En Mallorca, la naturaleza no es solo paisaje: es identidad, historia y futuro. Esta bella isla mediterránea se ha convertido, además, en un referente en la conservación de espacios protegidos y apostando por un turismo responsable que invita no solo a descubrir, sino a cuidar.
Los cinco parques naturales mallorquines son todo un espectáculo: desde los frondosos encinares de la Península de Llevant hasta los acantilados que rodean la isla de Sa Dragonera, Mallorca alberga una red de parques y monumentos naturales que son auténticos refugios de biodiversidad. En Mondragó, mar y montaña se abrazan; en S’Albufera, las aves encuentran uno de sus principales santuarios. La Serra de Tramuntana, pulmón verde y Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO, conserva intacta la esencia natural y cultural de Mallorca. Y en el parque nacional de la isla de Cabrera y sus islotes, la noche estrellada y el silencio recuerdan lo que significa una naturaleza intacta.
La isla es también hogar de monumentos naturales únicos como el Torrent de Pareis, un espectacular cañón en la Sierra de Tramuntana, o las Fonts Ufanes, fuentes que emergen de la tierra tras las lluvias, como si el paisaje respirara. Estos lugares nos recuerdan la importancia de preservar lo que la naturaleza nos regala.
Pero Mallorca no se conforma con proteger sus tesoros: también desea inspirar e implicar. En la isla se parte de un principio fundamental: conocer Mallorca no es solo visitarla, sino quererla y cuidarla. Por eso, se trabaja por consolidar un turismo responsable basado en el respeto al entorno natural, a las comunidades locales, al patrimonio cultural y a las tradiciones.
A través del Pledge, un manifiesto que impulsa un turismo consciente y responsable, Mallorca invita a un compromiso compartido para sentar las bases de un modelo sostenible y marca la hoja de ruta hacia un futuro en el que conservar y disfrutar vayan de la mano. Cada persona que pisa la isla está llamada a sumarse, para que su patrimonio natural siga vivo para siempre y para todos.
Gestos tan simples como no dejar residuos, recoger incluso lo que no es nuestro, o respetar los senderos señalizados se convierten en parte de una gran cadena de cuidado colectivo. La protección de los espacios naturales también implica tomar decisiones sostenibles en el día a día: caminar o desplazarse en bici, reducir el consumo de agua y energía, apoyar alojamientos con buenas prácticas o, en el mar, no tocar la vida marina ni fondear sobre las praderas de posidonia.
Mallorca está comprometida con un turismo que no solo contemple sus tesoros naturales, sino que los valore, los respete y los cuide. Mallorca no solo se visita, se vive. Y en ese vivir, cada paso debería ser también una promesa: la de mantener viva la belleza que la hace única.