Sant Josep de sa Talaia, la localidad ibicenca con impresionantes atardeceres y la más salinera de Ibiza, reúne algunas de las paradas imprescindibles para sacar las fotos más bonitas de la isla. Lugares en los que admirar singulares paisajes, contemplar espectaculares caprichos de la naturaleza y encontrar originales creaciones artísticas que se convierten en escenarios ideales para capturar momentos inolvidables de este verano.
Ubicado al suroeste de Ibiza, Sant Josep combina en un mismo territorio naturaleza, historia, arte y tradición y es un destino perfecto para explorar lo más auténtico de la isla. A lo largo de sus más de 80 kilómetros de costa se encuentran algunas de las playas ibicencas más emblemáticas. También destaca su rica diversidad natural, con humedales y espectaculares formaciones rocosas. A su rico y variado paisaje se unen lugares de gran valor histórico y cultural, con yacimientos y espacios que acogen intervenciones artísticas contemporáneas.
Punta de sa Pedrera: piscinas naturales entre rocas
Sus imponentes formaciones rocosas y espectaculares piscinas naturales lo han convertido en uno de los rincones favoritos tanto de los habitantes de la localidad como de quienes vienen solo de visita y buscan un espacio donde disfrutar de la naturaleza en estado puro. Entre acantilados y aguas cristalinas se despliega este paisaje cuya particular imagen, con esas láminas de agua, es el resultado de las antiguas canteras de extracción de una piedra arenisca utilizada tradicionalmente en la construcción local y conocida como marés.
Cala Comte: la puesta de sol más deseada de la isla
Cala Conta (o Cala Comte) es sin duda una de las playas más emblemáticas de Sant Josep de sa Talaia. Sus aguas de color turquesa, su arena dorada y sus vistas panorámicas a islotes como Sa Conillera, s'Espartar o s’Illa des Bosc la convierten en un icono de las fotografías ibicencas. Su poca profundidad y la claridad del mar hace que sea un destino ideal para familias o para hacer snorkel. Está divida en dos playas, la playa de Tramontana, orientada al norte, y la playa de Poniente, orientada al oeste, y donde se pueden capturar uno de los atardeceres más impresionantes de la isla. Tiene además varias calas pequeñas, como Cala Escondida y Es Racó d’en Xic, perfectas para que quienes disfrutan de la práctica del nudismo.
Sa Caleta: un pasado fenicio entre acantilados rojizos
Esta pintoresca cala con forma de herradura esconde los vestigios del origen de la isla. Entre formaciones rocosas de arcilla roja y casetas de pescadores se halla un yacimiento fenicio del siglo VII a.C. declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y que es considerado el primer núcleo urbano de Ibiza. Una pasarela de madera que desciende imponentes paredes rojizas es la puerta de entrada a este oasis. Muy cerca se encuentra el restaurante Sa Caleta, donde disfrutar en un entorno único de platos de marisco recién traído del mar y una variada propuesta culinaria de cocina tradicional. Para seguir explorando los alrededores, hay una ruta circular de poco más de un kilómetro que rodea la zona y permite admirar otras bellas panorámicas de los alrededores.
Time & Space: el Stonehenge de Ibiza
Cerca de Cala Llentia se alza una escultura monumental bautizada como ‘Time & Space’ que es conocida como el ‘Stonehenge de Ibiza’. Esta obra, del artista Andrew Rogers, está formada por 13 columnas de basalto alineadas en forma de elipse, como los planetas en torno al sol, y de hecho la columna central simboliza al astro Rey y está coronada con una capa de oro de 23 quilates. Es, sin duda, uno de esos rincones cargados de misticismo que se convierten en una parada obligatoria, junto con las famosas ‘Las Puertas de Cala Llentía’, dos puertas de madera situadas muy cerca y que enmarcan en el horizonte las impresionantes vistas del islote Es Vedrà.
Parque Natural de ses Salines: paisaje, sal y biodiversidad
Este espacio protegido, que destaca por su diversidad ecológica, histórica y cultural, abarca 3.000 hectáreas terrestres y 13.000 marinas entre Ibiza y Formentera. Un paisaje único de humedales, moldeado desde hace siglos por el funcionamiento de las salinas, que cada año se convierte en hábitat de numerosas especies de aves migratorias, entre las que se encuentran los flamencos. A la belleza del paisaje en tierra se suma uno de los elementos vitales del ecosistema marino de las islas, que hace que sus aguas sean tan claras y puras, las praderas de Posidonia oceánica, declaradas además Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Dentro del parque, otros puntos imprescindibles para inmortalizar son la playa de Ses Salines y la torre de defensa de Ses Portes.