En una ciudad como Madrid, donde la oferta gastronómica no deja de crecer, hay restaurantes que conquistan no solo por su cocina, sino también por el cuidado en cada detalle y un trato que hace que te sientas especial. Virrey es uno de ellos. Situado en una tranquila calle arbolada de Chamberí (Calle Zurbarán, 8), se ha consolidado como un auténtico templo del producto, donde tradición y modernidad se encuentran sin artificios.
Inaugurado hace apenas tres años, Virrey ha sabido imprimir su sello gastronómico en un espacio con historia. El restaurante ocupa lo que antaño fue un banco, un edificio señorial que conserva parte de su estructura original y aporta un aire de distinción a cada rincón. Esta fusión entre pasado y presente refuerza la personalidad de Virrey, que ha transformado un lugar concebido para guardar tesoros en un templo donde el verdadero valor está en la frescura del mar y en la cuidada elaboración de sus platos.
La revista INOUTVIAJES vivió la experiencia y, tras una excelente cena, no hay dudas: Virrey es de esos lugares que dejan huella y a los que siempre apetece volver.
Alta cocina sin pretensiones: el menú “Los Caprichos de Virrey”
El chef asturiano Carlos Fernández-Miranda dirige este restaurante en el que el pescado al horno y, concretamente, la especie que da nombre al local, es el protagonista incuestionable, el llamado pez virrey o palometa roja.
Carlos Fernández-Miranda ha incorporado a las noches el menú cerrado ‘Los caprichos de Virrey´, una selección de platos especialmente pensada para disfrutar de una propuesta más relajada que incluye elaboraciones exclusivas
‘Los Caprichos de Virrey’, rinde homenaje al sabor auténtico y reúne los platos más representativos de la casa en una experiencia que es, ante todo, un tributo a la materia prima.
INOUTVIAJES degustó esta oferta gastronómica ideal para una tranquila cena veraniega.
La velada comienza con un desfile de entrantes que marcan el tono de la cena: Ostras, fresquísimas y delicadas, perfectas para abrir el apetito. Tartar de tomate, sorprendente por su frescura y equilibrio. Zamburiñas, jugosas y en su punto justo de cocción. Buñuelo de brandada de bacalao, ligero y cremoso. Croquetas: las clásicas de jamón y unas irresistibles de cecina, con ese toque ahumado tan característico. Tartar de atún, de sabor intenso y textura impecable.
Luego los platos principales que mantienen el nivel. A elegir entre un solomillo tierno y jugoso o una lubina perfectamente cocinada, ambos acompañados de patatas y guarniciones que realzan el sabor del producto.
El final es tan dulce como inolvidable: un pastel de tres leches, suave, jugoso y delicado, que pone el broche perfecto a una experiencia redonda.
El mejor servicio: un equipo que te hace sentir en casa
Más allá de los platos, lo que termina de enamorar en Virrey es su hospitalidad. El equipo de sala acompaña sin interrumpir, está pendiente sin invadir y logra algo que pocos restaurantes consiguen: hacerte sentir como en casa desde el primer minuto. Una atención que marca la diferencia: además de comer bien, se vive una experiencia completa.
La terraza: un oasis en Chamberí
Si el interior de Virrey enamora por su elegancia discreta y ambiente acogedor, su terraza es, en verano, un auténtico refugio en pleno centro de Madrid. Rodeada de vegetación, con mesas amplias, iluminación suave y un ambiente relajado, es el lugar ideal para disfrutar sin prisas de la noche madrileña.
Allí se entiende por qué Virrey se ha convertido en uno de los imprescindibles del verano en la capital: ofrece lo que muchos buscan y pocos logran, una mezcla perfecta entre gastronomía de primer nivel, ambiente cuidado y ese aire de casa de verano que invita a quedarse un poco más.
Virrey: mucho más que un restaurante, un lugar al que siempre se vuelve
Virrey es un restaurante para repetir. Su cocina es honesta, su producto impecable y su equipo, de esos que marcan la diferencia. No hay artificios ni excesos, solo una búsqueda constante de la excelencia desde la sencillez y el respeto al sabor auténtico.
Los rincones de Virrey: elegancia y sabor
Virrey combina elegancia y sofisticación en un ambiente donde destacan los tonos verde oscuro, la calidez de la madera y la pulcritud de los manteles blancos. Al entrar, la vista se dirige inevitablemente a la barra y a la vitrina, donde se exhiben los pescados y mariscos frescos del día, toda una declaración de intenciones gastronómicas.
En la planta inferior, junto a la cocina, se esconde un acogedor salón privado con decoración marinera, perfecto para reuniones de 8 a 10 personas.
Con la incorporación de nuevos platos y la propuesta Los caprichos de Virrey, el restaurante reafirma su apuesta por la calidad, la tradición y la innovación. Una oferta versátil que acompaña cada momento del día sin renunciar a la esencia que lo define.