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Manantial de Karlova Studánka
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Manantial de Karlova Studánka

Las joyas secretas de la República Checa

Ir más allá. Eso es lo que se va a proponer en esta selección de excursiones a lugares secretos de la República Checa que no están en la célebre y brillante Praga, pero que por sí solos pueden justificar un viaje al país.

En este artículo va a sorprender con un puñado de excursiones en la República Checa que se pueden emprender desde seis puntos de partida, las hay naturales y patrimoniales pero todas están cargadas de sorpresas. Desde Karlovy Vary, České Budějovice, Liberec, Pardubice, Brno y Ostrava trazamos recorridos cargados de descubrimientos paisajísticos, históricos y artísticos. Estos secretos, de esos que sólo te podría desvelar un checo amante de su tierra, te van a sorprender.

Orquídeas y volcanes junto a Karlovy Vary

La lujosa ciudad balnearia de Karlovy Vary, al oeste de Bohemia, lleva siglos inscrita en la historia de las vacaciones aristocráticas gracias a sus aguas manantiales curativas. De las muchas posibilidades de sus alrededores una de las más plácidas es el bosque Slavkovský les, también conocido como Bosque del Emperador. Hecho de extensas ciénagas elevadas punteadas de vastas densidades de pinos de montaña, abedules y turberas, constituye la inagotable reserva de agua de las tres ciudades balnearias que lo rodean: Mariánské Lázně, Františkovy Lázně y la citada Karlovy Vary. Repleto de caminos que permiten visitar la protegida fauna (ciervos, jabalíes o urogallos) y flora (de orquídeas a melancólicos sauces), sus rutas comunican un entorno natural nada masificado con hitos como el castillo de Loket, Kynžvart o el monasterio de Teplá, entre otros lugares llenos de historia.

Desde Karlovy Vary, České Budějovice, Liberec, Pardubice, Brno y Ostrava trazamos recorridos cargados de descubrimientos paisajísticos, históricos y artísticos

La extensión del bosque incluye también algunas alturas como las de las rocas Svatošské skály, en la ribera izquierda del río Ohře, donde practicar el alpinismo ascendiendo por montículos de entre 10 y 50 metros. Son picos con alma de escultura abstracta que, en función de su apariencia, llevan nombres como El novio y la novia, La suegra, o Los músicos. Permiten diferentes tipos de actividad de acuerdo con el nivel del visitante, del simple paseo a la escalada en vertical.

Los descubrimientos deportivos se completan con las más de 2.000 rutas cicloturísticas que acompañan el río Ohře desde la frontera con Alemania hasta su límite con la región de Ústí nad Labem, al norte del país. Muchos de estos recorridos salen de Karlovy Vary, los hay cortos y de hasta 110 kilómetros.

Siguiendo con los descubrimientos que obligan a ejercitar las piernas, la zona volcánica de Soos, cerca de la ciudad histórica de Cheb, es un parque geológico de dos kilómetros cuadrados surcado de pasarelas de madera que discurren entre lagunas y manantiales de agua hirviendo. Un paisaje único en la Europa continental que se puede recorrer también en un trenecito turístico.

Y, por último, una propuesta para conocer una trágica e importante parte de la historia de una zona abundante en patrimonio: El infierno de Jáchymov. Se trata de una ruta que enlaza los 18 campos de trabajo forzado que se fueron abriendo durante los años 1949 y 1953 para encerrar y “reeducar” a los presos políticos. Aquellos 65.000 prisioneros conocidos como ‘mukl’ (“persona a liquidar”) extrajeron durante 15 años 7.940 toneladas de uranio de las minas locales. Los visitantes de hoy se acercan con respeto a los 8,5 kilómetros del llamado “sendero del infierno”, que bordea parte de los mil kilómetros de galerías horadados en la roca.

České Budějovice, bosques encantados y túneles de siglos

České Budějovice, la capital de la Bohemia Meridional, es ya de por sí un destino sorprendente, con joyas a descubrir como su preciosa plaza principal, que muestra de un vistazo la personalidad medieval, barroca y renacentista de la ciudad. Pero es a su alrededor donde se pueden encontrar lugares tan sugerentes como la reserva natural Boubínský prales, la más grande de Europa Central. Situada en el corazón de la montaña Šumava, al sur del país y justo en la frontera con Alemania, cuenta con árboles de más de 400 años entre una vegetación forestal de píceas, abetos y hayas. Su espíritu es el de un bosque encantado, con troncos torcidos y deformados, raíces entrelazadas que emergen a la superficie de la tierra y troncos venerables de corteza arrugada. Una ruta circular que sale de la laguna Boubínské jezírko cruza la mejor zona de este bosque de Boubin por diferentes áreas de mayor o menor impacto humano.

