Guatemala es un país que nunca se agota. Más allá de las majestuosas pirámides de Tikal y del magnetismo colonial de La Antigua —dos paradas imprescindibles en cualquier viaje—, existe otra Guatemala. El país está lleno de rincones inexplorados que esperan ser descubiertas por los viajeros más curiosos. Paisajes de piedra caliza donde el agua crea colores imposibles, selvas que abrazan ríos tranquilos y comunidades donde la tradición sigue marcando el ritmo del día.
Desde las aguas termales de Semuc Champey hasta los bosques tropicales que bordean el Río Dulce, en esta selección descubrimos cinco destinos alternativos, para quienes buscan ir más lejos y conectar con una Guatemala aún por explorar.
Isla de Flores
Es imposible no enamorarse de la tranquilidad de Isla de Flores, un pequeño enclave de casas de colores pastel que emergen sobre el Lago Petén Itzá. Sus calles adoquinadas y casas de estilo colonial, su ambiente pausado y sus atardeceres rosados la convierten en una de las paradas más especiales del norte de Guatemala. Antaño fue el último bastión de los antiguos Itzá Maya, hoy sirve como una base tranquila para explorar las maravillas naturales y arqueológicas de la zona. Hay que descubrir sus encantadoras tiendas y cafés, disfrutar del tiempo en el lago y probar platos locales con pescado blanco.
Yaxha Nakum Naranjo
Semuc Champey
Considerada una de las maravillas naturales del país, escondida en las montañas densamente cubiertas de jungla de la región de Alta Verapaz, Semuc Champey es un imprescindible de cualquier visita al país. Este prodigio natural está compuesto por un sistema de pozas escalonadas de agua turquesa que se forma sobre un puente natural de piedra caliza, con el río Cahabón fluyendo por debajo. El camino para llegar puede ser una aventura en sí misma, pero el espectáculo lo compensa con creces: piscinas cristalinas donde bañarse, senderos selváticos y un mirador que regala una de las vistas más icónicas de Guatemala.
El Paredón
Ubicado en la costa del Pacífico, este tranquilo pueblo playero es un refugio para surfistas y amantes de la naturaleza. Las olas constantes de El Paredón lo convierten en el lugar perfecto para surfistas, tanto experimentados como principiantes, que desean disfrutar de sol, surf y serenidad. Para aquellos que busquen otras actividades acuáticas, el kayak entre los manglares cercanos es una experiencia inolvidable. Sus playas volcánicas y los atardeceres que tiñen el horizonte de tonos fuego crean un ambiente relajado y bohemio. Además, pequeños hoteles con encanto y proyectos comunitarios forman parte de este lugar rebosante de autenticidad.
Quetzaltenango