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Viena: un cambio de año con alma de vals
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Viena: un cambio de año con alma de vals

Celebrar la Nochevieja en Viena es sumergirse en una tradición que mezcla elegancia, música y rituales centenarios. Mucho más que el popular Sendero de San Silvestre o el emblemático Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica, la ciudad vive el 31 de diciembre con una magia que solo puede entenderse al sentirla. Porque si hay algo que jamás falta en la capital austríaca, es el compás del Vals del Danubio a medianoche.

Una ciudad que despide el año con encanto

El último día del año se vive en Viena entre celebraciones íntimas y entusiasmo callejero. Las familias y grupos de amigos se reúnen en casa o buscan el bullicio en galas elegantes, fiestas en clubes o los animados espacios al aire libre de la Stephansplatz.

Una de las costumbres más entrañables es intercambiar amuletos de la suerte: tréboles de cuatro hojas, deshollinadores, herraduras, monedas doradas, setas rojas e incluso pequeños cerditos. Muchos se encuentran en los mercados navideños y algunos, hechos de chocolate o mazapán, son tan bonitos como deliciosos.

Rituales que predicen el nuevo año

Entre las tradiciones más curiosas destaca el antiguo ritual de derretir plomo —hoy sustituido por cera por motivos de salud y sostenibilidad— para adivinar el futuro. La figura caliente se vierte en agua fría y la forma resultante —o incluso su sombra a la luz de una vela— sirve para interpretar augurios para el año que comienza. Un toque de misticismo perfecto para abrir el 1 de enero.

El momento mágico: medianoche en Viena

Cuando el reloj marca el final del año, las copas de vino espumoso se alzan y los vieneses brindan con un cálido “Prosit Neujahr”. Justo entonces, desde la torre norte de la Catedral de San Esteban, retumba la imponente campana Pummerin, la más grande del país y símbolo de paz y libertad. Solo suena en ocasiones extraordinarias, y su tañido de Nochevieja, transmitido por la radiotelevisión pública a todo el país, estremece incluso a quienes la escuchan desde lejos.

Tras ella llega el instante más esperado: los primeros compases del Vals del Danubio, cuando Viena entera parece flotar en un tres por cuatro eterno. En la Stephansplatz, uno de los puntos más icónicos del Silvesterpfad —la ruta festiva de dos kilómetros por el centro—, bailar bajo las estrellas se convierte en un recuerdo imborrable.

La banda sonora del nuevo año

Viena se llena de música en estas fechas. El protagonista absoluto es el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica, que el 1 de enero de 2026 comenzará a las 11:15 en la Sala Dorada del Musikverein bajo la batuta del canadiense Yannick Nézet-Séguin. Un evento global seguido por 50 millones de espectadores en más de 90 países y cuyas entradas se sortean debido a la enorme demanda.

Muchos vieneses prefieren disfrutarlo desde el sofá o en retransmisiones al aire libre, como las instaladas en la Stephansplatz o junto a la noria gigante del Prater. En 2026, el Museo MAK organizará por primera vez una “watch party”, con especial significado: allí se grabaron las escenas de ballet que acompañan las obras “Rosen aus dem Süden” y la “Diplomatenpolka” de Johann Strauss hijo.

Pero el cambio de año en Viena ofrece mucho más. La Orquesta Sinfónica de Viena celebra el 50º aniversario de su interpretación de la Novena de Beethoven en el Konzerthaus (30 y 31 de diciembre y 1 de enero). El Ehrbarsaal acogerá también el Concierto de Año Nuevo de compositoras y compositores contemporáneos.

Un clásico que no puede faltar

Ninguna Nochevieja vienesa estaría completa sin una representación de “Die Fledermaus”, la opereta más célebre de Johann Strauss hijo. La Ópera Estatal y la Volksoper mantienen viva esta tradición con funciones entre el 31 de diciembre y el 6 de enero. Un espectáculo alegre, refinado y perfecto para comenzar el año con el espíritu festivo de la capital imperial.

Viena convierte la llegada del nuevo año en una celebración que combina tradición, belleza y emoción. Desde el tañido solemne de la Pummerin hasta los acordes eternos del Vals del Danubio, la ciudad ofrece una experiencia que envuelve los sentidos y queda grabada para siempre en la memoria del viajero. Celebrar la Nochevieja aquí no es solo despedir un año: es vivir un instante único, donde la elegancia imperial y la calidez vienesa se funden en un comienzo inolvidable. ¿Puede haber un escenario más mágico para dar la bienvenida al futuro?

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