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Ruta modernista
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Ruta por el Movimiento Modernista en Vilafranca del Penedès

domingo 18 de junio de 2017, 17:32h

La Capital del Vino ofrece una ruta por una treintena de edificios marcados por este movimiento artístico de finales del siglo XIX y visitas guiadas teatralizadas

Vilafranca del Penedès es mucho más que vino, aunque este sea su principal seña de identidad. A nivel cultural, la localidad barcelonesa también seduce al visitante con la belleza del Modernismo, movimiento artístico que a finales del siglo XIX irrumpió allí con fuerza y la transformó de pueblo a pequeña ciudad. La mejor manera de comprobarlo es recorriendo la ruta por una treintena de edificios y mobiliario urbano que llevan su sello, o asistir a las visitas guiadas teatralizadas que se realizan periódicamente; la más inminente, el domingo 2 de julio.

El Modernismo, dejó huella en Vilafranca del Penedès, que de pueblo pasó a convertirse en una pequeña ciudad

Enoturismo y arquitectura maridan a las mil maravillas en Vilafranca del Penedès, convirtiéndose en dos potentes imanes que atraen al visitante, porque la Capital del Vino catalana es mucho más que un destino vitivinícola de primer nivel. Para quienes busquen un complemento cultural, la localidad ofrece dos interesantes rutas urbanas por su casco antiguo. Una es la Ruta Medieval, fiel testimonio de sus orígenes allá por el siglo XII. La otra, más contemporánea, es la Ruta Modernista.

El Modernismo, movimiento artístico surgido a finales del siglo XIX, que aplicado a la arquitectura y la decoración apostaba por representaciones vinculadas con la naturaleza y destacaba por sus curvas y asimetrías, también dejó huella en Vilafranca del Penedès, que de pueblo pasó a convertirse en una pequeña ciudad. De la mano de arquitectos vilafranquinos como Santiago Güell y Eugeni Campllonch empezó una transformación urbana perfectamente reconocible en los nuevos edificios, a través de vidrieras de ventanas y barandillas de hierro forjado de los balcones.

Todo ello es perfectamente visible a través de una ruta por una treintena de estos edificios y mobiliario urbano. Uno de ellos es el propio ayuntamiento o Casa de la Vila, de origen medieval, cuya fachada fue remodelada en 1912 y decorada asimétricamente con elementos florales inequívocamente modernistas, balcones con balaustradas y farolas de pie de luces redondas; y el reloj central, enmarcado en guirnaldas de frutas y flores.

Forma parte de esta ruta: la Casa Nogués, en la que destaca la ornamentación cerámica con motivos florales

En el exterior de la Basílica de Santa María son llamativas las farolas con tres luces entre hierro forjado y vidrieras de colores. Y en el interior, es de obligada visita la Cripta, con el conjunto escultórico de siete figuras en mármol de Carrara representando el Descendimiento de la Cruz, obra de Josep Llimona.

La Casa de la Festa Major, antiguo mercado de 1913 reconvertido en museo que acoge una exposición permanente de las figuras y elementos folclóricos de la fiesta mayor vilafranquina, tiene sus ventanas enmarcadas por un perfil de obra vista, propio de los edificios industriales modernistas. Y como claro ejemplo del modernismo integral están los interiores de la Casa Miró. El edificio, obra de Santiago Güell, consta de planta baja, piso principal, buhardilla y azotea, con un pequeño jardín posterior. Su fachada tiene el balcón partido por una columna, con capitel floral.

También forman parte de esta ruta: la Casa Nogués, en la que destaca la ornamentación cerámica con motivos florales; la Casa Serdà Ros, con sus tribunas laterales; la Casa Pecero i Tos, donde llaman la atención sus piezas cerámicas y mosaico; la Casa Ramona Quer, con el coronamiento curvo de la fachada; la Casa Guardinet, con la línea ondulada también del coronamiento; o la Casa Guasch Estadella, que luce las puertas del balcón con arco de medio punto y tres ventanas con ojo de buey ovalado y barandilla ondulada.

La Casa de la Font Rodona exhibe una gran balconada con barandilla de hierro forjado y vidrieras de colores en las ventanas de su enorme salón; el asilo Inglada Vía sorprende por la ausencia de volumen en su fachada plana, ornamentada con ladrillo visto; o la Casa Berger Balaguer, en la que destaca una torre con tejado.

El Vinseum, Museo de las Culturas del Vino, también se incluye en esta Ruta Modernista porque acoge en su interior obras de autores diversos

El Vinseum, Museo de las Culturas del Vino, también se incluye en esta Ruta Modernista porque acoge en su interior obras de autores diversos, como el pequeño busto de mármol blanco de un joven, obra de Josep Llimona; cinco dibujos a tinta de pequeño formato reflejando escenas de la vida cotidiana de personajes históricos, de los que es autor Ricard Opisso; cinco dibujos a lápiz y aguafuerte, de Alexandre de Riquer; o el plato de cerámica policromada y vitrada, firmado por Salvini.

Esta Ruta Modernista puede hacerse por cuenta propia, siguiendo el mapa señalizado del catálogo que ofrecen en la oficina de turismo, pero también hay, periódicamente, visitas guiadas teatralizadas. La más inmediata será el domingo 2 de julio, de 10.30 a 12.30 horas, e incluye el interior del Consell Comarcal de l’Alt Penedès y de la Casa Miró, así como la cripta de la Basílica de Santa Maria, con la citada escultura de Josep Llimona. La visita concluye con una degustación de Xarel·lo, variedad tradicional y propia de la comarca, por gentileza de la D.O.Penedès.

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