Con la llegada de Wicked, el Nuevo Teatro Alcalá se ha llenado con expectación palpable y muchos nervios…
Gente de todas las edades, algunas caras ya familiares entre los aficionados al musical, otras entrando por primera vez en este universo mágico que hace años funciona como fenómeno mundial. En el hall, se sentía ese murmullo de ilusión: “¿cómo lo adaptarán?”, “¿será como Broadway o Londres?”, “¿cómo serán Elphaba y Glinda en español?”.
Desde el momento en que cae el telón, Wicked se despliega como un espectáculo ambicioso, de gran formato, que busca sumergir al público en Oz. La música, las luces, la escenografía y el vestuario se combinan para construir un decorado visual impresionante. La transformación del escenario al paso de los actos logra, en esas transiciones, atrapar al espectador; no hay momentos muertos: cada escena tiene peso narrativo y estético.
Y en esto aparecen las Cristinas…
Cristina Picos como Elphaba y Cristina Llorente como Glinda son el corazón del montaje.
Picos transmite una fuerza auténtica, tanto vocal como dramática, y logra que los momentos más potentes de la obra (como Defying Gravity) retumben en la sala con emoción. Llorente, con una Glinda que equilibra lo cómico, lo frívolo aparente y un trasfondo más serio, aporta luz y calidez, y la química entre ambas actrices consigue que la rivalidad pase a amistad de forma creíble y emotiva.
El resto del elenco está muy bien arropado. Nombrar a Lydia Fairén como Nessarose, Guadalupe Lancho como Madame Morrible, Xavier Nogales en el papel de Fiyero o Javier Ibarz como el Mago de Oz: cada uno aporta carácter y cambio de tono cuando toca, fortaleciendo el tejido dramático de la obra.
Visualmente, el espectáculo brilla. Vestuario colorista, sorpresa en los detalles incluso de los personajes secundarios; iluminación que acompaña sin abrumar pero con presencia, y una escenografía que mezcla lo imponente con lo poético (destacando especialmente los cristales verdes de la Ciudad Esmeralda, los efectos de vuelo, los elementos de fantasía). La orquesta en vivo complementa, con riqueza sonora, los momentos musicales, manteniendo energía continuamente.
Al público pareciera que se le quedan cortas las tres horas de espectáculo (con descanso), porque entre los aplausos, las letras memorables y las canciones emblemáticas (Defying Gravity, Popular, For Good), el tiempo, como la historia, parece volar…
Crítica: luces, sombras y reflexiones
No todo es perfecto, y es justo destacar tanto lo que funciona como lo que podría revisarse o mejorarse, sobre todo conforme avance la temporada.
Lo más sólido
Producción espectacular: En cuanto a escenografía, vestuario, puesta en escena, efectos especiales y ambientación, Wicked cumple lo que promete: magia visual al servicio de la historia.
Mensaje relevante: Más allá del espectáculo, Wicked no solo entretiene: plantea temas de identidad, discriminación, prejuicio, amistad y poder, lo que lo convierte en algo más que un musical “bonito”: algo con resonancia y con capacidad para dejar pensando al espectador tras los aplausos.
Ritmo y variedad visual: Se agradece que no haya momentos de bajón significativos; cada número musical, cada transición, cada escena dramática están bien medidas en duración e impacto.
Lo que podría mejorar
Secundarios y dicción: Aunque el elenco base destaca con fuerza, algunos personajes secundarios no logran en ciertas escenas la intensidad o presencia que demandan, ya sea por voces menos potentes, interpretación algo desigual o una dicción que en momentos se vuelve confusa, especialmente en piezas más rápidas o corales.
Espacios acústicos y volumen: Hay momentos en que la orquesta podría subir ligeramente su presencia, sin opacar, para equilibrar mejor con las voces, especialmente en filas traseras del teatro. En ciertos pasajes, quizá la mezcla sonora resulte algo justa para quienes están lejos del proscenio.
Potencial visual desaprovechado en momentos cumbre: Hay escenas que podrían sacarle aún más partido al espectáculo (más iluminación, efectos, atmósfera) para que los clímax dramáticos sean todavía más sobrecogedores. En el estreno, algunos de estos momentos grandiosos se quedan simplemente “muy bien”, pero no llegan a lo trascendente que podrían aspirar.
EN DEFINITIVA…
Wicked, en su llegada a Madrid, es un triunfo. No solo cumple sino que, en muchos sentidos, eleva las expectativas para lo que se pueda montar en la escena del musical en España. Es un montaje que vale tanto por lo visual como por lo emocional; una carta de presentación fuerte del género grande en teatro.
Para quien ame los musicales, para quien busque espectáculo, emoción, y una historia que combina fantasía y reflexión, es una cita imprescindible. Y para quien hasta ahora no haya sido seguidor del género, Wicked puede ser ese punto de entrada ideal: maravilloso, potente y bien construido.
Y UNA SORPRESA…
En la primera función estuvo el creador de la música y la letra de Wicked, Stephen Schwartz (ganador de muchos premios importantes en su campo, incluyendo tres premios Oscar, cuatro Grammys, cuatro premios Drama Desk, un Globo de Oro, entre otros), que se mostró muy contento de poder estar en Madrid y de ver el espectáculo y agradeció el trabajo de todo el equipo, la adaptación que han hecho del musical y especialmente a las dos protagonistas, las Cristinas…