Una manifestación cultural viva que ha perdurado durante siglos y se mantiene como un espectáculo protagonista de las celebraciones navideñas de la isla.
Cada Nochebuena, Palma acoge una de las tradiciones navideñas más extraordinarias de Europa: el Canto de la Sibila, un canto de origen medieval que tan solo ha sobrevivido al paso de los años en Mallorca y L’Alguer. Esta ceremonia profética enmudece a los asistentes a las tradicionales Matines (Misa del Gallo) mallorquinas.
El personaje de la Sibil·la representa a las pitonisas cuyos libros proféticos eran consultados en el mundo antiguo para conocer el futuro de una comunidad. El cristianismo adoptó este personaje y lo incorporó como un elemento más de la liturgia navideña.
De la antigüedad grecolatina a la Navidad mallorquina
El Cant de la Sibil·la es una canción profética medieval que anuncia la llegada del Juicio Final y, por ende, el regreso de Jesucristo. Por lo que, la letra combina advertencias sobre el fin de los tiempos y un mensaje de esperanza. Esta tradición tiene raíces antiguas, cuyo origen se sitúa en el mundo grecolatino y que más tarde se cristianizó en la Edad Media. En la mayor parte de Europa, el canto de la Sibila dejó de interpretarse, pero Mallorca ha mantenido viva esta tradición.
Esta pieza litúrgica se interpreta la noche del 24 de diciembre, durante el oficio de Matines, conocida popularmente como Misa del Gallo. El canto se interpreta en la mayoría de las iglesias de isla, aunque el escenario más reconocido para escucharlo es la Catedral de Mallorca. La impresionante puesta en escena y el eco natural este espacio realzan la interpretación. Además, la Seu es el lugar donde el canto se ejecuta de la forma más fiel al rito tradicional.
Otras iglesias destacadas de la capital balear para presenciar el Canto de la Sibila son la Iglesia de Santa Eulàlia, la Basílica de Sant Francesc, la Iglesia de Santa Catalina Thòmas y el monasterio La Real.
En la mayoría de las iglesias, el Canto de la Sibila es interpretado por un niño o una niña, aunque en algunos lugares lo recita un adulto. El cantante entona el canto a capella o bien acompañado por un órgano. El vocalista, conocido como la Sibila, viste una túnica medieval y sostiene una espada. El momento más icónico de la representación llega cuando la Sibila alza la espada mientras recita los versos que anuncian el Juicio Final. Todos estos elementos contribuyen a crear una escena solemne y emotiva.
Patrimonio vivo de la Navidad mallorquina
Aclamado como uno de los fenómenos más singulares y relevantes de la historia musical mallorquina, dada la convergencia de tradición popular y música culta, no es de extrañar que en 2010 haya sido declarado Bien de Interés Cultural Inmaterial y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
En Palma, además, es habitual que las familias recorran el casco antiguo para admirar los belenes históricos después de presenciar el Canto de la Sibila, considerados uno de los principales atractivos navideños de la ciudad.