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Rincones poco conocidos para acabar el verano en Islas Baleares

miércoles 23 de agosto de 2023, 08:58h

En los últimos meses de la época estival, las Islas Baleares se preparan para acabar la temporada por lo alto, invitando a los visitantes a conocer sus rincones menos conocidos. El archipiélago tiene mucho que ofrecer, como localizaciones pintorescas, pequeñas poblaciones que mantienen la esencia local, y eventos culturales perfectos para terminar el verano de la manera más original.

Turismo cultural en Mallorca

La Feria del Higo o Festa des Sequer en Mallorca, es el primer ejemplo. Se trata de un evento anual de gran relevancia cultural en la zona, que atrae a visitantes y locales por igual. Esta festividad, celebrada en honor a uno de los productos más emblemáticos de la isla, tiene lugar en diversas localidades mallorquinas durante la temporada de higos, en el mes de agosto. La más célebre en la isla es la feria de Lloret de Vista Alegre, una de las poblaciones con más tradición y cultura alrededor de este producto. La feria destaca por ser un espacio de encuentro entre agricultores, productores y aficionados, siendo una ocasión única para sumergirse en la cultura agrícola de Mallorca y deleitarse con los sabores y aromas únicos de esta fruta tan apreciada en la región.

Para continuar, situado en la zona de Mallorca llamada Es Pla, encontramos Petra, uno de los pueblos más pintorescos de la isla. Célebre por ser el lugar de nacimiento de Fray Junípero Serra, un destacado fraile franciscano, Petra alberga variedad de puntos de interés histórico. Sus calles adoquinadas, casas de piedra y edificios históricos reflejan la rica herencia cultural de la región, donde destacan iglesias y ermitas centenarias como la parroquia de Sant Pere, un ejemplo notable de la arquitectura gótica del siglo XV, el antiguo convento de Sant Bernardí y la Ermita de Bonany, lugar de peregrinación muy popular en Mallorca, con maravillosas vistas panorámicas de los alrededores.

Menorca, naturaleza y comunidad

Situado en Menorca y con una historia que se remonta más de dos siglos, la antigua Cantera de Líthica es un paraje de singular belleza natural y valor histórico. Esta antigua cantera de piedra ha sido cuidadosamente rehabilitada y transformada en un impresionante parque y jardín de piedra por una asociación local, con el propósito de dignificar el paisaje y evitar su destrucción. Todo ello genera un escenario de contrastes y geometría, de formaciones rocosas y cuevas talladas en la roca, dando paso a jardines naturales y artificiales, resultado de la interacción del hombre y la naturaleza en el paisaje. En su interior se encuentra un circuito botánico diverso y un juego laberíntico que incluye el Jardín Medieval y el Laberinto de Piedra. Este museo al aire libre es el lugar ideal para entusiastas de la geometría, la arquitectura, la fotografía o el paisaje.

En la otra cara de la moneda se encuentra Villacarlos, también llamado Es Castell o Georgetown, nombre proveniente de su origen británico. Situado muy cerca de Mahón, la localidad aún conserva remanentes de su época inglesa, como edificios de ladrillo rojo de aspecto colonial en su Plaza Mayor, que contrastan con su puerto pesquero de marcado estilo menorquín. En la zona de los muelles, los visitantes podrán encontrar unas vistas espectaculares de la cala en la que se encuentra, así como tradicionales Ilaüts, la embarcación pesquera típica de baleares. Por último, una característica singular de este lugar es que tiene el privilegio de ser el primer pueblo de España en el que sale el sol entre los meses de agosto a abril.

La Ibiza original y rural

Al norte de la enigmática isla de Ibiza se encuentra el pueblo de Sant Joan de Labritja, una auténtica joya que invita a sumergirse en el ambiente rural y natural. Esta zona se ha convertido en lugar predilecto de numerosos establecimientos de agroturismo, donde los viajeros pueden descubrir la Ibiza más tradicional. Además, destaca por ser un punto de reunión de la comunidad hippy, que ha encontrado aquí su sitio para seguir un estilo de vida espiritual y saludable.

En el corazón del pueblo se alza majestuosa la iglesia de cal blanca, del siglo XVIII, un símbolo de la historia y la cultura que se respira en cada rincón. El pequeño paseo marítimo, bordeado por restaurantes, muchos especializados en platos de pescado y marisco local, brinda a los visitantes una oportunidad para saborear la riqueza culinaria local mientras disfrutan de la paz y el encanto de esta aldea.

Para los que buscan la Ibiza más bohemia, se puede continuar la ruta hacia Sant Carles de Peralta, uno de los pueblos originarios del movimiento hippy surgido en los años 60 en la isla. En esta llamativa localidad se puede encontrar la versión más distendida de los mercados de verano: el Mercadillo Nocturno de Las Dalias, que reúne más de un centenar de puestos artesanos. Este mercado, presente los domingos, lunes y martes del verano a partir de las 19.00h, ofrece una atmósfera multicultural y propone piezas únicas de joyería, bisutería, ropa y complementos elaborados en Ibiza.

Formentera y su autenticidad natural

Por su parte, Es Caló de Sant Agustí es un lugar de gran interés debido a su tradición pesquera y su encantador entorno. Esta pequeña población arraigada en la pesca cuenta con un pintoresco puerto natural y acogedores restaurantes. La herencia pesquera es tan importante que los peculiares varaderos de madera que protegen las pequeñas embarcaciones del agua salada son lugar de interés cultural desde 2002.

En las cercanías de Es Caló los visitantes pueden explorar el castellum romano de Can Blai, restos de una construcción fortificada de la época romana. Este sitio arqueológico, declarado bien de interés cultural en 1994, fue una edificación destinada al refugio de la población de las zonas cercanas.

Por otra parte, el Faro de Barbaria es un lugar de gran interés turístico debido a su impresionante ubicación en el Cap de Barbaria, la elevación rocosa más al sur de la isla y de todas las Islas Baleares. Situado en el punto geográfico más cercano a las costas africanas, el faro preside un espectacular acantilado vertical de 100 metros sobre el nivel del mar. La forma más recomendable para llegar al Faro de Barbaria es en bicicleta, una manera diferente de conectar con el entorno natural de la isla. Los visitantes deberán recorrer la pequeña loma del Puig d'en Guillem y atravesar una zona boscosa antes de llegar a un paisaje semilunar con escasa vegetación. A medida que se acerca el final de la carretera, la silueta del faro emerge contrastando con el mar. La experiencia de llegar en bicicleta al Faro de Barbaria es muy agradable, ya que se trata de una ruta sencilla y amena que desemboca en esta área panorámica en la que, en días especialmente claros, es posible vislumbrar algunas montañas en el horizonte por encima del mar, parte de la Península Ibérica, ubicadas a aproximadamente 100 kilómetros de distancia.

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