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El Potosí Submarino: una zarzuela satírica que renace 130 años después
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El Potosí Submarino: una zarzuela satírica que renace 130 años después

martes 18 de noviembre de 2025, 08:00h

Del 19 al 30 de noviembre, el Teatro de la Zarzuela se sumerge en una aventura tan delirante como necesaria: el regreso de El Potosí Submarino, una obra que lleva 130 años sin pisar el escenario. Esta zarzuela cómico-fantástica de Emilio Arrieta y Rafael García Santiesteban, estrenada en 1870, reaparece ahora con una mirada fresca, irónica y sorprendentemente actual.

La música estará dirigida por Iván López Reynoso, mientras que la nueva versión escénica —y también el vestuario— lleva la firma de Rafael R. Villalobos, uno de los creadores más singulares de la escena lírica actual. La escenografía corre a cargo de Emanuele Sinisi, con iluminación de Felipe Ramos y videocreaciones de María Cañas. Además, la producción presume de algo poco habitual: la mitad del material escenográfico y de vestuario está reutilizado de los fondos del propio Teatro, lo que convierte este montaje en un ejemplo real de sostenibilidad.

Diez funciones para redescubrir una obra olvidada, un reparto lleno de primeras voces y una puesta en escena que conecta el disparate del XIX con el desconcierto del final del siglo XX. El resultado: una zarzuela que habla de nosotros más de lo que esperábamos.

Una aventura submarina con mucha retranca

El Potosí Submarino es, en esencia, un viaje irresistible: una trama fantástica en tres actos, versos ingeniosos y una música que mezcla humor, ironía y un punto de ternura. Pero no hay que dejarse engañar por el envoltorio “juliovernesco”: bajo el fondo marino laten una sátira política de manual y un retrato de corrupción y ambición que podría haber sido escrito ayer.

Para Villalobos, responsable de esta nueva versión, el puente entre épocas era evidente. Por eso decide trasladar la acción desde la España de 1870 hasta la España de 1993, ese momento de resaca colectiva tras el explosivo 1992 de Juegos Olímpicos, Expo, grandes cumbres y sueños de modernidad. Una época de portadas imposibles, escándalos bursátiles, celebrities conectadas con la política y los primeros síntomas del boom inmobiliario.

Un país empeñado en parecer moderno mientras escondía sus propias cloacas. Literal y metafóricamente.

En palabras del director de escena, el fondo marino siempre ha sido “un eufemismo para referirse a las profundidades del Estado”. Y lo curioso es que, aunque la obra tenga más de un siglo, su retrato de la ambición, la especulación y las ansias de riqueza fácil resuena exactamente igual en 1993… y en 2025. Esa mezcla entre carcajada e incomodidad es, probablemente, lo que hace tan especial esta recuperación.

Una recuperación histórica hecha con mimo

El regreso de El Potosí Submarino no es casualidad: es el resultado de un proceso de investigación de años, encabezado por la musicóloga María Encina Cortizo, que rastreó manuscritos y fuentes musicales hasta poder reconstruir la obra. El INAEM respaldó la edición de la partitura, que por fin vuelve a sonar.

Después llegó la colaboración entre el musicólogo Enrique Mejías y el propio Villalobos, un trabajo conjunto que ha conseguido rescatar el espíritu satírico y melancólico del original sin caer en la nostalgia. La versión respeta prácticamente intactos los textos cantados, pero refresca la dramaturgia y recupera joyas como la popular “Canción del cable”, donde Escamón se jacta de enterarse de todo lo que ocurre en tierra gracias al telégrafo. Una idea casi prehistórica del internet actual.

La clave del montaje está en ese equilibrio entre respeto y descaro: humor con mensaje, frescura sin frivolidad y una conciencia clara de que la zarzuela también puede hablar el lenguaje de hoy.

Escenografía sostenible y un océano muy vivo

Llevar a escena un universo submarino nunca es fácil, pero este Potosí lo consigue combinando imaginación, videocreación y una fuerte apuesta por la sostenibilidad. La escenografía de Sinisi, junto a la iluminación de Ramos y el universo visual de María Cañas, construyen un fondo marino en el que conviven perlas, corales, tejemanejes y personajes tan turbios como divertidos.

El dato estrella: alrededor del 50 % del material escénico y de vestuario es reutilizado, parte de él procedente de La violación de Lucrecia, dirigida también por Villalobos en 2023. Una muestra clara de que la creatividad y la sostenibilidad pueden ir de la mano incluso en grandes producciones.

Un reparto coral para un mundo de farsa y fantasía

La obra contará con dos repartos. Entre los protagonistas:

  • Manel Esteve y Enric Martínez-Castignani como el manipulador Misisipí.
  • Rafa Castejón como Pale Ale, el cervecero desesperado que busca recuperar su falsa riqueza comprometiendo a su propia hija.
  • Carolina Moncada y Nuria García Arrés como Celia, enamorada de Cardona.
  • Alejandro del Cerro y Enrique Ferrer como ese Cardona que regresa milagrosamente tras un supuesto naufragio.
  • María Rey-Joly e Irene Palazón como la irónica y afilada Perlina.
  • Mercedes Gancedo y Laura Brasó como Coralina, compañera en el fondo marino.
  • José Luis Solá y Juan Sancho como el Príncipe Escamón, dueño absoluto del submundo submarino.

Todos ellos bajo la dirección musical de López Reynoso, al frente de la Orquesta y el Coro Titulares del Teatro de la Zarzuela.

Una obra que vuelve para decir algo

Recuperar una zarzuela perdida durante 130 años no es solo un gesto histórico: es una forma de mirarnos en un espejo inesperado. El Potosí Submarino combina humor, crítica y fantasía para recordarnos que la ambición, la corrupción o la inocencia fingida son viejos conocidos de nuestra historia.

Pero también nos demuestra que el repertorio clásico puede rejuvenecer si se aborda con valentía, imaginación y una lectura que dialogue con el presente. Y ese es, precisamente, el logro de esta producción: traer del fondo del mar una pieza olvidada y convertirla en una experiencia fresca, irónica y sorprendentemente contemporánea.

Del 19 al 30 de noviembre, el Teatro de la Zarzuela invita a sumergirse en un océano donde nada es lo que parece… y donde reír es la mejor forma de sobrevivir.

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