentirse allá. Con amor, para todos los cubanos y aquellos que aman nuestra isla”

¿Novela o poesía?

Ya ni sé. De corazón poeta, siempre y escribo más poesía que otra cosa. Sin embargo, he publicado más novelas que poemarios. Y este último de “La loca que vive en mi casa” no es ni poesía ni novela. Son cuentos escritos con un tono poético y un toque de realismo mágico. Son cuentos. Primera vez que escribo cuentos. Creo que lo mío es curiosidad por explorar géneros y formas que ofrece la literatura. De tales acrobacias quisiera explorarlo todo. Algo así como niño en tienda de caramelo que quisiera probar uno y cada uno. Preparando estas charlas técnicas para escritores aprendí un mundo de cosas nuevas. Y como buen escritor, leo. Creo que necesito dos o tres vidas más para leer todos los libros que tengo en la lista de « próximamente »

‘Habana dura’ me encantó, ¿cuántas novelas llevas?

Habana Dura es ese bebé que, por ser el primero, tiene una conexión muy importante con la escritora que vive en mí. La verdad es que uno los quiere a todos, pero ese primogénito nos enseñó un mundo de lo que debemos saber para los bebés que vienen después. Eso es ‘Habana Dura’ para mí. Después de esa novela, publiqué dos más: ‘Paraíso a lo cubano’ y ‘Todo Cambia’. En total, voy por tres novelas publicadas y un poemario. Escritas tengo muchas. Quisiera tener los recursos necesarios para publicarlas todas. A veces creo que el tiempo que uno invierte en crear el libro físico, publicar, promover, vender, es tiempo valioso que uno le roba a las pocas horas que tiene para escribir. En realidad, yo soy mi propio cuello de botella. Pero un día, en cuanto pueda, las sacaré todas al mundo.

¿Qué te resulta más sencillo, la prosa o la poesía?

Sencilla, la poesía, porque fluye, porque empieza y termina en día, porque da esa dopamina que necesita el escritor para sentir que algo ha terminado. Pero, asimismo, la prosa lleva poesía. Los versos son meros entrenamientos para cuando las musas nos obligan a escribir en párrafos. La prosa, así todo, no es compleja. La prosa es una historia y aunque no nos demos cuenta, desde que aprendemos hablar, contamos historias. Nacimos cuenta-cuentos. La prosa lleva el arte de contar historias un poquito más lejos, pues en vez de contarlas con la voz, las escribimos, las convertimos en obras.

¿Qué diferencias encuentras a la hora de escribir tanto en prosa como en poesía?

La diferencia es la misma que entre un beso a quien amamos y hacer el amor con quien amamos. Ambos imprescindibles. Ambos altamente disfrutables. Pero cada uno tiene su momento, su razón, su espacio y su goce. Sin ambos no sobrevive la pareja. La diferencia entre ambas es inmensa. Digamos que la poesía es “pinceladas”, la novela es el cuadro entero.

¿Cuánto tiempo hace que no vas a Cuba?

Mucho tiempo. Demasiado. Bueno, hace uno seis meses. Es que tengo una abuela de 90 años en Cuba, que es mi otra madre. Cada día que pasa no es un día más, sino un día menos. Entonces, cada día me resulta un siglo. Calcula tú cuanto serían 6 meses. En cuanto abran vuelos a la isla voy a verla. Seis meses ya es mucho tiempo.

¿Qué echas de menos de Cuba en Canadá?

Lo que más extraño es a mi abuela. Como ya sabes, todas las decisiones que tomamos tienen el lado maravilloso de poder obtener algo que queremos y el lado tenebroso de arriesgar algo que también queremos. Y para mí, irme de Cuba fue una decisión que abrió camino a tantas cosas bellas. Me dejó ver el mundo, que es tan “mi país” como lo es Cuba. Pero irme tuvo un lado tenebroso y es no haber vivido por los pasados 20 años al lado de mi abuela. Sé que, cuando pasen muchos más años, cuando ya no la tenga, por ahí vendrán los tiros de mi arrepentimiento. Si alguna vez me arrepiento de haberme ido, será únicamente por eso.

La prosa es una historia y aunque no nos demos cuenta, desde que aprendemos hablar, contamos historias

Y esto no se lo he dicho nunca a nadie, pero a veces, cuando me llama por teléfono, grabo su voz. Pienso en esos días en que no tendré el honor de sus llamadas y con esas grabaciones podré escuchar su voz cuando yo quiera. Pretenderé que ella me llama para contarme sobre esas cositas lindas que les interesan a las abuelas. Cosas cómo “Qué comiste hoy?” o “qué quieres que te regale por tu cumpleaños”. Son especiales las abuelas y ella me fue especial por diez abuelas.

Más que a Cuba, todos los días yo la extraño a ella.

¿Qué te gustaría escribir y que fuese tu gran novela?

Aunque a veces me toma meses terminar una novela, llevo años escribiendo una crudísima pero lindísima obra que me encantaría publicar un día. Se llama “La hija del gusano”. Son las vivencias de una niña cubana a raíz de que su padre opta por vivir en el exilio americano. Es la historia de lo que ella vive en el corazón del comunismo, desde el momento en que se convierte en la hija de un gusano.

Sí, es mi historia. Pero no contada con la voz de la adulta que soy hoy, sino con la ternura de una niña que observa el sistema de su país arremeter todo su odio en contra del ser que ella más quería. Es una historia tan tierna como lo es dolorosa, pero creo que necesaria. La he comenzado a escribir unas ocho veces. La he borrado siete. Cuando salga, creo que esa será la gran novela de mi vida.

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