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Yacimiento Castrolandin, Cuntis
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Yacimiento Castrolandin, Cuntis

La riqueza arqueológica de Pontevedra

Pontevedra ocupó un lugar estratégico en el intercambio comercial entre los pueblos del Mediterráneo y el Atlántico. Los hallazgos en el yacimiento de La Lanzada; lo atestiguan, estas excavaciones desbarataron el tópico de que era una tierra aislada y confirmaron que los contactos con otras culturas fueron muy fluidos.

Las Rías Baixas formaban parte de los circuitos comerciales de largo recorrido controlados por cartagineses y, posteriormente, por gadiritas.

El noroeste peninsular era una tierra conocida por su riqueza de recursos, especialmente mineros, lo que despertó el interés de Roma. Este territorio, enmarcado en la entonces provincia de Gallaecia, conformaba un espacio estructurado, complejo, con rasgos culturales y sociales definidos. Los castros, antiguos poblados de los galaicos, ubicados en espectaculares emplazamientos, son la huella viva de aquella época y su presencia en el paisaje constituye un patrimonio colectivo de enorme valor.

El noroeste peninsular era una tierra conocida por su riqueza de recursos, lo que despertó el interés de Roma

La exposición “Galaicos. Un pueblo entre dos mundos”, impulsada por la Diputación de Pontevedra a través de Turismo Rías Baixas, consigue aproximarnos a esta tierra durante un periodo de más de mil años, el comprendido entre el crepúsculo de la Edad del Bronce (1500-800 a. n. e.) y el siglo VI.

Las piezas reunidas en la exposición “Galaicos”, han sido cedidas por diez instituciones y están acompañadas de fotografías, textos, réplicas y proyecciones audiovisuales…. Cada uno de los bloques de la muestra está acompañado de varios objetos representativos, entre los que destacan el casco de Leiro, una estela de guerrero de Castrelo do Val, una olla de A Cabeciña, un puñal de A Lanzada, una diadema de Elviña, una arracada de Vilar de Santos, un brazalete de Meis, una tessera hospitalis de O Courel, una dolabra de las minas de Carlés, un ara del monte de O Facho y un broche de cinto de Moraime….

Yacimientos…

Santa Trega (A Guarda, siglo IV a. n. e.-I). Estamos ante un gran poblado fortificado de la Edad del Hierro, situado en un impresionante paraje en la confluencia del estuario del río Miño y el océano Atlántico.

El lugar tenía un fuerte componente estratégico y simbólico, no en vano en sus laderas existe un buen número de grabados rupestres de la Edad del Bronce. Tras sucesivas excavaciones se sabe que su extensión sobrepasa las 20 hectáreas, aunque hoy son visibles únicamente cuatro sectores: el barrio norte o Calvo, el central o Mergelina, la puerta sur y varias cabañas en la cima.

Las primeras referencias escritas sobre este yacimiento aparecen en la segunda mitad del siglo XIX y en ellas se recogen toda una serie de hallazgos casuales de piezas arqueológicas dispersas por todo el monte, desde la cima hasta la orilla del río Miño. Destaca una estatuilla de bronce hallada en 1860 que representa a Hércules.

A Lanzada (Sanxenxo). La secuencia de ocupación humana de este castro situado junto al mar es muy extensa. Los niveles más antiguos parecen datar del siglo VIII a. n. e. y perduran hasta la Edad Media. Las fases más significativas son las del poblado galaico (s. V-II a. n. e.), la factoría de salazones (s. III-II a. n. e.), la ocupación romana y necrópolis (s. I-III), la pequeña iglesia y necrópolis (s. IV-V) y la fortaleza medieval (s. XI-XV).

Las Rías Baixas formaban parte de los circuitos comerciales de largo recorrido controlados por cartagineses…

Como otros asentamientos antiguos del Bronce final en la costa, A Lanzada sigue habitado en la Edad del Hierro, pero con una diferencia: no existen evidencias de fortificación, lo que le confiere una singularidad única en el noroeste peninsular. Su extensión es considerable y representaba un emporia comercial de larga duración que continuó creciendo con el paso de los siglos y la introducción del noroeste peninsular en los circuitos comerciales del mundo antiguo.

