El sello es una rara evidencia de comunicación escrita entre el rey de Asiria y el rey de Judá.
Un hallazgo arqueológico excepcional ha salido a la luz en Jerusalén: un fragmento de cerámica con una inscripción cuneiforme en acadio, datado en unos 2700 años de antigüedad, fue descubierto cerca del Muro Occidental, al norte de la Ciudad de David. La pieza, que formaba parte de un sello real asirio, constituye una evidencia directa de correspondencia oficial entre el Imperio Asirio y el Reino de Judá durante el período del Primer Templo (siglos VIII–VII a.C.).
El descubrimiento fue realizado en una excavación de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) en colaboración con la Fundación Ciudad de David, bajo la dirección de la Dra. Ayala Zilberstein. La inscripción fue presentada por primera vez al público el 23 de octubre durante la conferencia de nuevos descubrimientos en Jerusalén y sus alrededores, organizada por la AAI, la Universidad Hebrea de Jerusalén y la Universidad de Tel Aviv.
El pequeño fragmento —de apenas 2.5 centímetros— fue identificado durante el proceso de cribado húmedo en el Parque Nacional Emek Tzurim, y representa el primer texto asirio descubierto en Jerusalén de este período. Los investigadores creen que la inscripción se refiere a un retraso en el pago de impuestos o tributos enviados desde Judá al Imperio Asirio, una situación que podría coincidir con la rebelión del rey Ezequías contra Senaquerib, mencionada en el libro de Reyes (II Reyes 18:7).
“La inscripción proporciona evidencia directa de correspondencia oficial entre el Imperio Asirio y el Reino de Judá”, afirmó la Dra. Zilberstein. “El hallazgo refuerza nuestra comprensión de la profundidad de la presencia asiria en Jerusalén y de su influencia en los asuntos del reino.”
Los expertos Dr. Peter Zilberg y Dr. Filip Vukosavović sostienen que el fragmento pertenecía a un sello real usado para autenticar cartas o despachos oficiales enviados por el palacio imperial asirio. En el texto se menciona una fecha límite —el primer día del mes de Av— y un “oficial del carro”, un título que designaba a un emisario de alto rango en la administración asiria.
El análisis petrográfico realizado por la Dra. Anat Cohen-Weinberger demostró que el fragmento no fue fabricado en Jerusalén, sino en una de las ciudades principales del Imperio Asirio, probablemente Nínive, Asur o Nimrud, reforzando su autenticidad como documento oficial enviado desde Mesopotamia.
El descubrimiento, encontrado en contexto arqueológico controlado, descarta cualquier posibilidad de falsificación, algo que aumenta su valor histórico. Los investigadores destacan que este fragmento “abre una ventana para comprender los vínculos políticos y administrativos entre Judá y Asiria” y ofrece una visión inédita sobre la comunicación —a veces tensa— entre Jerusalén y la superpotencia mundial de la época.