En un contexto donde la búsqueda de experiencias auténticas y el contacto con la naturaleza cobran cada vez más sentido, Setúbal emerge como un destino clave para quienes desean escapar del bullicio cotidiano. Y concretamente, la Sierra de Arrábida, con su vasto paisaje de montañas, acantilados y playas vírgenes, se posiciona como un destino de referencia para los amantes del senderismo y las experiencias al aire libre.
Este macizo montañoso, situado en la región de Setúbal y protegido como Parque Natural desde 1976, alberga una diversidad ecológica y paisajística de extraordinario valor. Acantilados vertiginosos, playas escondidas, densos bosques mediterráneos y vistas panorámicas sobre el Atlántico convierten a Arrábida en un espacio emblemático donde la contemplación de la naturaleza se convierte en una vivencia transformadora.
Y si algo caracteriza a la Sierra de Arrábida, además de sus imponentes paisajes, es su extensa red de senderos, adaptados a diferentes niveles de dificultad, que permiten a los excursionistas, desde principiantes hasta expertos, explorar la riqueza natural del lugar. Estos recorridos no solo brindan una inmersión en la biodiversidad local, sino que también ofrecen la oportunidad de descubrir la historia y el patrimonio cultural de la región, al transitar por antiguos monasterios, fortificaciones y otros vestigios históricos de la cultura local que dotan a la zona de un carácter muy definido.
Descubriendo la Sierra de Arrábida a cada paso
Desde sus verdes colinas hasta sus acantilados costeros, cada sendero invita a descubrir paisajes que combinan la majestuosidad de las montañas con la calma del océano. Para los principiantes, la Ruta de Encostas de São Filipe ofrece un recorrido circular de 3,9 km desde el Parque Urbano de Albarquel, bordeando el Fuerte de São Filipe y brindando vistas panorámicas sobre Setúbal y el estuario del Sado.
En un nivel intermedio, Portinho da Arrábida propone un itinerario lineal de 2,3 km que conecta el Creiro con la playa de Alpertuche, pasando por la Lapa de Santa Margarida y el Museo Oceanográfico, en plena franja costera. Y para los más experimentados, Alto do Formosinho representa un reto mayor: 8,3 km que atraviesan zonas boscosas y el Convento da Arrábida, culminando en el punto más alto de la sierra, a 501 metros de altitud, con vistas impresionantes sobre el litoral y Lisboa.
Asimismo, muy cerca de los principales recorridos de la Sierra de Arrábida, se encuentra Azeitão, una de las localidades más pintorescas del municipio de Setúbal, donde el senderismo se convierte también en una puerta de entrada a la tradición y la cultura local. En este sentido, la ruta Aldeias de Azeitão, de 17 km, conecta aldeas históricas como Picheleiros u Oleiros, atravesando paisajes rurales y vestigios del pasado bajo la sombra de la sierra. Otra opción destacada es la ruta que une Azeitão con el Portinho da Arrábida, ideal para quienes buscan vistas desde el Alto do Formosinho antes de descender hasta el mar. Al terminar, nada mejor que saborear un queijo de Azeitão, un vino local o las emblemáticas tortas, completando así una experiencia que une senderismo y placer gastronómico.
Setúbal impulsa el turismo activo con el Festival de Senderismo de Arrábida
En este contexto, el Festival de Senderismo de Arrábida —cuya segunda edición se ha celebrado del 2 al 4 de mayo de 2025— representa una apuesta firme del Ayuntamiento de Setúbal por el desarrollo de un modelo de turismo activo, respetuoso con el medio ambiente y vinculado al conocimiento del territorio. Con una oferta de 32 recorridos guiados, adaptados a distintos niveles de exigencia física y dirigidos a públicos diferentes, el evento combina la práctica del senderismo con la divulgación de la riqueza natural y cultural de la región.
Así, el Festival de Senderismo de Arrábida constituye una invitación a descubrir un patrimonio natural de incalculable valor, en el que se entrelazan la historia, la biodiversidad y la identidad del territorio. Cada ruta, cuidadosamente seleccionada, ofrece una oportunidad para redescubrir el ritmo pausado del paisaje, desde los valles interiores cubiertos de vegetación autóctona hasta los senderos costeros con vistas impresionantes. Es, en definitiva, una celebración de la naturaleza en su estado más puro, que subraya el compromiso de Setúbal con la conservación ambiental y el turismo consciente.