Los hallazgos constataron un modelo de explotación del medio en el que la salazón era un elemento clave en las relaciones comerciales a larga distancia. Este emporio podría haber combinado su función de asentamiento con la de centro productivo, enclave de redistribución de bienes e incluso santuario.

El elemento más conocido de los documentados es la extensa necrópolis, excepcional por el buen estado de conservación de los huesos. En la Edad Media la ocupación del espacio se desplaza hacia la punta del cabo, dónde en el siglo XI se construirá una fortaleza para defender la costa de incursiones sarracenas y normandas.

O Facho (Cangas do Morrazo) Al igual que en Santa Trega, la secuencia ocupacional de este yacimiento, situado en un monte con espléndidas vistas a las islas Cíes y la costa da Vela, es amplia, pues su vida se extendería desde el siglo VIII a. n. e. hasta el IV o V.

El de O Facho es un yacimiento único, conocido ya internacionalmente por albergar un santuario de época romana en el que se documentaron más de un centenar de aras. En él se aglutinan estructuras de diversos periodos históricos y sus particularidades son tales que han hecho valorar la posibilidad de que el universo religioso reflejado en las aras de época romana pudiese recrear cultos de épocas precedentes.

Así, es posible que el yacimiento de la Edad del Hierro se corresponda con un santuario en el que se desarrollaban actividades de carácter ritual.

A Cabeciña (Oia) Este yacimiento se sitúa también en un entorno paisajístico privilegiado y nos ayuda a comprender la transición entre el Bronce Final y la Edad del Hierro. Aquí se levantó un recinto fortificado mediante la construcción de una gran muralla. En el espacio extramuros se ubica una estación de arte rupestre en la que destacan los grabados de combinaciones circulares incompletas engarzadas unas con otras.

Estos motivos decorativos, excepcionales en Galicia, son idénticos a los documentados en la fase final del megalitismo en lugares como el dolmen de Gavrinis, en la Bretaña francesa. A Cabeciña se integra en una red de castros fundamental para intercambiar ideas y objetos a comienzos del primer milenio a. n. e.

Alobre (Vilagarcía) Actualmente este castro forma parte de un parque en pleno centro urbano, en el que se recorren a pie los terraplenes de un antiguo poblado de la Edad del Hierro. Alobre fue primero un típico asentamiento castreño que nació con una clara vocación comercial, favorecida por su posición privilegiada en la ría de Arousa.

Depósito de Saiáns Los materiales documentados durante las campañas de excavación arqueológica evidencian fuertes lazos con el mundo mediterráneo y en especial con el sur de la península ibérica, la península itálica y las Islas Baleares. Los restos metálicos son especialmente relevantes, sobre todo de bronce, con más de 400 ejemplares. Su cercanía al mar hizo de los habitantes del castro hábiles pescadores y mariscadores.

Castrolandín (Cuntis) Las excavaciones realizadas en 2004 documentaron la existencia de dieciocho estructuras de diversa cronología, funcionalidad y número de plantas, de las que pueden visitarse diez. El poblado contaba con una entrada escalonada y monumental defendida por dos torreones. En el interior de la croa o acrópolis se distribuían diferentes estructuras, configurando unidades familiares con pequeños patios, escaleras, almacenes y casas. En época romana el yacimiento se abandona casi en su totalidad, manteniéndose solo una vivienda en pie.

Monte de O Castro (Ribadumia) Los tres sectores abiertos en las campañas desde 2011 permitieron encontrar restos constructivos castreños con la peculiaridad de que eran totalmente diferentes. En el sector norte se documentó un área habitacional compuesta por varias cabañas circulares y ovaladas; el central puede considerarse la zona artesanal, con vestigios de cuatro estructuras, una de ellas relacionada con el trabajo metalúrgico; y en el sector sur se identificó una edificación de planta rectangular interpretada como zona de almacenaje por la aparición de ánforas romanas.