También en el lago Svět (que se traduce como "el mundo") se proponen una serie de rutas a pie o en bicicleta (“la vuelta al mundo”) por los alrededores de la ciudad de Třeboň. En sus aguas vive el pez de interior más famoso de la República Checa, la carpa, que se pesca en otoño y se come en Navidad por todo el país.

Que esta zona de Bohemia del Sur tiene un espíritu verde y oxigenado lo confirman sus muchas áreas protegidas. Como Novohradské hory, al sur de la región, ya a la altura de la frontera con Austria. Repleto de caminos para los senderistas y ciclistas de cualquier nivel, su ruta más conocida es el itinerario al Valle de Teresa (Terčino údolí), que mide seis kilómetros y se remata con una pequeña cascada de 13 metros. Por su parte, Žofínský prales es una reserva protegida desde 1838 (la más antigua de Europa) y consta de 100 hectáreas muy bien conservadas con senderos de larga distancia y un antiguo palacio de caza, el de Žofín. Otro importante hito natural es el Canadá Checo (Česká Kanada), una zona boscosa y rocosa mucho menos concurrida que las anteriores. Bautizada así por la semejanza de su paisaje con los bosques canadienses, en su corazón verde y gris se levantó la pequeña ciudad romántica de Slavonice, una joya renacentista con sorpresas como los túneles visitables que recorren el subsuelo de la ciudad, algunos con más de 700 años.

Una propuesta para conocer una trágica e importante parte de la historia de una zona abundante en patrimonio: El infierno de Jáchymov

La guinda del viaje por el área es el Mirador Kleť, el más antiguo de la República Checa, al que se accede andando o con telesilla. Situado sobre la piedra en el punto más elevado de la montaña Blanský les, al Sur de Bohemia, es un edificio de 18 metros de altura con forma de torre defensiva. Fue construido a principios del siglo XIX por el conde José Juan Nepomuceno de Schwarzenberg, viajero curioso e impulsor del turismo en el país.

La nave espacial y el cielo negro de Liberec

Liberec sería el tercer cuartel general escogido para un viaje de descubrimiento. La primera parada es en las alturas, en el pico Ještěd. En su cima, a más de mil metros, está instalado lo que parece una nave espacial y que es una torre de comunicaciones. El instagrameable resultado es un mirador de 360 grados con habitaciones en las que dormir con una envidiable vista. Fue un símbolo de Chequia y aún hoy habla del poderío del antiguo régimen comunista.

Sin apearse de las alturas, la montaña Jizerské hory alberga el “Área del cielo oscuro de Jizera“, una zona inhabitada entre Chequia y Polonia donde la contaminación lumínica es inexistente. Si en una ciudad se pueden contemplar unas 50 estrellas, desde aquí se alcanzan hasta 2.000 en un día con buena visibilidad. Ese “cielo negro” de la parte checa se localiza en el valle del río Jizerka, una reserva protegida en la que hay que internarse a través de caminos que parten de los pueblecitos de Kořenov y Jizerka, que ayudan a completar una experiencia, rural, natural y sugerentemente nocturna. Y una última pista: la centenaria senda Hřebenovka, compartida con Alemania y Polonia, recorre las montañas del norte del país, cruzando en muchos puntos las fronteras de Alemania y Polonia entre sobrecogedores paisajes de altura y muchos puntos de interés cultural.

Pardubice, cimas para águilas y bandoleros

Desde Pardubice, la ciudad ribereña del Elba con su armoniosa plaza rectangular, se puede ir hacia la salvaje y poco conocida reserva natural de Broumovsko. Por sus silenciosos senderos, el visitante va descubriendo, probablemente en solitario, rocas de arenisca escultóricas como las Slavenské hřiby (las setas de Slaven), una puerta de piedra, una capilla barroca, un sobrecogedor precipicio o un mirador en que se adopta el punto de vista de un águila, con unas vistas que cruzan las fronteras con Polonia.

La siguiente etapa es la ciudad de Litomyšl, al Este de Bohemia, la villa natal del compositor Bedřich Smetena. Su palacio renacentista forma parte del Patrimonio protegido por la Unesco. Una pequeña joya arquitectónica en cuyos alrededores, abarcables andando o en una excursión en bicicleta se alzan también rocas de arenisca, las de Toulovec, cuya leyenda las pinta como el refugio agreste del caballero bandolero Toulovec, con el que aún se asusta a los niños. Y, a tiro de piedra, está el palacio rococó Nové Hrady, conocido como el Versailles checo.

