En la región más rural de Portugal, el pan es más que un alimento básico: es patrimonio, historia y motor fundamental de la vida y la economía local.
El Alentejo, extensa región portuguesa de amplios campos bañados por una especial luz dorada, se conoce como A terra do pão, “la tierra del pan”. Históricamente, el territorio ha basado su gastronomía en este producto esencial, produciendo una variante propia de miga densa y corteza gruesa. El 16 de octubre se celebra mundialmente el Día del Pan, rindiendo homenaje a este alimento y sirviendo de ocasión ideal para conocer mejor al protagonista de las mesas alentejanas.
Del campo al horno…
Para descubrir la historia del pan alentejano, lo mejor es comenzar desde sus orígenes: los campos de cereales. La Ruta del pan, un itinerario senderista por los paisajes de trigales en las inmediaciones de Beja, es un buen punto de partida para ello, terminando en la pequeña villa de Vale de Rocins, donde los viajeros pueden participar en un taller para aprender a hacer pan de forma tradicional.
…Y del horno al plato
En el Alentejo no hay día sin pan, y por ello, tanto los restaurantes más sofisticados como las tabernas de toda la vida le hacen un hueco a este alimento en sus cartas. Además de como acompañamiento, este producto también se integra en platos tan típicos como las migas à alentejana con carne de cerdo. Es imprescindible probar también la açorda, una icónica sopa rural a base de pan, aceite, ajo y cilantro, aunque a veces también se añaden un huevo escalfado o pescados, mariscos o carnes para lograr un sabor más potente. Tampoco se libran los postres: hasta los bollos de Beja se elaboran con masa de pan.