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Embalse de Riaño
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Embalse de Riaño

Paisajes de agua en la provincia de León

Recorriendo las tierras leonesas se pueden descubrir un importante número de lagos, lagunas y embalses, que saciaran los ojos del visitante con estampas espectaculares. Aguas cristalinas rodeadas de altas montañas y verdes praoderas formadas unas de un modo natural y otras por la acción del hombre, y que algunas de ellas guardan leyendas que han pasado de generación en generación…

Embalse de Riaño

Se puede comenzar en el Embalse de Riaño, bello paraje en el que se reflejan las montañas del Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre. Ante nuestros ojos se presenta un espectacular anfiteatro natural en el que se elevan majestuosas paredes de piedra caliza, y en medio de ellas el nuevo Riaño. Bosques de tejos, hayas, acebos, robles y todo tipo de plantas aromáticas y medicinales, sin olvidarnos del capilote o narciso de montaña que cada mes de mayo tiñe de amarillo las extensas praderas, forman parte de la variedad vegetal de esta zona del norte leonés.

Por el embalse de Riaño en un catamarán de 22 plazas y conocer los llamados fiordos leoneses

En cuanto a la fauna, estas tierras son el hogar de las dos especies más emblemáticas de la Cordillera Cantábrica, el oso pardo y el urogallo, sin olvidarnos de la cabra hispánica, el lobo y por supuesto de la trucha que tanto abunda en los ríos leoneses. Muchas son las posibilidades que el embalse ofrece al visitante. Además de disfrutar de paisajes espectaculares o realizar diferentes rutas de senderismo por los alrededores, no podemos olvidarnos de los deportes náuticos, la vela o el surf son algunas de las opciones que se nos presentan.

Desde hace algunos meses el Ayuntamiento de Riaño ha recuperado una iniciativa que permite navegar por el embalse en un catamarán de 22 plazas y así conocer los llamados “fiordos leoneses”, y observar la fauna salvaje y los paisajes de caliza, hayedo y robledal.

Lago de Isoba

Situado al norte de la provincia, muy cerca de la Estación Invernal de San Isidro y dentro del Parque Regional Montaña de Riaño y Mampodre se trata de un lago de origen glaciar situado 1.120 metros de altitud, en el paraje conocido como Vega Fonda y rodeado de los picos San Justo (1.954 metros) y Los Niales (1.754 metros).

Su leyenda

Curiosa es la leyenda que por tierras circula y que hace referencia al origen del Lago de Isoba. Se cuenta que unos peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela por el camino del norte, hicieron una parada en Isoba buscando comida y descanso. Solo la encontraron en dos lugares, la casa del cura y la casa de la “pecadora”, según las malas lenguas la madre soltera del párroco. Esta buena mujer no dudo en sacrificar la única vaca que tenía para dar de comer a los peregrinos con la promesa de que “Dios proveerá”. A la mañana siguiente uno de los peregrinos le sugirió a la mujer que esparciera los huesos de la vaca por el corral y a una bendición de éste de cada uno de los huesos surgió una hermosa vaca. La mujer corrió a hacer partícipe a todos los vecinos del milagro y la respuesta que recibió fueron todo tipo de improperios. Ante esta situación la mujer buscó a los peregrinos y cuando los encontró les contó lo que había sucedido. Entonces uno de ellos dirigió su mirada al pueblo y en tono solemne dijo: “¡Húndase Isoba, menos la casa del cura y la de la pecadora!”. Inmediatamente las aguas inundaron el valle que acogía el pueblo, formándose así el Lago de Isoba.

Embalse de Casares

Situado en la localidad de Casares de Arbas, en el término municipal de Villamanín, y dentro de la Reserva de la Biosfera del Alto Bernesga, este embalse es un pequeño reservorio de agua que atrae a numerosas especies de aves acuáticas. Rodeado de montañas entre las que sobresalen las conocidas como las Tres Marías, en la primavera se nos presenta con un espectacular manto verde adornado con una gran variedad de flores silvestres donde destacan por encima de todo los lirios de montaña con esa tonalidad tan característica entre azules y morados. Estampa que completan las vacas que allí pastan vigiladas de cerca por los impresionantes mastines, defensores del ataque del siempre temido lobo. Pero este paraje ofrece más posibilidades además de disfrutar del paisaje. A pesar de no tratarse de uno de los lugares más conocidos, es un lugar ideal para pasar los días disfrutando de la pesca. La provincia leonesa, famosa por sus ríos trucheros tiene en este lugar un destino más donde practicar este deporte, así como todo tipo de actividades náuticas. Sin olvidarnos de las posibilidades que nos ofrece para realizar rutas de senderismo o para los más atrevidos, subir hasta la cima de las antes mencionadas Tres Marías.

