PERSONAJES

Ana Belén, Goya de Honor 2017: “No trabajamos para que nos den premios”

Redacción | Miércoles 01 de febrero de 2017

Caballero de la Orden de las Artes y Letras francesas en 1986, Medalla de Oro de la Academia 1995 y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes en 2007, ¿de quién estoy escribiendo?

Pues de Pilar Cuesta Acosta….

Si escribo que la madrileña Pilar Cuesta Acosta va a recibir el Goya de Honor 2017, muchos se quedarán con la boca abierta y no acertarán a saber de qué estamos hablando, pero si digo que Pilar Cuesta Acosta, más conocida como Ana Belén, recibirá el Goya de Honor 2017, muchos cerrarán la boca y entenderán de quién estamos hablando y entenderán el porqué de ese premio. Eso creo…

Cuando me dijeron que me iban a dar el Goya honorífico pensé que se habían equivocado

Y eso será en la noche del sábado, 4, en la que se van a dar 29 Goyas, y el único seguro es el suyo…

“A una actriz que es referente de muchas generaciones y sigue siendo rostro y voz imprescindible de nuestra cinematografía”, según destacó la Junta Directiva de la Academia del Cine cuando hizo público ese galardón.

Ana Belén ha optado cinco veces a los Goya…

-Cuando me llamaron para decir que me iban a dar el Goya honorífico pensé que se habían equivocado, me habían confundido con otra persona –dice entre sonrisas- pero Ivonne me dijo que la decisión había sido por unanimidad, y me decía escucha… y oía aplausos, y eso me emocionaba más y entramos en un bucle de emociones, de llantos, de risas, de aplausos, a través del teléfono. Y como siempre que me ocurren este tipo de situaciones que no son normales, me acordé de toda la gente que a lo largo de mi vida me han ayudado, sobre todo de aquellos que ya no están aquí con nosotros, que me han dejado enseñanzas y todo su impronta en mí como actriz… y no sólo como actriz, también como persona…

Con 13 años, bajo la dirección de Luis Lucia y junto a Fernando Rey, Ana Belén comenzó su trayectoria cinematográfica en 1965 con uno de los títulos ya "clásicos” de nuestra filmografía: “Zampo y yo”, en el que interpretaba canciones de Augusto Algueró y Adolfo Waitzman. La escasa repercusión de la película, lejos de las expectativas de sus productores, alejó a la actriz de los platós de cine y la llevó al teatro, de la mano de Miguel Narros, quien la "descubrió" durante el rodaje de la película.

-El discurso va a ser corto y creo que hay que ser muy consciente de los tiempos… pero ¿quién sabe la emoción por dónde viene? No puedo preverlo, mencionaré a toda la gente que me ayudó, incluso antes de entrar en la profesión… tantos actores con los que he tenido la suerte de trabajar, directores… y por encima de muchos y dentro de la profesión a Miguel Narros. Creo que soy un poco el enganche entre diferentes generaciones y todo eso va a formar parte de lo que quisiera expresar en pocas palabras…

A partir de ahí dio comienzo una larga y fructífera trayectoria cinematográfica, con títulos como “Aunque la hormona se vista de seda” (Vicente Escrivá), “Morbo” y “Al diablo con el amor” (Gonzalo Suárez), “Separación matrimonial” (Angelino Fons), “Vida conyugal sana” (Roberto Bodegas), “El amor del capitán Brando” y “Jo, papá” (Jaime de Armiñán), “Tormento” (Pedro Olea), “La criatura” (Eloy de la Iglesia), “La petición” (Pilar Miró), “La oscura historia de la prima Montse” (Jordi Cadena), o “Emilia, parada y fonda” y “Sonámbulos” (José Luis García Sánchez).

Miguel Narros se convierte en un profesor de vida, en la vida de una adolescente

Le siguen títulos indispensables de nuestro cine: “La colmena” y “La casa de Bernarda Alba”, de Mario Camus; “Demonios en el jardín”, de Manuel Gutiérrez Aragón; “La corte de Faraón”, “Divinas palabras” y “El vuelo de la paloma”, de Jose Luis García Sánchez; “Sé infiel y no mires con quién”, de Fernando Trueba…

Cuatro nominaciones como actriz protagonista y una como directora novel, pero nunca consiguió llevarse el premio…

-Por supuesto que no trabajas para presentarte ni para que te nominen a los Goya… trabajas en lo que te gusta y no trabajas para que te den premios… Cada una de las veces que me han nominado me ha parecido que ¡Esto es Hollywood!, porque con la nominación pensaba que eso era muchísimo más de lo que esperaba… cuando estaba en la butaca con más o menos nervios en ningún momento pensé que iban a dar mi nombre… el hecho de estar nominada me parecía un premio estupendo…

En 1991 se estrena como directora adaptando la obra de Carmen Rico Godoy “Cómo ser mujer y no morir en el intento”, filme español más taquillero de ese año protagonizado por Carmen Maura y Antonio Resines. En esa misma década protagoniza títulos como “Rosa, rosae”, de Fernando Colomo; “La pasión turca” y “Libertarias”, de Vicente Aranda; “El amor perjudica seriamente la salud”, de Manuel Gómez Pereira, entre otros, y ya en los 2000 interviene en “Antigua vida mía”, dirigida por Héctor Olivera y donde comparte reparto con Cecilia Roth; y “Cosas que hacen que la vida valga la pena”, de Gómez Pereira, en 2004…

¿Pero ha valido la pena?

