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72 horas en el Negev: De norte a sur, el encanto de la diversidad del desierto israelí

Redacción | Martes 17 de agosto de 2021

El Desierto del Negev tiene un gran peso en el imaginario de Israel. Ocupa un 62% de su territorio, en una mancha árida que se extiende por toda la mitad sur de su geografía, y conquistarlo y hacerlo habitable ha sido desde 1948 –año de la fundación del Estado de Israel–, uno de los objetivos de sus habitantes. El propio David Ben Gurion, primer ministro israelí en 1948, se puso como objetivo de país hacer florecer este desierto para convertirlo en una zona cultivable que abasteciera de alimentación a la población israelí.

El Desierto del Negev, pese a su climatología extrema, ha ganado un inesperado protagonismo como destino turístico

Más recientemente, el desierto del Negev, pese a su climatología extrema, ha ganado un inesperado protagonismo como destino turístico. Para conocer bien todo el encanto que posee este espacio natural de más de 13.000 km2, situado a poco más de cuatro horas en avión desde España, lo mejor es recorrerlo de norte a sur, sin prisas, durante tres días, realizando diversas actividades, conociendo su patrimonio y disfrutando de alojamientos únicos bajo las estrellas.

Día 1: Beersheva, puerta de entrada a sus majestuosas dunas

A poco más de 100 kilómetros de Tel Aviv, la ciudad de Beersheva es la puerta de entrada a la zona norte del Negev, caracterizada por su inmensidad virgen y silenciosa, así como por sus impresionantes dunas, ideales para realizar actividades como el sandboarding. Poder deslizarse sentado o de pie por sus dunas es, sin duda alguna, una experiencia única.

Otras opciones de turismo activo que se pueden realizar de forma sencilla y segura en esta zona son el rápel, senderismo o ciclismo. A lo largo del Negev, se ofrecen cientos de senderos y muchos caminos marcados que guían al visitante a través de una de las rutas más impresionantes del mundo.

No hay nada como culminar esta jornada de adrenalina en un entorno excepcional, alojándose uno de los varios glampling que se encuentran en la zona, para poder disfrutar de la quietud y paz del desierto con todas las comodidades y dormirse observando las estrellas.

Día 2: Explorando el Cráter Ramón

La gran joya turística del Negev es el Makhtesh (cráter, en hebreo) Ramón, una formación geológica abrumadora que se alza en la aridez de este desierto y que sorprende, no solo por su inmensidad, sino por sus acantilados y fuentes de agua. De 40 kilómetros de largo y 500 metros de profundidad, el Makhtesh Ramón es el cráter de erosión más grande del mundo. Una de las mejores formas de conocerlo, antes de iniciar su recorrido, es a través del Centro de Visitantes, que se encuentra ubicado en el mismo borde del cráter y que cuenta con exposiciones interactivas, museo y una impactante vista panorámica, donde puede vislumbrar su grandeza y gama de colores.

Para completar esta experiencia, nada mejor que descubrir la cultura y hospitalidad de las tribus beduinas que habitan esta zona. Los beduinos de Israel siguen viviendo de manera tradicional, abriendo sus corazones, sus hogares y su forma de vida al público, para compartir con ellos sus costumbres. Desde tomarte un té con ellos, dar un paseo en dromedario o incluso alojarte en las tiendas de campaña que muchos ofrecen a los visitantes, son algunas de las experiencias inigualables para adentrarse en su cultura.

A poco más de 100 kilómetros de Tel Aviv, la ciudad de Beersheva es la puerta de entrada a la zona norte del Negev

En el trayecto hacia el sur de Israel, y antes de llegar a Eilat, es obligatoria una parada en el Parque Timna. Este paraíso geológico ofrece a los visitantes un compendio de formas curiosas y llamativas, formadas gracias a la acción de la erosión y del paso del tiempo en sus rocas. Así, se pueden observar arquitecturas creadas por la acción de la naturaleza con nombres como el “Champiñón”, la “Montaña espiral” o los “Pilares de Salomón”. Durante las visitas nocturnas estos caprichos de la naturaleza se iluminan para disfrute de los visitantes. Este enclave también tiene una gran importancia histórica ya que fue una cantera explotada por los egipcios para sacar cobre. De hecho, está considerada como la mina de cobre más antigua del mundo.

Día 3: nadar con delfines en Eilat

En el último día de la travesía del desierto se llega a su ciudad principal, Eilat, ubicada al sur del país, que ofrece una infraestructura hotelera capaz de satisfacer los gustos de todos los viajeros. Una de las actividades más emocionantes se encuentra a orillas del mar Rojo, el Dolphin Reef Eilat, un pequeño santuario de belleza natural situado cerca de la frontera con Egipto, donde se encuentra la reserva natural de coral, que se extiende más de 1.2 km.

Aquí es posible nadar y bucear con delfines en su propio ecosistema, bajando hasta una profundidad de seis metros. Para los menos osados, también se puede disfrutar de las “piscinas de relajación” al son de una música subacuática relajante.

Para los amantes del senderismo, Eilat ofrece coloridas e impresionantes montañas en las que se puede andar al tiempo que se disfruta de una impresionante vista de la ciudad. Si no apetece andar, es posible hacer estas rutas en bicicleta o incluso en camello. Escalada en roca o rapel en los cortados son otras de las actividades para aquellos que quieran emociones más fuertes.

A escasos 20 minutos de la ciudad Eilat se ubica el aeropuerto internacional Ramon, el segundo del país, y que fue bautizado con el nombre del primer astronauta israelí, Isaf Ramon. Sin duda, un buen punto de retorno a casa tras unos días cruzando la mitad árida del país.

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