Lisboa, ciudad con peso: crónica de la 7.ª Trienal de Arquitectura
¿Cuánto pesa una ciudad?
 La pregunta, aparentemente simple, es el punto de partida de la 7.ª Trienal de Arquitectura de Lisboa, abierta hasta el 8 de diciembre de 2025, que convierte la capital portuguesa en un laboratorio sensorial donde se mide lo visible y lo invisible: la materia, la memoria y los flujos que sostienen la vida urbana.
El título —“How Heavy is a City?”— invita a mirar las ciudades no solo como paisajes de piedra y vidrio, sino como organismos que respiran, acumulan, pesan. El dúo curatorial Territorial Agency, formado por Ann-Sofi Rönnskog y John Palmesino, propone una lectura planetaria de lo urbano: cada edificio, cada cable, cada dato, forma parte de una masa humana que ya ha transformado el equilibrio del planeta. Treinta billones de toneladas de materia construida. Treinta billones de preguntas sobre cómo habitamos la Tierra.
Lisboa como laboratorio
En esta edición, la Trienal se despliega por museos, centros culturales y calles con tres grandes exposiciones:
Fluxes, en el MAAT, traza los flujos de energía, materiales y datos que dan forma a la ciudad contemporánea.
Spectres, en el MUDE, explora los fantasmas del pasado —colonialismos, extracciones, herencias materiales— que aún determinan nuestras urbes.
Lighter, en el Centro Cultural de Belém, busca imaginar futuros más livianos, donde la arquitectura se despoje de peso físico y moral para reconciliarse con la naturaleza.
El Palácio Sinel de Cordes actúa como epicentro de la Trienal: un lugar donde confluyen arquitectos, artistas y visitantes en torno a talleres, proyecciones y proyectos independientes que se dispersan por toda la ciudad. Desde allí, Lisboa se expande como un mapa de ideas: un tejido de mármol y adoquines que dialoga con sensores, imágenes satelitales y prototipos de materiales sostenibles.
Peso, memoria, responsabilidad
Hay algo profundamente humano en esta Trienal. No se trata solo de construir o diseñar, sino de reaprender a mirar. La pregunta “¿cuánto pesa una ciudad?” puede traducirse también en “¿cuánto peso llevamos nosotros sobre los hombros del planeta?”.
 En tiempos de crisis climática, de urbanismos saturados y de migraciones constantes, la arquitectura se replantea su papel: ¿es posible proyectar sin añadir más carga al mundo?
El discurso de la Trienal no ofrece respuestas cerradas, sino caminos. Cada exposición funciona como una constelación de gestos que invitan a pensar: el sonido del agua que corre por un tubo, un mapa de flujos invisibles, un muro que respira. Lisboa presta su cuerpo —sus calles, sus museos, su luz— a una reflexión urgente y poética sobre la coexistencia.
Una ciudad para mirar despacio
Para el viajero, esta Trienal es también una forma de turismo diferente: una invitación a caminar con atención, a dejarse afectar por el peso (o la ligereza) de los lugares. Los miradores de Alfama, los azulejos de Baixa, los márgenes del Tajo se leen ahora como fragmentos de una conversación global sobre cómo habitamos el planeta.
Visitar la Trienal no es solo asistir a una exposición: es recorrer una ciudad que se piensa a sí misma, una Lisboa que reflexiona sobre su propia materia, sobre el paso del tiempo, sobre lo que dejamos atrás. Una ciudad que, pese a todo, sigue siendo leve cuando el sol cae sobre el río.