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Consejos de Javi Alonso para las primeras ascensiones en montaña
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Consejos de Javi Alonso para las primeras ascensiones en montaña

jueves 22 de julio de 2021, 11:03h

Ascender una montaña puede ser una actividad más compleja de lo que parece. En algunas ocasiones, podemos coronar cumbres siguiendo un simple sendero; otras, exigen un mínimo de orientación por la ladera al no disponer de ninguna vereda; y hay cimas que requieren de una tratada final o escalar para llegar a lo alto. Javi Alonso, montañero, fotógrafo y embajador de Helly Hansen, nos aporta las claves para realizar nuestras primeras ascensiones en montaña y alcanzar cimas accesibles pero que requieren de un mínimo de preparación para alejarse del camino marcado o de una pequeña trepada.

Planificar la ruta

Lo primero y más importante es planificar la ruta. Debemos informarnos de la dificultad, tipo de ascenso y tiempo aproximado antes de aventurarnos; y, lo más importante, el descenso, puesto que la mayoría de accidentes se producen en esa fase. Normalmente el ascenso y descenso se efectúan por el mismo sitio, pero no siempre sucede así, por eso debemos tener perfectamente clara la ruta antes de salir de casa. Podemos encontrar información de la ascensión las numerosas guías físicas, o reseñas de otros montañeros que relatan la ruta detalladamente en su blog.

Para asegurarnos de seguir perfectamente la ruta y no perdernos, ya que a la mayoría de las cimas que incorporan ese toque de “aventura” no se accede por senderos, es recomendable seguir un track, ya sea con el teléfono móvil o con un reloj GPS. Para el móvil podemos utilizar la App wikiloc, que nos permite grabar la ruta desde casa, o cargar la que otro montañero ha creado previamente, y seguirla después, aunque no tengamos cobertura.

Tener en cuenta el clima y el horario

Otros aspectos a tener muy en cuenta son el clima y el horario. En cuanto a la climatología cabe asegurarse de que las condiciones van a ser favorable, pues no nos gustaría encontraros en la cima de una montaña con una tormenta. Gran cantidad de ascensiones que no suponen prácticamente riesgo ni dificultad, pueden convertirse en un infierno por una simple llovizna o nimba que moje la roca y se vuelva resbaladiza. Además, vamos a subir a una cima en la que el viento azotará sin opción de resguardo, por lo que debemos llevar siempre la ropa de abrigo adecuada para la temperatura y viento previstos para ese día.

Y, por supuesto, debemos tener en cuenta el horario. Si se trata de nuestra primera o primeras cimas que vamos a subir, probablemente no seamos conscientes del tiempo que nos va a llevar la actividad, solamente analizando los desniveles y km de la ruta. Evidentemente, no se camina a la misma velocidad por un sendero que por la empinada ladera de una montaña, donde también afectará en gran medida, el tipo de terreno que nos vamos a encontrar (hierva, pedrero, arista, etc.). Normalmente todas las rutas reseñadas marcan un horario aproximado (en el que suele haber un abanico de tiempo, ej.: entre 4,5 h y 6 h, dependiendo de la forma física y técnica de cada uno).

Para no tener problemas, siempre es recomendable calcular el horario y asegurarse de terminar la ruta sin que nos pille la noche o el mal tiempo. Además, es muy recomendable madrugar, ya que, en montaña, el clima se altera normalmente por las tardes, y más en verano.

El nivel de dificultad

En este tipo de terreno se añade un factor más a la descripción o datos de la ruta: la dificultad. Normalmente todas las guías y reseñas se rigen por la graduación de la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo (UIAA), en la que se valoran dos aspectos de ascensión. Por un lado, se trata de la dificultad de pasajes concretos en una escala de I a IV (siendo I la más fácil y IV la más compleja). Y, por otro, la dificultad general de la ascensión o itinerario con una escala de SD/F a ED.

En cuanto a la dificultad de pasajes concretos en una escala de I a IV (siendo I la más fácil y IV la más compleja). La I se refiere a una trepada donde es necesario apoyar los brazos. Requerido el uso de las manos para guardar el equilibrio. La II corresponde a una trepada con muy buenos agarres en el que se usan los brazos para progresar. Trepada por una ladera con pocos agarres. En el ascenso se utilizará la cuerda con personas poco experimentadas, a la vez que se recomienda la cuerda durante el descenso. La III significa que es una escalada que puede llegar a ser vertical, pero con buenos agarres. Se puede necesitar la cuerda para ascender. El descenso se realizará en rapel. Se necesitan conocimientos técnicos de progresar, asegurar y rapelar. Ascensión complicada en condiciones invernales. Se necesitan pies de gatos para personas no expertas. Y, por último, el IV es una escalada propiamente dicha. Vertical con buenas presas, chimeneas, diedros, fisuras poco verticales. Se requiere una buena condición física. Se necesitan pies de gatos

