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El Museo Nacional del Prado propone un viaje para redescubrir las pinturas negras de Goya
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El Museo Nacional del Prado propone un viaje para redescubrir las pinturas negras de Goya

martes 14 de junio de 2022, 08:33h

La sala 64-65 del edificio Villanueva, junto a las pinturas negras de Goya, se ha convertido, gracias a la producción de ACCIONA Cultura y en colaboración con Fondation Beyeler, en un espacio íntimo en el que se proyecta ‘La Quinta del Sordo’, una obra de Philippe Parreno que ofrece al público del Museo Nacional del Prado la posibilidad de viajar al pasado y experimentar las pinturas negras en el entorno en el que fueron pintadas.

El proyecto recrea un espacio perdido, La Quinta del Sordo, donde Goya vivió antes de exiliarse a Burdeos. Entre 1819 y 1824 pintó un conjunto de catorce pinturas, las pinturas negras, directamente en las paredes de los dos pisos de la residencia. Esta casa se demolió en 1909, pero las pinturas permanecen ligadas a ese lugar, el de su manifestación inicial.

Las catorce pinturas negras se exponen en la sala 67 del edificio Villanueva del Museo Nacional del Prado y, vinculada a ellas, la ‘Quinta del Sordo’ de Parreno se presenta en la sala 64-65, y en la que habitualmente se exhiben las pinturas de Goya conmemorativas del levantamiento popular contra el ejército napoleónico durante la ocupación francesa en 1808 –El dos de mayo de 1808 en Madrid (1814) y El tres de mayo de 1808 en Madrid (1814)–, que han sido trasladadas temporalmente a la sala 75 y mantendrán allí un fructífero diálogo con Las lanzas de Velázquez, hasta que se clausure el proyecto de Parreno.

En ‘La Quinta del Sordo’ de Parreno la casa está deshabitada. El aire circula en silencio. Estamos en 1823 o, quizá, 1825. El año no está claro. Tampoco la estación del año. Podría ser invierno o verano, de día, o de noche… Las imágenes del proyecto enlazan las pinturas entre sí para formar una cosmología, un universo creado por esas pinturas. Y tras toda cosmología, como nos enseñan los mitos, hay una cosmogonía, un proceso de creación de universos, un intento de ordenar el caos. Las primeras ninfas estuvieron asociadas con la topografía. Eran tanto seres como espacios. Esta película de ciencia-ficción es un intento de re-presentar este “espacioser”, una antropomorfización de la casa que quedará para siempre como una sublimación del lugar donde estuvo la obra de arte.

Para reproducir este espacio hay que viajar en el tiempo. Parreno utilizó cámaras ultrarrápidas (500.000 fotogramas por segundo) para grabar las pinturas. En contacto con ellas, el tiempo se detiene. La cámara escanea el espacio desesperadamente en busca de signos. Parreno reconstruyó la casa y el jardín en tres dimensiones para hallar la acústica original del lugar. Allá donde teníamos relieve, ahora tenemos sonido: el sonido del fuego y la luz cruzando este espacio olvidado. Los reflejos de las luces en las pinturas aparecen como faros en la pantalla, iluminando intermitentemente lo que lleva mucho tiempo extinguido. Aquí en la sala, participamos de un mundo oculto donde nos encontramos cara a cara con las pinturas negras de Goya y en una redescubierta proximidad entre las imágenes y el fantasma de un espacio desaparecido.

Parreno guía al visitante a través del ritual de la proyección. La película se proyecta varias veces al día, con una programación precisa. Un músico presenta cada sesión. La luz de las lámparas titila en la sala, los asientos forman el arco de un círculo alrededor de la pantalla. Se entregan auriculares que ofrecen una experiencia binaural de la banda sonora, permitiendo acceder a este mundo interior. El músico se presenta antes de interpretar al violonchelo una composición original de J. M. Artero, un preludio a la película. La música no se puede oír a través de los auriculares, pero tiene ya la capacidad de perturbar los límites de este complejo espacio. El interior y el exterior se mezclan, lo imaginario y la realidad también. Las luces destellan y varían en intensidad hasta que desaparecen en la oscuridad de la sala.

La película se proyecta de lunes a sábado a las 10:30, 12:30, 14:15, 16:45 y 18:30 h., y domingos y festivos 10:30, 12:30, 14:30 y 17:00 h.

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