TURISMO INTERNACIONAL

Minsk, sede de los Segundos Juegos Europeos

Redacción | Martes 25 de junio de 2019

Los Segundos Juegos Europeos, que finalizarán el domingo 30 de junio, con más de 4.000 deportistas participantes, se están celebrando en Minsk, la capital de Belarús.

Los Juegos Europeos son un evento multideportivo relativamente moderno, si bien ya existía una larga tradición de eventos multideportivos en otros continentes, empezando por los Juegos Panamericanos y los Juegos Asiáticos de 1951, seguidos por los Juegos del Pacífico de 1963 y los Juegos Africanos de 1965.

La idea de organizar unos Juegos Europeos cristalizó en diciembre de 2012, durante la 41 Asamblea de los Comités Olímpicos Europeos (EOC por sus siglas en inglés). El primero de sus eventos se celebró en Bakú, la capital de Azerbaiyán, y tres años después se añadió al movimiento olímpico el «quinto anillo faltante». Y así es como comenzó la tradición de los Juegos Europeos. Los 50 Estados miembros del EOC participaron en los Juegos Europeos de Bakú 2015, así como las islas Feroe y Gibraltar.

Minsk y los Juegos

Siguiendo la estela de la exitosa primera edición de los Juegos de Bakú, ahora es el turno para que Minsk presente su bien desarrollada infraestructura deportiva. La elección de Minsk no fue aleatoria, pues la capital del país cuenta con una gran experiencia a la hora de alojar competiciones internacionales de primera categoría, como el campeonato Mundial de Hockey sobre hielo de 2014 y el Campeonato Europeo de Patinaje Artístico en 2019. En junio, Belarús volverá a dar la bienvenida a deportistas, federaciones, aficionados al deporte y visitantes de todo el mundo para que disfruten del mejor espíritu deportivo, así como de su cultura y hospitalidad.

Minsk

Barrios históricos, teatros clásicos y vastos parques verdes… sin embargo, la capital de Belarús tiene mucho más que ofrecer, desde centros creativos y un impresionante arte callejero, hasta bares de moda.

Minsk está en el centro de Belarús, así que es fácil partir hacia otra ciudad desde ella, como Hrodna (Grodno), Brest y Vítebsk.

Grodno

Está situada cerca en la frontera polaca y mantiene el espíritu de una pequeña ciudad europea. Alberga, además, una serie de interesantes lugares de patrimonio. No hay que perderse un paseo por la zona peatonal de Savieckaya Vulica, con un adoquinado que data de 1938. También encontrarás museos muy interesantes, como su exclusivo museo dedicado a la vida e historia de Grodno. Visita el templo más antiguo del país, la iglesia Kalozha del siglo XII, erigida en las orillas del río Neman y la magnífica catedral de San Francisco Javier, con su altar tallado de 21 metros.

Brest

En Brest puedes aprender sobre la tumultuosa historia de la ciudad gracias a los muchos lugares conservados, en concreto su famosa fortaleza. Empieza con el Museo arqueológico de Brest, donde se pueden ver los vestigios de la ciudad del siglo XII con sus edificios, calles y casas. Continúa por el Museo de la Fortaleza y sus exposiciones de tiempos bélicos. Dirigiéndose por la zona peatonal (de nuevo la Savieckaya) se encuentran acogedoras cafeterías y bonitos bares de moda. No hay que perderse el ritual diario de la iluminación de las farolas.

Vítebsk

Es la ciudad natal de Marc Chagall y un importante centro de artistas bielorrusos. Dar un paseo por sus calles salpicadas de casas de ladrillo y por los bancos del río Daugava. Digno de ver es la Casa-Museo de Chagall y el Centro de Arte Marc Chagall. Este artista pasó su infancia en Vítebsk, hasta que a los 20 años la abandonó, aunque nunca dejó de pintar estos mismos edificios a lo largo de toda su vida.

Visitar un castillo o una iglesia

Belarús cuenta con un rico pasado que podrás descubrir en los múltiples tipos de castillos e iglesias de todas las confesiones que hay. Algunos están tan ruinosos que hay que echar mano de la imaginación para hacerse una imagen completa, pero otros están en tan buen estado que te sorprenderán. Las recomendaciones: dos emblemáticos castillos y dos iglesias majestuosas ocultas a simple vista.

El palacio de Mir

Es uno de los monumentos más emblemáticos y conocidos de Belarús, muy fotografiado en Instagram, y absolutamente digno de visitarse. Se edificó en el siglo XVI y perteneció a la familia aristocrática probablemente más famosa de Belarús, los Radziwill. Se dice que está encantado (como cualquier palacio que se respete). La leyenda cuenta que sus propietarios excavaron un pasadizo subterráneo entre el palacio de Mir y el de Nesvizh, su segunda residencia.

El palacio de Nesvizh

Es otra de las residencias de la familia Radziwill. Alojó a reyes que acudían a bailes y actuaciones locales. Los terrenos del palacio tienen una extensión de 90 hectáreas y el edificio en sí mismo es una mezcla de estilos arquitectónicos que incluyen el renacentista, el barroco, el neoclasicista y el modernista. Abundan los cuentos de fantasmas familiares, así como las historias de amores trágicos y tesoros escondidos.

La iglesia de la Santísima Trinidad

Esta iglesia situada en el pueblo de Gervyaty es, con sus 61 metros de altitud, la catedral más alta de Belarús. Para algunos también es la más bella, y no sin razón, ya que es la única iglesia del país que cumple con todos los cánones neogóticos y resulta inesperadamente atractiva en un pueblo pequeño como en el que está. Asiste a un oficio en la iglesia, en bielorruso, polaco y lituano, y date un paseo por el cercano parque estilo francés con esculturas.

La iglesia de Muravanka

La iglesia de la Natividad de la Santísima Virgen María en Muravanka es otro ejemplo de arquitectura eclesiástica inusual. Tiene 600 años de antigüedad y originalmente se edificó para servir no solo como templo, sino también de fortaleza; de ahí las leyendas de pasadizos subterráneos y tesoros escondidos que la pueblan. Parece un castillo de verdad, con sus gruesos muros, piedras de sillería, ladrillo y torres.

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