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Las marionetas de Taiwán celebran la primavera en el festival de títeres Titirimundi
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Las marionetas de Taiwán celebran la primavera en el festival de títeres Titirimundi

jueves 19 de mayo de 2016, 11:10h

La compañía Chin Fei Feng está considerada como patrimonio cultural inmaterial de Taiwán.

Chin Fei Feng de Taiwán ha participado en la 30ª edición del Festival Titirimundi, y ha aprovechado para hacer una gira y pasear sus marionetas por varias ciudades españolas.
Esta compañía de títeres está considerada como patrimonio cultural inmaterial de Taiwán. Se formó en 1920, y ya son tres generaciones de la misma familia las que se dedican a crear montajes que preservan la esencia y las características del teatro tradicional taiwanés al tiempo que buscan integrar los aspectos más modernos del arte de los títeres.
Entre el público, en una de sus representaciones, en el Circo Price de Madrid, estuvo como espectador de honor el embajador y responsable de la Oficina Económica y Cultural de Taipéi en Madrid, Simón Shen Yeaw Ko, apoyando así a esta compañía taiwanesa que lleva casi cien años dedicándose a este arte milenario.
El espectáculo que presentan, mezcla el teatro de marionetas tradicional con el moderno y que lleva por título “Bienvenida a la primavera con el Festival de los Faroles de Taiwán”, se enmarca en el tradicional Festival de los Faroles, una de las festividades más populares y conocidas de Taiwán, que se celebra tras las fiestas del Año Nuevo Chino y sirve para dar la bienvenida a la primavera. Sobre un llamativo escenario de estética oriental, una pareja de enamorados disfruta del ambiente de la calle durante la celebración del Festival de los Faroles. En cada avenida hallará una fiesta diferente: la calle este ofrece la animada danza del león; la calle oeste presenta un maravilloso espectáculo de niños haciendo malabares; la avenida del sur está llena de divertidos columpios, y en la avenida del norte el Dios de la Fortuna reparte lingotes de oro entre los paseantes. Durante su colorido y alegre paseo, la pareja desea a todos felicidad para el año que comienza.
Júbilo Chu y Felicidad Chin son los alegres protagonistas de la historia que la compañía taiwanesa Chin Fei Feng Teatro de Marionetas presenta en la 30ª edición de Titirimundi (Festival Internacional de Títeres de Segovia), un canto a la felicidad y a la celebración de la primavera a través de un espectáculo cómico y festivo construido a partir de extractos de piezas de ópera taiwanesa y música tradicional en vivo.
Júbilo Chu y Felicidad Chin están inquietos, dentro de unos momentos deberán salir a representar, ante un montón de espectadores, como celebran el Festival de los Faroles en Taiwán. Y eso es una responsabilidad muy grande, porque saben que no pueden defraudar las expectativas puestas en ellos…
Hasta hace poco han estado tranquilos, relajados, descansando en esa tenue penumbra, junto a sus compañeros de reparto, los leones, el niño malabarista, el Dios de la Fortuna, pero ahora, en breves momentos…
Todos estos son personajes de marionetas, en concreto de la compañía Chin Fei feng, que, desde Taiwan, nos traen la magia y la alegría de ese teatro de hilos movidos por Hsueh Ying Yuan y Chang Hsueh Hsiang, que vienen a ser los actuales maestros de una ceremonia que empezó en 1920 y de la que ellos, junto con los músicos, son dignos herederos…
La compañía, que ya va por la tercera generación, está considerada Patrimonio Cultural Inmaterial de Taiwán. El espectáculo que están presentando por diversas ciudades españolas, es una selección de escenas del teatro de marionetas, mezclando formas tradicionales con aspectos más modernos, con el fin de seducir al público de todas las edades y ampliar el espectro de sus actuaciones…
Así que, durante unos instantes mágicos, en los que unos personajes hechos de sencillos materiales, cobran vida antes nuestros ojos, y se mueven, y hablan, y se ríen, y discuten, y lloran, y hacen las paces… consiguiendo que nos olvidemos de esos hilos que los mueven…
Por eso, Júbilo y Felicidad, la amorosa pareja protagonista, pasean durante la celebración del Festival de los Faroles para disfrutar del ambiente de la calle. Y verán la danza del león, niños haciendo malabares, se montarán en columpios y observarán como el Dios de la Fortuna reparte lingotes de oro…
Y la simpática pareja se despide de todos nosotros deseando felicidad en el año que comienza…
Luego, tras estos momentos de excitación, todos se retirarán a descansar y a pensar en la siguiente representación que tendrá lugar…
zài jiàn!
xīn nián kuài lè !
Un poco de historia: Origen de las marionetas en Taiwán
Los orígenes del espectáculo de marionetas en Taiwán se remontan al siglo XVII y principios del XVIII, cuando el general Koxinga (1624-1662 d.C) expulsó a las fuerzas de ocupación holandesas de Taiwán, una gran población cruzó el Estrecho de Taiwán para asentarse en la isla. Naturalmente, entre ellos había artistas de marionetas procedentes de Chaochow, provincia de Cantón. Después de un período de arraigamiento, las marionetas se desarrollaron y se convirtieron en un elemento lúdico indispensable de la vida rural del sur de Taiwán.
Las primeras compañías de marionetas se concentraron en las zonas de Tainan, Kaohsiung y Pingtung. Chang Tien-pao, maestro de marionetas, afirma que una vez su abuelo dijo que en los días de decadencia de la Dinastía Ching (1644-1911 d.C) había 40 compañías de marionetas en Kangshan y 30 en el pueblo de Hsialiao, ambas localidades en Kaohsiung.
En esta particular forma teatral, sorprendentes figuras de animales ocupan la pantalla. Los movimientos de las figuras siguen la tradición de las marionetas con hilos. Los personajes caracterizan el bien y el mal: los personajes positivos son favorecidos estéticamente, mientras que los villanos tienen un rostro malvado.
Con su acción animada y las distintivas caracterizaciones faciales, las marionetas chinas se pueden considerar antepasados directos de la ópera china.
La proyección de la sombra de las imágenes es uno de los efectos peculiares que se crea con la luz; de tal manera que la figura pegada a la pantalla aparece afilada, drásticamente alargada y algo siniestra. Antes de la luz eléctrica, la oscilante luz de las lámparas de aceite hacía que las figuras aparecieran muy misteriosas.
La oscuridad necesaria para las representaciones causó problemas de orden a la Dinastía Ching, e incluso se prohibieron los espectáculos de marionetas para evitar conspiraciones. Todavía hoy se puede leer en una pared del Palacio Pu Chi de Tainan una inscripción en piedra que prohíbe las representaciones de marionetas.
Durante la ocupación japonesa, las representaciones de marionetas se volvieron a prohibir en Taiwán. Únicamente un número muy limitado de compañías, como la compañía de Tung Hua, cuyos miembros adaptaron las historias tradicionales japonesas a sus guiones, obtuvieron permiso para actuar.
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