Desde Pardubice, la ciudad ribereña del Elba, se puede ir hacia la salvaje y poco conocida reserva natural de Broumovsko

Para terminar de hacer variado este recorrido por la zona, la microregión Chrudim, entre Bohemia y Moravia cuenta con atractivos tan diversos como el Museo de la Arquitectura popular de Veselý Kopec, inscrito en la Lista del Patrimonio Intangible de la UNESCO, donde se expone la vida de los artesanos y pequeños agricultores de la segunda mitad del siglo XIX. O el Parque Arqueológico Celta, desde donde se puede organizar un recorrido por la senda circular que empieza y termina en Nasavrky y guía a los visitantes por el lugar de un antiguo asentamiento celta con su cumbre en el oppidum de Hradiště, cerca de Nasavrky. La ruta de 9,5 kilómetros, pasa por un bello paraje de la zona paisajística protegida de las Montañas de Hierro (Železné hory).

Brno, campos de lavanda y cazadores de mamuts

Desde la monumental Brno, la segunda capital de la República Checa, dominada por los perfiles medievales de la fortaleza de Špilberk y la Catedral de San Pedro y San Pablo, partimos hacia una red de meandros conocida como el Amazonas de Moravia. En la confluencia de los ríos Morava y Dyje, el punto fronterizo entre Chequia, Austria y Eslovaquia, la fusión de ambos cauces entre frondosos bosques dibuja un paisaje fluvial intocado lleno de remansos en los que prosperan muchas especies animales, como la cigüeña negra, el castor o el águila. Sólo el oír el canto de todas las aves que conviven aquí se convierte en una experiencia difícil de olvidar.

La siguiente parada es en la senda arqueológica de 3,5 kilómetros que, entre Pavlovice y Dolní Věstonice, recorre las localidades más importantes de la cultura de los cazadores de mamuts que vivieron aquí hace más de 30.000 de años. En su Arqueoparque Pavlov, un futurista edificio semienterrado, se pueden conocer algunas de las herramientas más antiguas creadas por el hombre, todas ellas encontradas en los yacimientos de la ruta.

En el Arqueoparque Pavlov, un futurista edificio semienterrado, se pueden conocer algunas de las herramientas más antiguas creadas por el hombre

La última sugerencia no puede ser más gratificantemente hedonista: visitar los campos de lavanda de Moravia. Se pueden ver en los alrededores del pueblecito sureño de Starovičky. Un paisaje de aire toscano formado por hileras de aromática lavanda que recorrer con la banda sonora del zumbido de las abejas, para terminar sentado a la sombra y con vistas al precioso paisaje del área protegida de Pálava.

Excursión a Ostrava, manantiales y aire de montaña

Para el final se puede dejar el Norte de Moravia que, junto con la región de Silesia en la frontera con Polonia, es una de las áreas menos conocida para los turistas españoles. Su distancia a Praga y su superficie más bien montañosa la han mantenido alejada de las rutas turísticas más transitadas, a pesar de que su capital, Ostrava, fue una de las ciudades industriales más importantes del país durante el régimen comunista. El resultado es que se tiene esa sensación de descubrimiento a cada paso, particularmente cuando se interna en los primeros dos destinos parónimos: Jeseník y Jeseníky. De la ciudad balnearia de Jesenik se puede decir que es la cuna de las terapias modernas con agua, ya que es la ciudad natal de Vincenc Priessnitz, el creador de la hidroterapia y de la curación natural a través del aire fresco y el agua de montaña, del que en 2021 se celebran 170 años desde su muerte. Todas sus teorías se convierten en realidad en el balneario de Priessnitz, un paraíso al aire libre rodeado de bosques frondosos y con panorámicas vistas a la montaña desde el agua.

La ciudad es también uno de los puntos de partida a las montañas de Jeseníky, ligadas a numerosas leyendas y a terroríficas historias populares relacionadas con su peculiar carácter. A pesar de su relativamente baja altura (el pico más alto mide 1.491 metros), las rutas que la atraviesan son exigentes. Todo se olvida cuando se corona una de sus cimas y se accede a sus interminables vistas. En Jeseníky se encuentra también una de las cascadas más altas del país, Vysoký vodopad, (cuya traducción sería “la cascada alta“), en el riachuelo Studený potok. En las temporadas de lluvias y deshielo ofrece un espectáculo gozosamente ruidoso y místico.

Y el agua es también protagonista del último “secreto“, el manantial de Karlova Studánka, cerca de Jeseníky. De su fuente termal, conocida como El manantial de Carlos, se dice que es el lugar con el aire más limpio deEuropa Central. Los encantadores edificios de madera de este balneario y su paisaje, que evoluciona con las estaciones, se mantiene siempre sugerente, con nieve o sol, es uno de esos motivos infalibles por los que enamorarse para siempre de la República Checa.

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