El Alentejo, gran región portuguesa de paisajes apacibles y encantadoras villas que encierran siglos de historia, mantiene bien conservado su patrimonio medieval. A través de un recorrido por castillos alzados sobre promontorios, murallas defensivas, conventos y catedrales, el viajero puede acceder a un periodo de la vida alentejana que, lejos de representar una época oscura, dejó importantes vestigios que continúan marcando el carácter, las artes culinarias y la artesanía de la región.
Villas congeladas en el tiempo
Aunque buena parte de las construcciones alentejanas cuenten con cimientos romanos, pueblos amurallados como Monsaraz, Mértola o Marvão constituyen un excelente ejemplo de arquitectura medieval. Este último, situado a apenas unos kilómetros de la frontera con España, es un buen punto de partida para sumergirse en el pasado de la región, siempre repleto de influencias visigodas y árabes. Su bella fortaleza presenta elementos datados desde el siglo XII hasta el XVII, pero su interés va más allá: el castillo también funciona como mirador sobre el Parque Natural de la Sierra de San Mamede, ofreciendo impresionantes vistas de los alrededores.
Algo más al sur se encuentra Elvas, otra de las grandes joyas arquitectónicas de la región. Puede presumir de ser la ciudad con el mayor número de fortificaciones de Europa: un conjunto de siete bastiones y dos fortalezas declaradas Patrimonio de la Humanidad. Los enamorados de la historia medieval se maravillarán con sus estructuras militares en forma de estrella o su larguísima muralla.
Antiguas artes del cuero y el metal
Para una inmersión completa en el medievo, tampoco se debe pasar por alto la larga tradición alrededor del cuero y la marroquinería de la zona. Este arte puede descubrirse en la fábrica de curtiembre de Terrugem, en las cercanías de Elvas, pues a pesar de alguna mecanización, se conservan la atmósfera y las técnicas de la Edad Media.
También las artesanías a base de metales fueron importantes a lo largo de estos siglos. Aunque su origen es anterior, la fabricación de chocalhos (cencerros) fue muy importante durante la época medieval, y su elaboración, tan especial que se encuentra protegida por la UNESCO, todavía puede verse en lugares como Alcáçovas.
Arquitecturas eclesiásticas
En el Alentejo no faltan importantes ejemplos de estructuras religiosas, con Évora, designada como Capital Europea de la Cultura en 2027, como parada obligatoria para los amantes de esta arquitectura. Aquí puede visitarse la mayor catedral medieval de todo Portugal, en estilos gótico de transición y románico, así como una de las construcciones más fascinantes del país: la Capilla de los Huesos. Este osario del Convento de San Francisco está recubierto por más de 5.000 calaveras y miles de huesos cuidadosamente dispuestos.
La región también presenta otros ejemplos de conventos e iglesias medievales visitables. Quienes deseen pasar la noche en un entorno auténtico, viviendo una inmersión completa en el medievo podrán hacerlo el Monasterio de Flor da Rosa, ahora reconvertido en Pousada.
Gastronomía de antes y de ahora
Los aires medievales tampoco abandonan al viajero a la hora de reponer fuerzas: las tabernas de la zona sirven platos tradicionales que hunden sus raíces en recetarios muy antiguos. La clásica açorda alentejana —una sopa de pan, hierbas aromáticas y huevo— ya formaba parte de la dieta local en el siglo XIII. Las preparaciones a base de bacalao, los guisos de cerdo especiado o el ensopado de borrego (o estofado de cordero), siempre acompañados de un buen vino, también tienen sus orígenes en esta época y pondrán el broche de oro al viaje en el tiempo.