… Y sobraron 23 segundos…
EN LOS TEATROS LUCHANA (MADRID)
Una creación colectiva escrita por todo el elenco bajo la dirección general de Sergio Maggiolo que llega a Madrid gracias a Trueba y Trueba @truebaytrueba. NY Neo Futurists @nyneofuturists. Degenerate Fox Theatre @degeneratefox. & U!V @unintentovaliente
LAS 4 REGLAS DEL NEOFUTURISMO
El orden de la función lo elige el público que convierte cada show único e irrepetible.
Cinco actores en escena, una cuenta atrás y el público como aliado convierten la función en una montaña rusa de emociones para poder pasar de la risa al llanto para acabar cantando.
¿Está claro?
Pues ahora vamos a explicarlo…
UN INTENTO VALIENTE DE REPRESENTAR 30 OBRAS EN 1 HORA
Un intento valiente de representar 30 obras en una hora llega por primera vez a Madrid de la mano de la compañía cántabra Trueba y Trueba Producciones tras gira por España y Alemania. También es la primera vez, según el estudio de la compañía, que se representa en Madrid un ejemplo de teatro neofuturista, término acuñado por Greg Allen en los 80 en Chicago. El neofuturismo tiene la consigna de no mentir y hacer un teatro sin ficción, y esto es lo que realmente el espectador podrá ver sobre el escenario de Teatros Luchana con Un intento valiente de representar 30 obras en 1 hora.
Con un elenco rotativo compuesto por Adrián Alonso, Ruth Garreta, Aroa Gómez, Elena Sanz,Juan Trueba, Ana Usamentiaga y Sergio Maggiolo, este último alterna su figura de actor con la de director de la función, cada función se compone con cinco actores en un texto de creación colectiva.
Se puede decir que Un intento valiente de representar 30 obras en 1 hora pretende romper la cuarta pared – es el público el que elige el orden de representación de esas microobras, por lo tanto el público es parte activa –
Los títulos de esas 30 microobras comienzan (numéricamente porque será el público quien decida el orden final) con una especie de minimusical y termina con una carta para ti o para ti o para ti…
Cuando INOUT VIAJES pudo ver esta atrevida representación, en escena aparecieron Juan, Elena, Ana, Ruth y Sergio que tuvieron momentos de puro frenesí con otros de armonía y calma (aparente)…
Porque no hay telón que caiga ni personajes que se escondan tras máscaras.
Los actores no interpretan, se exponen. Hablan desde sus vidas, desde sus miedos, sus recuerdos y sus manías.
Cada microobra —que puede durar lo que un suspiro o una confesión— es una pieza de una máquina imposible: divertida, frágil, absurda, luminosa. Teatro neofuturista, lo llaman. Pero tiene algo ancestral, casi tribal. Como si el escenario fuera una hoguera alrededor de la cual alguien contara historias imposibles de repetir.
¿Y si el público quiere empezar por la número 17?
Se hace.
¿Y si luego pide la 4, la 22, la 3?
Se hace también.
La lógica no importa. El orden es un caos elegido. Una cuenta atrás marca el ritmo: cuando el cronómetro llegue a cero, la función termina. Se haya dicho todo o no. Porque en esta obra no importa llegar a ningún sitio. Lo esencial es intentarlo.
“Un intento valiente…” no quiere gustarte. Quiere conmoverte, provocarte, hacerte reír y pensar en el mismo minuto. Es punk, es poético, es política emocional en zapatillas. Y sobre todo, es honesto. Tan honesto que a veces incomoda. Otras, emociona. Siempre sorprende.
Ir a verla es aceptar el juego.
Y si aceptas el juego …
Mejor la vas a ver y luego nos cuentas… o se lo cuentas a ellos y ellas que están dispuestos a escuchar las críticas (buenas o malas)…
Teatro neofuturista se llama ¿qué te parece?
Y si tienes suerte puedes tirar el dado del futuro…