Un clic. Y estás caminando entre las columnas del Partenón, en Atenas. Otro clic, y la arena del desierto del Sahara parece crujir bajo tus pies digitales. Sin hacer colas, sin jet lag, sin maletas: el mundo al alcance de un avatar. El turismo ya no se limita a mapas ni fronteras. El turismo —en su nueva forma— está mutando en bit y código, y su nombre es metaverso.
No se trata solo de visitar, sino de vivir una versión paralela de los lugares que soñamos. Y algunos países ya están compitiendo por atraer turistas… sin que estos tengan que viajar.
Un planeta paralelo de destinos digitales
Desde el Louvre hasta el Machu Picchu, cada vez más espacios emblemáticos están siendo replicados en entornos de realidad virtual. Algunos con ambición pedagógica. Otros con intenciones comerciales. Pero todos con un objetivo común: redefinir qué significa "viajar" en el siglo XXI.
Desde el Louvre hasta el Machu Picchu, cada vez más espacios emblemáticos están siendo replicados en entornos de realidad virtual
Francia: el arte no necesita pasaporte
El Museo del Louvre lanzó una experiencia inmersiva donde el visitante puede explorar sus salas, ampliar obras maestras, escuchar relatos curados por historiadores y hasta observar detalles invisibles al ojo humano. Todo esto sin moverse de casa.
El Palacio de Versalles también se puede recorrer virtualmente con auriculares VR, incluyendo zonas cerradas al público habitual. En un salón de espejos que no refleja turistas, solo la historia.
Egipto: la eternidad en píxeles
Ante el desgaste natural de sus monumentos, Egipto ha digitalizado partes de la necrópolis de Giza y tumbas del Valle de los Reyes, permitiendo recorridos en 3D por espacios que ni siquiera pueden visitarse físicamente.
Un arqueólogo virtual explica las pinturas de Ramsés VI mientras tú, avatar visitante, flotas suavemente por un pasillo de jeroglíficos milenarios.
Brasil: naturaleza aumentada
El Parque Nacional de Iguaçu, con sus cataratas colosales, ahora tiene una réplica sensorial donde los sonidos del agua y los cantos de aves tropicales se reproducen con precisión acústica. La idea: concienciar sobre el ecoturismo y atraer a jóvenes viajeros que comienzan su contacto con el mundo desde una pantalla.
Seúl ha desarrollado un proyecto ambicioso llamado "Metaverse Seoul"
Corea del Sur: el metaverso como soft power
Seúl ha desarrollado un proyecto ambicioso llamado "Metaverse Seoul", que incluye rutas culturales, festivales de K-pop, recorridos por mercados tradicionales y visitas virtuales a templos budistas. Con ello, Corea exporta cultura y diseño sin necesidad de vuelos.
La ciudad incluso ha replicado su ayuntamiento y oficinas para permitir a los ciudadanos y turistas interactuar en este espacio como si fuese rea
EE.UU.: parques nacionales y ciudades inmortales
Los Parques Nacionales de EE.UU. (como el Gran Cañón, Yellowstone o Yosemite) ya están disponibles en experiencias interactivas, gracias a iniciativas como Google Arts & Culture y desarrolladores independientes.
También ciudades como Nueva York o San Francisco han creado entornos en el metaverso para mostrar su patrimonio arquitectónico, museos o itinerarios gastronómicos.
¿Qué está motivando este boom?
Retos y dilemas del turismo virtual
Muchos de los viajeros del mañana quizás se enamoren del mundo antes de pisarlo
El futuro: experiencias híbridas
Cada vez más agencias ofrecen paquetes mixtos: primero una visita al metaverso para preparar el viaje real, y luego una experiencia física con realidad aumentada en destino (por ejemplo, ver cómo era Roma en tiempos de César mientras caminas por el Foro Romano).
También se empieza a hablar de souvenirs digitales (NFTs de postales, entradas únicas a eventos virtuales, trajes culturales para avatares) que permiten continuar la experiencia una vez terminada.
¿Viajar sin salir?
Quizás el metaverso no reemplace nunca la emoción de un tren, el olor de una calle extranjera, el sabor de un mercado. Pero ofrece algo distinto: una forma de viajar más inclusiva, previa, duradera.
Y lo más inquietante es esto: muchos de los viajeros del mañana quizás se enamoren del mundo antes de pisarlo. Y cuando lo hagan, ya tendrán un mapa invisible dentro de sí.