Laguna de las Verdes

Esta laguna de origen glaciar está situada a 5 km al norte de Torre de Babia, en plena Reserva de la Biosfera de Babia y debe su nombre a la densa vegetación que cubre la laguna, sobre todo en la época de verano. Esta laguna de aguas cristalinas se alza a 1.750 metros y recoge las aguas del deshielo formando uno de los paisajes más emblemáticos de la montaña occidental leonesa. Rodeada de grandes moles macizas como el pico Montihuero (2.187 metros), la Aguja de las Colaradas (2.006 metros), la peña Los Años (2.157 metros) y la peña Chana (2.068 metros) es el hábitat ideal del tritón, anfibio de la familia de las salamandras y que está considerada como especie protegida.

Leyenda: Las aguas inundaron el valle que acogía el pueblo, formándose así el Lago de Isoba’

Desde la población de Torre de Babia parte una ruta que nos lleva en primer lugar a la torre medieval que da nombre al pueblo, y después de cruzar el arroyo de Torre discurre entre prados de siega y cercas de piedra, hasta llegar a una majada pastoril. Desde este lugar se continúa por veredas de ganado que conducen hasta la propia laguna de Las Verdes. A partir de aquí y pasando por las bases de La Cueña y Tremeo se inicia el descenso para regresar el pueblo.

Lago de Carucedo y Lago Somido

En la parte más occidental de la provincia, en la comarca de El Bierzo, nos encontraremos dos lagos que tuvieron su origen por la acción del hombre, ambos surgidos a raíz de la explotación minera de Las Médulas. El lago de Carucedo está rodeado de castaños, encinas y juncos y todo ello forma un espacio natural protegido como reserva ornitológica. Bajo sus aguas se pueden encontrar especies como la anguila, la boga y truchas y por sus alrededores distintas aves como patos, ánade real, garza real o el ruiseñor bastardeo. De este lago se dice que era la reserva piscícola de los monjes de Carracedo que no comían carne.

Su leyenda

Aunque en la actualidad está claro que tuvo su origen en las explotaciones de oro, una de las leyendas que durante generaciones se ha contado sobre este lago hace referencia a que se creó por la abundancia de lágrimas de la Ondina Carissia. Esta ninfa que vivía en la legendaria ciudad de Lucerna se enamoró del general romano Tito Carissio, conquistador de la ciudad de Lancia y dominador de todo El Bierzo.

Pero al tratarse de una astur, raza y pueblo que los romanos tenían que dominar fue burlada y despreciada por el general. Tanto dolor sintió que vertió lágrimas durante muchos años y esas lágrimas primero inundaron la ciudad de Lucerna y posteriormente formaron el lago. También la leyenda dice que cada día de San Juan, cuando los rayos del sol doran las aguas, se vislumbra en el fondo el reflejo de Lucerna y esa misma noche la Ondina Carissa sale del lago en busca de algún mozo.

La Cabrera: Esta comarca, que en el pasado fue conocida como las Hurdes leonesas

Como el anterior tiene su origen en la actividad minera romana que cambió los sistemas de drenaje natural del entorno, formando los conocidos lagos y humedales de Las Médulas, y que en la actualidad son objeto de protección medioambiental. Desde la iglesia del pueblo de Las Médulas parte una ruta de 1,9 kilómetros que nos llevará hasta el lago y que por su comodidad se puede hacer a pie o en bicicleta.

Lago de la Baña y lago Truchillas

Situados en La Cabrera, donde la huella de los romanos quedó grabada en forma de minas de oro y canales de agua. Esta comarca, que en el pasado fue conocida como las “Hurdes leonesas” debido al aislamiento que padeció, es probablemente la zona de la provincia que más y mejor etnografía conserva. Nuestro primer destino es el Lago de La Baña. De origen glaciar, el año 1990 fue declarado Monumento Natural. Situado a 1.380 metros de altitud la vegetación se caracteriza por la presencia de un pequeño bosque de abedules, junto con tejos, acebos y serbales. A una distancia aproximada de 10 kilómetros de La Baña, se accede desde el pueblo, el primer tramo se realiza por carretera, después por pistas abiertas para la explotación de la pizarra y por último por un camino. Muchas son las leyendas que tienen como protagonista este lago. Una de ellas hace referencia al castigo que un campesino recibió por trabajar en día santo. Otra nos cuenta que un pastor ahogó las cabras de su vecino y este se tiró al lago para salvarlas. Según se cuenta en las noches de luna llena se oyen los lamentos de las cabras.

Para llegar hasta el Lago de Truchillas, también declarado Monumento Natural tomamos el camino que sale de la carretera que une el pueblo de Truchillas con el Alto del Peñón. Este camino nos permite contemplar un paisaje modelado por los glaciares que ocuparon este valle desde el Cuaternario. Si realizamos el recorrido en la primavera un impresionante manto de brezos y retamas que tiñen el valle de rosa y amarillo nos acompañaran en nuestra excursión. Estos matorrales de pequeño porte han desplazado la vegetación original impidiendo observar los depósitos glaciares y las formas cinceladas por el hielo, que durante millones de años ocuparon este valle. Los bosques de abedul, aliso, roble y serbal que en el pasado probablemente ocuparon el valle aparecen en la actualidad reducidos a pequeñas manchas.

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