Tokio, la ciudad cosmopolita que abraza tradición y modernidad, muestra a través de sus festivales la profunda conexión entre su pasado espiritual y su presente más urbano. Celebraciones y tradiciones heredadas de generación en generación que hoy ofrecen una experiencia única a quienes visitan la capital nipona. Tokio acoge multitud de festivales a lo largo del año, pero hay cinco que destacan especialmente para los amantes de la cultura japonesa.
Los festivales tradicionales japoneses, conocidos como ‘matsuri’ (palabra que proviene del verbo adorar), están arraigados en ritos espirituales que tienen su origen en el sintoísmo y el budismo. Así, los festivales, aunque son celebraciones llenas de color y diversión, tienen un sentido espiritual y son la ocasión para mostrar gratitud a los dioses locales y la naturaleza, para agradecer y pedir por las buenas cosechas y la abundancia en los negocios, y honrar a los difuntos.
En los festivales de Tokio el mikoshi es el elemento protagonista. Se trata de santuarios portátiles que acogen a los dioses temporalmente. Estos mikoshi recorren todo el vecindario hasta el “otabisho”, un lugar de descanso para las deidades. Según la creencia popular, este recorrido extiende las bendiciones de los dioses por toda la zona, purifica la comunidad y trae buenas cosechas, salud y prosperidad. Entre los mikoshi se pueden encontrar algunos de pequeño tamaño, pero también existen otros muy grandes que pueden pesar desde cientos de kilos hasta una tonelada, y a veces se necesita la fuerza de 100 personas o más para cargarlos.
Mizudome no Mai o danza para detener la lluvia (Templo Gonshoji, Ota)
Este festival, que se celebra el segundo domingo de julio, no es una celebración para invocar la lluvia, sino al revés, para que deje de llover. Y aunque hay varias teorías sobre el origen de esta fiesta, la más probable sugiere que podría haber comenzado hace más de 700 años, después de que unas oraciones para atraer la lluvia durante una sequía provocaran lluvias excesivas. Estas precipitaciones causaron inundaciones que arrasaron campos y cultivos, lo que llevó a la gente a rezar para que cesara de llover. Sus plegarias fueron escuchadas y se dice que, como gesto de gratitud, nació esta celebración.
El evento arranca precisamente con una ceremonia de invocación de la lluvia. En ella, dos jóvenes encarnan a los dioses dragón, envueltos en un traje hecho de paja, con el que ruedan en un recorrido hasta el Templo Gonshoji. Durante el trayecto, es tradición arrojarles agua mientras ellos hacen soplar unas caracolas. Una vez en el templo, tiene lugar el tradicional espectáculo de las danzas del león.
Festival Fukagawa Hachiman (Santuario Tomioka Hachimangu, en Koto)
Este festival se celebra a mediados de agosto y también es conocido como el “Festival del Lanzamiento de Agua” y es uno de los tres grandes festivales del periodo Edo, junto con Kanda Matsuri y Sanno Matsuri. Su origen se remonta unos 380 años atrás. Durante el desfile de los mikoshi, el público lanza agua para purificar tanto el paso como a quienes lo portan.
Cada año, el desfile cuenta con la presencia de más de 50 mikoshi. El recorrido parte a primera hora de la mañana frente al santuario Tomioka Hachimangu y recorre todo el barrio tokiota de Koto hasta el mediodía. Durante el trayecto, vecinos y comerciantes salen al camino para arrojar agua e incluso los bomberos locales rocían a la multitud para que puedan sobrellevar el calor de agosto. Este 2025 y por primera vez en siete años, el público podrá admirar el colosal mikoshi “Gohonsha Ninomiya”.
Tori no Ichi (Templo Chokokuji / Santuario Otori, en Taito, y otros santuarios)
En el mes de noviembre en Tokio tienen lugar los días del Gallo, una festividad local que se acompaña con la celebración de este festival, que se lleva a cabo en santuarios de la región de Kanto dedicados a las aves, símbolo de prosperidad empresarial y buena fortuna. Entre ellos se encuentran el Templo Chokokuji, el Santuario Otori y el Santuario Hanazono-jinja en Shinjuku.
Festival Kurayami (Santuario Okunitama-jinja, ciudad de Fuchu)
Carreras de caballos, tambores y mucho más forman parte de la tradición de este evento. Se cree que su origen está hace más de 1000 años, en un festival conocido como Kokufusai, en la antigua provincia de Musashi, en la parte occidental de Tokio. En la actualidad tiene lugar del 30 de abril al 6 de mayo y su nombre, ‘Kurayami’ significa “oscuridad, y hace referencia a la procesión nocturna, que es el corazón del festival. Durante la celebración tienen lugar diversos momentos sagrados: recoger agua de la marea en Shinagawa, en la bahía de Tokio; las carreras de caballos Komakurabeshiki; y la procesión de los mikoshi, un impresionante espectáculo, acompañado por el sonido de los tambores taiko, que se extiende hasta la madrugada.
Festival Sanja (Santuario Asakusa, barrio de Taito)
Cada año, el tercer fin de semana de mayo, se celebra este festival que tiene como epicentro el Santuario Asakausa, situado en el barrio de Taito. Más de 40 comunidades de feligreses del templo participan en su celebración y la cita reúne cada año a más de 1,8 millones de visitantes. El evento arranca el primer día con una gran procesión y una muestra de folclore y danza tradicional. Durante la segunda jornada, tiene lugar una impresionante procesión de unos 80 mikoshi, pequeños palanquines que transportan a la deidad y con los que cargan los miembros de las distintas asociaciones religiosas. Con ellos se recorren las calles de Asakusa en un desfile que ya tiene fama internacional. El tercer y último día del festival, son los tres mikoshi del templo los protagonistas del recorrido, que tiene lugar desde primera hora de la mañana y hasta el atardecer.