La Ruta de los Fenicios se consolidó como una de las principales vías náuticas para el comercio y el intercambio cultural en el Mediterráneo

En las cuatro campañas de excavación llevadas a cabo se intervino un área de 4.800 metros cuadrados y se documentaron 2.039 unidades estratigráficas y más de 100.000 piezas arqueológicas. El material más abundante es la cerámica.

dro Vello (O Grove) Los datos recabados durante las intervenciones hablan de la presencia de una factoría de salazón tal vez relacionada con una villa romana o anterior a ella. Sobre los restos del asentamiento romano se erigió un edificio eclesiástico y una necrópolis de inhumación. Finalmente se instaló una torre y se monumentalizaron las estructuras, quizás en relación a la vigilancia de la ría de Arousa con la amenaza vikinga.

Penalba (Campo Lameiro) El castro, situado en un área con una gran concentración de grabados de arte rupestre, fue en origen un asentamiento estable del Bronce Final con una economía agrícola y recolectora. En la cima se conserva laPedra da Serpe, un petroglifo asociado a rituales de fecundidad. En una segunda fase se levantó el sistema defensivo del poblado.

Otros yacimientos de la provincia de Pontevedra : Porta de Arcos (Rodeiro), Igrexa Vella (Valga), Alto dos Cubos (Tui), Castro de Taboexa (As Neves), A Subidá (Marín), Toiriz (Silleda), Mercado dos Mouros (Valga), Alto da Cruz do Castro (Cerdedo-Cotobade), Salinas de Vigo, Villa Romana de Toralla (Vigo) y Castro de Troña (Ponteareas)…

Grandes mercaderes…. los fenicios

Este histórico pueblo de grandes mercaderes, abrieron grandes rutas marítimas de intercambio comercial y cultural en el mar Mediterráneo hace más de tres mil años. Su inquietud les llevó a ampliar fronteras y establecieron lazos con distintos pueblos del Atlántico. Así, en el siglo VIII a. C. comenzaron los contactos con el noroeste peninsular. Los numerosos hallazgos encontrados en los yacimientos arqueológicos de las Rías Baixas atestiguan el vínculo y dejan patente que esta tierra era uno de los ejes de la ruta atlántica de los fenicios.

La Ruta de los Fenicios se consolidó como una de las principales vías náuticas utilizadas por esta civilización para el comercio y el intercambio cultural en el Mediterráneo desde el siglo XII a. C. El origen de estas travesías contribuyó a la creación de una comunidad cultural mediterránea entre los fenicios y otras grandes civilizaciones de la zona que recibe el nombre de “koiné”. Este comercio marítimo dio lugar a un intenso intercambio, no solo de materiales y productos, sino también de personas e incluso ideas.

Rías Baixas era uno de los ejes de la ruta atlántica de los fenicios

Excavaciones realizadas desde el siglo XX, documentan la huella que dejó el mundo fenicio-púnico en el noroeste peninsular.

Estos mercaderes procedentes del sur de la península o del norte de África realizaban la ruta también hasta As Rías Baixas por ser este un territorio rico en metales como el estaño, que los fenicios empleaban para la fabricación de bronce. Además, la riqueza y la abundancia de recursos naturales, especialmente marítimos y difíciles de encontrar en otros territorios, sumaban atractivo a esta vía atlántica que recibe el nombre de Ruta de las Kassitérides.

El comercio entre los fenicios y este territorio del noroeste de la península ibérica se intensifica tras la I Guerra Púnica (264-241 a. C.). La pérdida de algunos territorios del Mediterráneo y la irrupción de Roma como nueva potencia obligó a los mercaderes a buscar otros destinos en los que poder abastecerse de materias primas a cambio de sus productos. En esa búsqueda será cuando se establezcan las rutas comerciales que traerán al noroeste un abundante número de materiales y objetos de procedencia mediterránea.

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