-Pues si ha valido y mucho. Y sigue valiendo porque te encuentras con sorpresas que no están previstas en el guion, esta es una profesión en la que de hecho los actores trabajamos mucho la improvisación y tiene mucho que ver con la vida que llevamos, hay muy pocas cosas que tu preveías, que planifiques y que salgan, lo normal es que no salgan y que de repente suene la flauta haciendo una película que ni pensabas…

Y así en 1974 llega uno de sus títulos emblemáticos…

-Recuerdo un año, unas Navidades, el día 24 de diciembre me llama Jaime de Armiñán, y me dice que está en Madrid, que están rodando una película en Pedraza, que se ha quedado todo el equipo aislado por la nieve y que él se había venido antes y estaba en Madrid, que tenían un problema, que habían empezado la película sin actriz, y que me llamaba para incorporarme a esa película… 24 de diciembre… cordero en el horno… y me dice ‘voy a tu casa a contarte el guion, porque no me he traído ningún ejemplar del mismo, así que te lo tengo que contar’. Vino, me contó la película y le dije que sí y el 26 estaba en Pedraza rodando “El amor del capitán Brando”, que es una de las películas que más alegrías me ha dado… Eso no estaba previsto, no estaba previsto que de repente coincidas trabajando o haciendo una película, coincidas con otro o conoces a alguien que te sorprende… hay cosas que no están previstas y esta profesión tiene mucho que ver con eso, con lo que puede ocurrir en un momento determinado…

El cine español ha evolucionado y sabe contar historias personales y diferentes

Como Miguel Narros…

-Miguel Narros estaba ocupándose del vestuario de “Zampo y yo” y para mí era un señor que me trataba de una manera adulta, no como a una niñita que cantaba bien, me trataba como a una adolescente… y al terminar la película me descubrió que tenía una escuela de teatro y que si quería ir a estudiar, y está claro, no solo se convierte en un profesor, se convierte en un profesor de vida, de la vida de una adolescente… hay muchas cosas que no están previstas…

Con más de 40 películas en sus 50 años de carrera, tiene una buena perspectiva del cine español…

-Creo que ha evolucionado, desde que yo empecé, a saber contar historias muy personales, a contar historias muy diferentes, si algo estupendo ha ido pasando a través de los años es que se han ido dando miradas muy diferentes sobre muchísimos temas, bien del pasado, con la memoria, o bien del presente más presente con los problemas que ahora mismo nos acucian… diferentes miradas, con muy buenos guionistas, con muy buenos directores, gente muy preparada, es algo tan rico lo que ha ido ocurriendo en este país, no solo directores, actores… cada vez gente mucho más preparada, con un problema muy gordo que es el de financiación… incluso a pesar de ese problema tan gordo, el económico, la gente se busca la posibilidad de poder hacer eso que realmente quiere, de poder llevar adelante un proyecto, a través de crowfunding, de empeñar los pocos ahorros que se tienen, a través de salir con un teléfono móvil y grabar, se pueden contar miles de historias y de miles de maneras y lo que si hay es una gran inteligencia para hacer esas historias, para crearlas, analizarlas e interpretarlas y muy poco dinero.

Pero… ¿La Academia cómo está?

-La Academia está en un momento estupendo… me han premiado a mí –risas-… Creo que la Academia tiene un problema de financiación muy gordo, como todos sabemos y hace lo que puede… y está muy preocupada por lo que ocurre en el sector desde todos los campos de una película hasta como esa película llega a la gente… También está preocupada por preservar el legado de tanta gente que se ha ido haciendo mayor y que ha contado tantas historias… La gente joven que llega tendría que saber, tanto actores como directores, quienes son los que les han precedido, que actores había hace muchos años haciendo cine, pero no solo los protagonistas, actores maravillosos secundarios y que directores… Y esa es una labor que la Academia, gracias a algunos académicos que están haciendo eso y están preservando la memoria y creo que esa es una de las finalidades. También reconocer a toda la diversidad de la gente que la forman y otra gente que aunque no tenga que ver con la Academia hace cine en este país y que son muy diversos como el cine que hacen, y así este año tenemos la suerte de haber presenciado películas fantásticas, un grupo de películas estupendas como no ha habido en los últimos años.