Por lo que a la dificultad general de la ascensión o itinerario con una escala de SD/F a ED se refiere, la SD/F (Sin dificultad / Fácil) significa que hay ausencia de dificultad o presencia mínima de ellas, generalmente al salirnos de la ruta más evidente y nunca superando pasos de Iº. La F (Fácil) indica la presencia de dificultades valoradas como fáciles. En general dichas dificultades rondan el Iº, aunque pueden parecer algunas de IIº. PD (Poco difícil) corresponde a una trepada compleja IIº. La cuerda puede ser necesaria para montañeros poco habituados, o para todos en algún posible paso aislado de IIº+ o IIIº. La AD (Algo difícil) es una escalada fácil IIIº. Puede ser necesario el uso de pie de gato en algún punto, y el uso de cuerda es recomendable para montañeros poco experimentados, y para todos en algún paso de rápela durante el descenso. Y, por último, la D (Difícil) señala que es una escalada media IVº.

El material

Aunque debería ser norma para cualquier actividad de montaña, ya sea por sendero o una ascensión, siempre debemos llevar algún “por si acaso”. Actualmente está muy de moda salir a la montaña con material ultra light, pero si el clima cambia o sufrimos un pequeño accidente (muy habitual por otro lado, como retorcerse el tobillo), si no llevamos una mochila con algo de ropa de abrigo y una prenda cortavientos, podemos pasar uno de los peores ratos de nuestra vida esperando al rescate. Más aún si vamos a coronar cimas de montañas, donde al salirnos de un sendero, puede que el horario previsto se alargue, y que, si el clima cambia, no tengamos un resguardo tan evidente.

Por ello, no deben faltar unas zapatillas o botas que sujeten bien el pie, pantalón (corto o largo en función del clima), una capa interior que abrigue lo suficiente (ej. un plumas fino), y una capa exterior aislante del viento y agua. Además, si la ascensión discurre por un pedrero muy empinado es muy recomendable llevar casco. No podemos olvidar los indispensables: botiquín, manta térmica, frontal con pilas, comida y bebida.

El ascenso y el descenso

Llegado el momento de la ascensión, debemos echar un vistazo a la cara de la montaña por la que discurre la ruta, intuyendo por donde debemos subir hasta la cima. Es muy habitual subir con la mirada baja, (suelen tener gran pendiente y, es verdad que si no ves el final la subida se hace más llevadera), y en ocasiones podemos salirnos de la ruta. El problema es que siempre es más difícil bajar que subir y, en el caso de confundirnos en algún tramo de subida, puede provocar un destrepe o bajada peligrosa hasta volver a retomar el camino correcto. Por ello, es recomendable levantar bien la cabeza, incluso hacer varias paradas para volver a analizar el ascenso más evidente o comprobar el track en nuestro dispositivo.

Es muy útil el uso de bastones cuando ese trata de terreno blando, pero molestan cuando debemos subir por una pedrera de rocas grandes. Si el ascenso y descenso se efectúan por el mismo sendero, una buena opción será dejar los bastones a la falda de la pedrera. Lo mismo ocurre si llevamos grandes mochilas, podemos cargar con una sola, en la que llevemos algo de ropa, agua y comida, y recuperar el resto del equipaje a la bajada.

En este tipo de ascensiones donde la pendiente es elevada, debemos tener en cuenta que debajo de nosotros llevamos al resto del grupo, por lo que hay que ser muy cuidadoso en nuestros pasos, para no arrojar piedras a nuestros compañeros. En el caso de que se delice una piedra, avisaremos inmediatamente al resto del grupo gritando con el máximo volumen posible: “piedra”, de manera que ellos en ese momento se agachen y cubran su cabeza con los brazos. Para este tipo de ascensos por pedreros empinados es muy recomendable usar casco.

Durante el descenso debemos ser más precavidos que en el ascenso, pues se trata de la parta más peligrosa. Es importante mantener los pasos firmes, y en las zonas más empinadas o resbaladizas, acercar las nalgas a la ladera de manera que, si resbalásemos, la caída sea mínima (centímetros). Asimismo, en los pasos más delicados donde la pendiente es más vertical, es recomendable girarse y bajar de cara a la montaña, de esta manera dispondremos de cuatro puntos de apoyo: las dos manos y los dos pies.

Para terminar, como en todas las actividades, es muy recomendable comenzar por las ascensiones más sencillas, y poco a poco ir aumentando el nivel de las mimas, a medida que vayamos ganando experiencia en ese tipo de terreno. Por supuesto, si tienes vértigo, no es una actividad recomendada ni aconsejable para ti, aunque siempre podrás hacer unas preciosas rutas de trekking por los senderos que transcurren por las baladas de las montañas.

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