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El Carnaval de Binche, uno de los más antiguos y curiosos de Europa
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El Carnaval de Binche, uno de los más antiguos y curiosos de Europa

La ciudad medieval de Binche está situada al sur de Bruselas, en la provincia belga de Hainaut.

Cada año, durante los tres días que preceden la Cuaresma, en esta ciudad de más de 32.000 habitantes se celebra un carnaval en el centro histórico de la ciudad que atrae a un gran número de visitantes extranjeros. El célebre Carnaval de Binche, cuyos orígenes se remontan a la Edad Media, es una de las más antiguas celebraciones de este tipo que sobreviven en Europa.

Los orígenes del célebre Carnaval de Binche se remontan a la Edad Media

Durante esos días, reina un ambiente de gozosa efervescencia en la ciudad, donde miles de habitantes se afanan en la confección de suntuosos trajes y participan en los ensayos con los instrumentos de percusión y en los bailes de disfraces. El domingo de Carnaval, que marca el inicio oficial de las festividades, las calles y los cafés de Binche se ven invadidos por muchedumbres festeras disfrazadas que recorren la ciudad.

Los Mam’selles, hombres disfrazados con extravagantes atuendos femeninos, son la principal atracción de ese día. El apogeo de la fiesta es el martes de Carnaval, cuando hacen su espectacular aparición los legendarios Gilles. Una vez ataviados en una ceremonia ritual, varios centenares de Gilles ostentando sus trajes rojos, amarillos y negros, sombreros de plumas de avestruz, zuecos de madera, campanillas, máscaras de cera y pequeños anteojos, recorren la ciudad al compás del tambor. Pierrots, arlequines y campesinos siguen los desfiles mezclándose con los festeros y las bandas de música locales de instrumentos de cobre y clarinetes. Los bailarines, exaltados por las melodías tradicionales tocadas por violas y tambores, ejecutan una serie de complicados pasos, y entre ellos el eterno favorito, “el paso de Gille”. El momento culminante de los festejos del día es el baile de los Gilles en la Plaza Mayor, iluminado por fuegos artificiales.

El carnaval de Binche es una genuina fiesta popular famosa por su espontaneidad y por la sustancial colaboración financiera de los participantes. Los habitantes de la ciudad están muy orgullosos de esta celebración y tratan de preservar las técnicas artesanales asociadas a los trajes, accesorios, bailes y músicas tradicionales del Carnaval.

Este curioso carnaval está en la lista de la Unesco del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad y declarado Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la UNESCO en 2003.

Los Gilles

Si hay algo - o alguien - que hace del de Binche un carnaval único son sus protagonistas: los Gilles. Más allá de la espectacularidad de sus máscaras de cera con gafas y bigote y sus coloridos trajes, las estrictas normas que hay que cumplir para llegar a ser un Gille son la razón por la cual esta fiesta mantiene su folclore y familiaridad.

Declarado Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la UNESCO en 2003

Solo pueden ser Gilles todos aquellos hombres mayores de edad nacidos en Binche o que hayan residido en la localidad durante los últimos cinco años. Aunque si un hombre es capaz de demostrar que sus antepasados fueron binchois, también se le permitirá desfilar como Gille durante el Mardi Gras - el martes de Carnaval, el único día que están autorizados a participar.

La mujer tiene un papel crucial en el carnaval a pensar de no poder enfundarse el traje: tradicionalmente, es la persona que tiene el cometido de inspirar a las nuevas generaciones a que se acojan a las costumbres, los bailes y las normas del Carnaval de Binche.

Aunque un hombre cumpla con la condición de ser binchois, solo podrá ser un Gille si dos integrantes de su asociación de Gilles que se hayan disfrazado durante al menos los últimos cinco años lo ‘avalan’ como un buen candidato para formar parte del festival. De la misma manera, aunque se consiga esta aprobación, tampoco está permitido enfundarse el traje y ponerse la máscara si hace menos de diez años que se ha participado en otro carnaval disfrazado de Gille.

Una vez superado el rocambolesco camino que permite a los binchois ser parte de las comparsas, el comportamiento se convierte en una clave fundamental. Un Gille debe mostrar una buena conducta durante el carnaval y respetar el baile tradicional, con lo no está bien vista la ingesta de bebidas alcohólicas - aunque no está estrictamente prohibida. De la misma manera, la buena presencia es un valor añadido, ya que, por ejemplo, no se pueden vestir guantes y se solicita que el pelo de la persona no sobrepase el pasador que se lleva en el cabello.

Solo pueden ser Gilles aquellos hombres mayores de edad nacidos en Binche o que hayan residido en la localidad durante los últimos cinco años

Además, una de las grandes curiosidades de este carnaval es que el traje de Gille no vuelve a casa de ninguno de los protagonistas: cada año los Gilles tienen que alquilar su disfraz, no pueden tenerlo en propiedad. De la misma manera, y dado al gran vínculo de esta figura con Binche, está prohibido salir del municipio con el colorido traje. Así lo marca uno de los dichos populares más conocidos de la localidad: “¡Un Gilles nunca se va!”.

Del próximo 23 a 25 de febrero, el campanario de Binche - Patrimonio Mundial de la UNESCO - y sus calles serán testigos del desfile espectacular de más de 1.000 Gilles. Un desfile que aunará hasta tres generaciones de Gilles de la misma familia: abuelos, padres e hijos participan de forma conjunta este carnaval icónico que año tras año demuestra mantener un fuerte arraigo a su localidad, Binche.

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