CULTURALES

Misterios, música y memoria: Gjirokastër en cinco actos

Redacción | Miércoles 13 de agosto de 2025

Con Ismail Kadaré como guía de piedra y palabra

Prólogo – La ciudad donde las casas miran

Gjirokastër no se recorre: se escucha. Hay algo en su forma, en la manera en que las casas se asoman al valle, que obliga al viajero a bajar la voz.

El viajero llega con los libros en la maleta y una cita subrayada. Viene a buscar una ciudad, pero también a un autor

“Las casas son como mujeres que espían desde las ventanas”, escribió Ismail Kadaré (1936-2024), el hijo más ilustre de esta ciudad. No hablaba en metáforas. En Gjirokastër, la arquitectura respira, acecha, susurra.

El viajero llega con los libros en la maleta y una cita subrayada. Viene a buscar una ciudad, pero también a un autor. Tal vez —piensa— sean la misma cosa.

Acto I – La fortaleza: una historia cantada

Al fondo, como una corona de piedra sobre la colina, se alza la fortaleza. Es la primera voz que se impone. Desde aquí, el paisaje se abre como un telón. En sus entrañas, cañones oxidados, una celda húmeda donde encerraron a presos políticos, y una acústica perfecta para el lamento ancestral de las canciones polifónicas.

Cada cinco años, los pueblos de Albania acuden a este escenario para entonar su identidad. Kadaré, que también escuchó esos cantos de niño, los convirtió en ritmo literario. En sus novelas, el mito y la historia se confunden, como en las canciones que aún se elevan desde este lugar. La música no explica la ciudad, pero la encarna. La fortaleza no vigila: recuerda.

Acto II – Las casas, teatro de lo íntimo

El viajero entra en la casa Zekate. No hay nadie. Solo el crujido de la madera bajo sus pasos. Las paredes están cubiertas de frescos, las habitaciones escalonadas como un poema con estrofas secretas. Es una casa, sí, pero también un escenario. Cada alfombra, cada celosía, cada rincón donde la luz se filtra tiene algo de escenografía.

Kadaré supo que estas casas eran trampas para la memoria. Vivió en una de ellas —la casa que ahora es museo— y convirtió su infancia entre sombras otomanas en literatura de alcance universal. En Crónica de piedra, escribió:

“Una ciudad no es de piedra, sino de recuerdos. Y los recuerdos tienen techos, puertas, silencios”.

El viajero sale al callejón. Mira hacia atrás. Y cree ver la ciudad observándolo a él.

Acto III – El dictador y el escritor

También Enver Hoxha nació aquí. Mismo suelo, distinto destino. Uno fundó un régimen de aislamiento férreo; el otro, una literatura que miraba hacia Europa. Dos hijos de la misma piedra, enfrentados por el uso del lenguaje: la propaganda o la metáfora.

Durante años, Kadaré navegó entre la censura y la alegoría. Sus novelas eran leídas con lupa, sus silencios con sospecha. Pero nunca se exilió de su ciudad. Solo más tarde, desde París, miró hacia atrás con la libertad de quien ya había sobrevivido al laberinto.

Gjirokastër, mientras tanto, se quedó con las ruinas del museo de Hoxha y la casa transformada en símbolo literario. La ciudad decidió a quién recordaba con ternura.

Acto IV – Sabores que no necesitan traducción

En una taberna de paredes encaladas, la comida se sirve como quien abre un cofre: qifqi, bolas de arroz con hierbas que se comen con los dedos; oshaf, postre de higos secos con leche de oveja; pasha qofte, sopa de albóndigas que huele a cocina de abuela. Aquí, todo es local, lento y sincero.

En las novelas de Kadaré el mito y la historia se confunden

Kadaré decía que en Albania "la lengua y la comida son las dos patrias más fieles". Ninguna traduce bien, pero ambas consuelan. El viajero come en silencio, como quien escucha un idioma antiguo. No entiende del todo, pero sabe que está en casa.

Acto V – El valle del Drino y la despedida

Desde lo alto, el valle se estira como un manuscrito sin firmar. El río Drino serpentea como una frase que se resiste a cerrarse. Las casas siguen vigilando, los tejados respiran, el viajero comienza a comprender que no se puede llevar Gjirokastër consigo. Solo dejarse atravesar por ella.

Ismail Kadaré convirtió esta ciudad en literatura. Pero también en metáfora de lo que no se puede contar del todo. Porque hay lugares —como personas, como libros— que no se explican: se sienten.

Epílogo – A quien escuche la piedra

Gjirokastër es muchas cosas: fortaleza, teatro, herida, canción. Pero sobre todo es una ciudad que resiste el olvido gracias a quienes la nombran. Kadaré la escribió para que el mundo pudiera leerla. Hoy, el viajero cierra el libro, pero no la historia.

Porque Gjirokastër, como las mejores novelas, no termina nunca.

Guía de viaje: Tras las huellas de Kadaré en Gjirokastër

¿Dónde está Gjirokastër?

Gjirokastër se encuentra en el sur de Albania, cerca de la frontera con Grecia. Está a unas 3 horas por carretera desde Saranda (en la costa jónica) o desde Tirana (la capital, al norte), aunque las distancias aquí se miden mejor en curvas y paciencia que en kilómetros.

Lugares clave para visitar

“Una ciudad no es de piedra, sino de recuerdos. Y los recuerdos tienen techos, puertas, silencios” (Ismail Kadaré)

La Fortaleza de Gjirokastër

Imprescindible por sus vistas, el museo de armas y su historia política.

Sede del Festival Nacional de Folklore cada 5 años (última edición: 2023).

Casa de Ismail Kadaré

Restaurada como museo en su honor. Una visita íntima y reveladora.

Casa Zekate y Casa Skenduli

Ejemplos de arquitectura otomana. Frescos, muebles originales y vistas espectaculares.

Museo Etnográfico (antigua casa de Enver Hoxha)

Ofrece una visión de la vida tradicional albanesa y la época comunista.

Sabores que debes probar

Qifqi: bolitas de arroz y hierbas, únicas de Gjirokastër.

Pasha qofte: sopa cremosa de albóndigas.

Oshaf: postre de higos secos cocidos con leche de oveja.

Byrek: pastel salado de masa filo, con rellenos variados.

Gjirokastër es muchas cosas: fortaleza, teatro, herida, canción

Café turco: mejor si lo tomas en una terraza con vistas al valle.

Dónde dormir

  • Hotel Kalemi: ambientado en una casa otomana auténtica.
  • Stone City Hostel: perfecto para mochileros, con ambiente joven y terraza panorámica.
  • Kodra Hotel: acogedor y bien ubicado, con restaurante propio.

Antes de viajar, lee…

  • Crónica de piedra (Ismail Kadaré) – novela de iniciación que retrata la ciudad como un personaje más.
  • El general del ejército muerto – para entender el tono melancólico y lúcido del autor.
  • El palacio de los sueños – una metáfora del totalitarismo inspirada en el sistema comunista.

Extra: Para escuchar

  • Canto polifónico albanés (iso-polifonía) – disponible en plataformas como YouTube o Spotify.
  • Escúchalo antes de visitar la fortaleza y entenderás la ciudad de otro modo.

Consejo final

Camina sin rumbo al atardecer. Mira hacia arriba. Gjirokastër no se encuentra en los mapas: se revela en los reflejos de sus piedras.

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