Me gustaría que me ofreciesen un personaje como el que ofrecen a los hombres, con muchos matices y aristas

Solo cuatro mujeres se han llevado el Goya de honor, Rafaela Aparicio, Imperio Argentina, Josefina Molina y Concha Velasco… ahora se une a ellas Ana Belén, como la quinta mujer…

¿Un Goya que puede significar que la carrera está finiquitada?

-Me encantaría hacer más cine, sinceramente, porque es un medio que siempre me ha gustado mucho y me he encontrado muy a gusto, me gusta la relación que se establece cuando inicias un rodaje y encuentras a todo el mundo haciendo piña por ese proyecto. Me gusta a pesar de los madrugones, de las esperas, de la poca continuidad que tiene el trabajo, y a pesar de los cortes me gustaría seguir haciendo más cine, me siento con energía, y espero que me sigan ofreciendo trabajos en el cine.

Dirigió una única película, “Como ser mujer y no morir en el intento” en 1991, un éxito de público y nunca más se puso detrás de las cámaras…

-Hay cantidad de gente joven, con unos problemas impresionantes para llevar adelante un proyecto, para conseguir hacer su película, para conseguir encajar todas las fichas y poder tener una buena película, yo que no estoy tan preparada, estoy un poco apartada en ese sentido, ¿cómo voy a pretender decir que voy a dirigir una película? Sería frívolo por mi parte, y no es porque no sienta que hay por ahí alguna historia que no se ha contado y que merecería contarse y quizá podría contarla, pero no la puedo decir,- (risas) -aunque en este momento pienso que la gente está más preparada, más joven y con más recursos, recursos entre compañeros y actores y equipo técnico, porque están muy conectados, lo único que no tienen es dinero… lo pasé muy bien rodando aquella vez, pero sé muy poco y en esta profesión sigo aprendiendo y esa es otra de las cosas que me hacen seguir, a lo mejor en algún momento me lanzo a dirigir otra película -(se ríe)- no lo sé, pero no entra en este momento en mis planes.

Desde “Cosas que hacen que la vida valga la pena, 12 años sin hacer cine, quizá el teatro, las giras, las grabaciones lo han impedido…

-No han primado otros proyectos, si me llaman para hacer una película lo dejo todo… -(sonríe)- y nunca he mezclado, cuando estoy haciendo teatro solo hago teatro, para mí es un trabajo absorbente. Personalmente yo no tengo esa capacidad de hacer por la tarde teatro y por la mañana otra cosa, admiro a los compañeros que pueden hacerlo, pero yo no puedo… En esos años he tenido giras, obras de teatro que me han hecho crecer como actriz, pero no ha habido un proyecto cinematográfico en esos doce años…

Pero no sería cualquier papel en cualquier película…

-Me apetecería que me ofrecieran una película en la que sintiera que puedo desarrollar bien un personaje, que se puede llevar adelante, un personaje que no esté como un jarrón, y creo que el personaje jarrón no lo he interpretado nunca, porque no he querido, -(sonríe)- entonces me gustaría un personaje… como el que suelen ofrecer a un hombre, es decir con muchos matices, muy ricos, con muchas aristas… pero que me ofrecieran algún personaje.

Y surge la colaboración para trabajar en la segunda parte de “La niña de tus ojos”, con Trueba…

-Estaba en el Matadero, con una obra de teatro, ‘Kathie y el hipopótamo’… y Trueba me dice que estaba haciendo esa segunda parte, y que tenía un personaje para mí, en un papel muy pequeño. Le dije que sí… Muy contenta, porque aunque fue muy poco el tiempo que estuve en el rodaje, me encantó rodar y sentirme en esa época y con esos actores…

El 25 de noviembre se estrenó esa última incursión en la gran pantalla: “La reina de España”.

La polémica rodeó a esa película, por unas declaraciones de su director…

-La gente debería poder decir lo que siente en un momento determinado sin que nadie se muriese, más aún si unas determinadas declaraciones, dicho y confirmado por el propio Trueba, se hacen en clave irónica y se sacan de ese contexto… Es muy jodido. Recuerdo hace muchos años Víctor y yo nos en encontramos en una polémica muchísimo más gorda que ésta. Por un anónimo dijeron que habíamos pisado la bandera española, cosa que no era cierta, cuando luego tiraron del hilo supieron que no era verdad pero el mal ya estaba hecho… La situación, era el año 73, estábamos en plena dictadura, y la policía va a tu casa y tienes que ir a presentar declaración a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol… para mí, está polémica con Trueba me ha retrotraído a aquel momento… a esa intolerancia y esa intransigencia, a eso que a todos nos suena muy mal, pero somos incapaces de decir un momento… Ya sé que ahora es difícil controlar, con las redes, la mentira, la repetición de una noticia sacada de contexto, las opiniones que cualquiera vierte en las redes… Y a mí me ha recordado esta historia algo terriblemente reconocible, como si no hubieran pasado 43 años, que se dice pronto…

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