Asturias se ha consolidado en los últimos años como uno de los destinos más deseados del norte de España. Su brillante mezcla de naturaleza entre mar y montaña, gastronomía de alta calidad y actividades al aire libre conquistan a viajeros nacionales e internacionales. Y es precisamente en otoño, cuando el paisaje se tiñe de tonos ocres y las playas recuperan la calma tras el verano, el momento perfecto para una escapada al Gran Hotel Brillante.
Un hotel con historia
El Gran Hotel Brillante es un edificio cargado de memoria, en 1905 acogió al escritor Rubén Darío, cuando aún era la pensión “Brillante”. Hoy, completamente renovado, se ha convertido en el primer hotel boutique del Principado de Asturias.
Con 14 habitaciones cuidadosamente decoradas, el hotel ofrece una experiencia íntima y exclusiva. Cada detalle está pensado para que los huéspedes se sientan “mejor que en casa”. Desde las elegantes estancias con vistas al estuario hasta los espacios comunes que combinan diseño y tradición, como su comedor de estilo art déco con barra de mármol negro y columnas originales de hierro fundido.
El sabor del otoño en cada bocado
La propuesta gastronómica del hotel es otro de sus grandes atractivos. Aquí, las mañanas comienzan con desayunos y comidas caseras donde brillan las tartas recién horneadas, los quesos asturianos, embutidos, conservas locales y vinos nacionales, sin olvidar la selección de Champagne Laurent Perrier, del cual el hotel es embajador.
En otoño, esta experiencia se intensifica con los sabores de la temporada: la sidra asturiana, las setas de los bosques cercanos, las castañas asadas o el marisco fresco de la costa. Además, el hotel cuida a todos sus huéspedes con opciones vegetarianas y sin gluten.
Actividades en la naturaleza
El entorno del hotel invita a disfrutar de la estación en todas sus formas. Desde rutas de senderismo por acantilados y miradores hasta actividades como surf, rutas a caballo o ciclismo. La cercanía que tiene a Muros de Nalón, inicio y fin de dos etapas del Camino de Santiago del Norte, lo convierte también en punto de encuentro para peregrinos y amantes del turismo cultural. Y para quienes buscan algo más tranquilo, nada como pasear por la ría al atardecer.