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Aprender a vivir la Navidad como un checo en cinco pasos
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Aprender a vivir la Navidad como un checo en cinco pasos

lunes 27 de diciembre de 2021, 09:43h

Todas las festividades checas tienen algo que las hace especiales pero ninguna llega a generar tanta emoción como la Navidad. Este periodo, que comienza con el Adviento y finaliza el 26 de diciembre, se celebra en la República Checa entre curiosas costumbres y tradiciones centenarias. Algunas son comunes con otros países europeos pero también las hay muy originales y divertidas.

Las tradiciones y eventos navideños en la República Checa se despliegan a comienzos de diciembre y finalizan el día 26 del mismo mes. Es un período más corto que en países como España pero que se vive con intensidad y hábitos muy originales. Vamos a explicar en cinco pasos las costumbres para llegar a celebrar estas festividades como un checo…

Primer paso: aprovechar el Adviento

El primer fin de semana de diciembre los hogares checos comienzan a engalanarse para las fiestas navideñas. Se recuperan los adornos de años anteriores o se compran otros nuevos, y la esencia de la Navidad se cuela en todas las estancias a través de las luces, la música y los motivos decorativos. Es también el momento de encender la primera vela de la corona de Adviento, en los domingos siguientes se irán prendiendo las siguientes hasta terminar el 24 de diciembre.

Ese espíritu festivo que entra por la vista, se extiende también al paladar y al olfato, ya que las casas se impregnan de aroma a vainilla y canela. Las primeras tandas de galletas crujientes o de pastas salen del horno, y al remover el ponche caliente (punč) o el vino dulce (svařák), suben efluvios que te trasladan a muchos momentos felices. Preparar estas bebidas es muy sencillo, para el ponche sólo se necesita agua caliente, ron y azúcar, y para el vino, una mezcla de vino tinto, canela, clavo y corteza de limón.

Con el mismo entusiasmo que los mayores reciben las galletas y el vino, los más pequeños acogen la figura de San Nicolás, un símbolo de bondad y generosidad que reparte, acompañado de ángeles y demonios, saquitos con sorpresas en la mañana del 6 de diciembre. Ni Papá Noel ni los Reyes Magos, en la República Checa el ser mágico es San Nicolás. Este santo es el que decide si deja, junto a sus camas, un regalo o una bolsa de carbón.

Antaño las jovencitas, además de recibir con alegría los regalos de San Nicolás, también se encomendaban a Santa Bárbara. El día 4 de diciembre, onomástica de la virgen, aquellas chicas casaderas cortaban ramitas de cerezo (baborka) y las colocaban en un jarrón. Si florecían antes de Nochebuena, ese año se desposarían. Y si no ocurría... tendrían que esperar hasta mejor ocasión.

Segundo paso: adornar el árbol con entusiasmo

Este año no todos los mercadillos navideños podrán acudir a su cita habitual en la República Checa. Se les echará de menos pero incluso en aquellos lugares donde no están, como en Praga, la diversión y la atmósfera navideña está asegurada gracias a las luces, algunos puestos de comida y vino caliente y al gigantesco abeto de la Plaza de la Ciudad Vieja.

Se cree que la tradición de colocar un árbol en las casas fue importada a Chequia por Johann Carl Liebich, director del Teatro de los Estamentos de Praga, en el siglo XIX. Este alemán organizó una gran fiesta navideña, en el palacio de Šilboch, para su entorno aristocrático y colocó un abeto con multitud de adornos y regalos para sus invitados. Y, poco a poco, se fue convirtiendo en uno de los símbolos navideños, no sólo en Praga sino en todo el país.

Los adornos del árbol también han ido evolucionando con el tiempo, inicialmente fueron papeles brillantes y dulces o frutas exóticas –con las que se marcaba el estatus de cada hogar–, después se añadieron velas encendidas, y ahora lo que prima son las figuras artesanas de madera, paja o vidrio. Lógicamente, cada región checa aporta su tradición particular, así en la zona de Bohemia, siempre han sido muy populares los adornos realizados con vidrio.

Tercer paso: cocina checa en Nochebuena y Navidad

Como en casi todos los países del mundo, en la República Checa la gastronomía forma parte de los actos festivos. El 24 de diciembre, uno de los días grandes, los checos preparan el estómago para el festín que se avecina por la noche. Ayunan casi todo el día o tratan, al menos, de que sean platos ligeros y sin carne, ya que es día de Cuaresma. Una receta vegetariana muy popular es el kuba, que se prepara con granos de cebada y setas.

La cena de Nochebuena es acogida con alegría, y, por supuesto, tiene como protagonista a la carpa. Es habitual comprarla viva unos días antes y dejarla en la bañera hasta el momento de cocinarla, con el consiguiente riesgo de que los niños se encariñen con ella... Se suele preparar frita y acompañada de una ensalada de patatas (parecida a la ensaladilla rusa). A la carpa no se le deben quitar las espinas, tiene unas 300, para que el tiempo compartido en la mesa sea mayor. Una vieja costumbre es colocar una escama debajo de cada plato para atraer la buena suerte durante el año, y otra en la cartera para que no falte el dinero.

Otro elemento que no puede faltar en Navidad es la trenza navideña, un postre cargado de simbolismo. Al elaborarla, su masa se divide en nueve partes iguales que se colocan en tres filas que luego se trenzarán. Las cuatro partes de abajo representan los cuatro elementos, las tres del centro son el sentimiento, la razón y la voluntad; y las dos de arriba, el conocimiento y el amor, la parte más elevada del ser humano. La trenza lleva pasas en su interior y se decora con almendras, una auténtica delicia.

Tras la cena, las familias checas acuden a escuchar la Misa checa de Navidad’, la misa más popular del compositor Jan Jakub Ryba. Este maestro, organista y director del coro de la iglesia de Rožmitál pod Třemšínem dejó centenares de melodía sacras y de misas.

Cuarto paso: afinar la voz y el humor

Dejando a un lado el ambiente solemne de las iglesias, hay que mencionar que a los checos les gusta cantar villancicos, sin zambomba y con mucha solemnidad, como habréis comprobado en los mercadillos navideños. Y también son amigos de los juegos. Uno de los tradicionales en estas fiestas, que podéis hacer para reíros un poco, consiste en que las jóvenes solteras se coloquen de espaldas a la puerta y lancen un zapato hacia atrás. Si la punta al caer mira hacia la puerta, se casará en menos de un año, pero si apunta hacia ella, no conocerá al amor de su vida.

Para el siguiente juego necesitáis una cáscara de nuez donde hay que colocar una pequeña vela. Se prende y se deja flotando hasta que se apague, el artífice del barquito que tarde más en apagarse será el que tenga una vida más prolongada.

Quinto paso: venerar a San Esteban

El 26 de diciembre, festividad de San Esteban, se terminan las celebraciones navideñas y se dicen misas en honor al santo. Antes era habitual que en los pueblos los niños fuesen ese día de puerta en puerta cantando villancicos, pero ahora se hace menos. Lo que sí se mantiene es la tradición de comer un plato que lleve oca en dicha jornada festiva.

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