www.inoutviajes.com
Interlaken en invierno, un paraíso que va más allá del esquí
Ampliar

Interlaken en invierno, un paraíso que va más allá del esquí

En el mapa de Suiza hay un punto donde el invierno parece concentrarse: Interlaken, una ciudad pequeña que guarda dos lagos, tres montañas legendarias y un sinfín de maneras de vivir la nieve. No es solo un destino de esquí, sino una invitación a descubrir el invierno con todos los sentidos. Aquí, cada día puede empezar con un descenso entre glaciares y terminar en silencio, flotando sobre un lago helado o mirando las luces reflejadas en la nieve.

Esquí con vista infinita

Quien viene a Interlaken por el esquí entiende rápido su fama: la Jungfrau Ski Region reúne más de 200 kilómetros de pistas conectadas entre Grindelwald–Wengen, Grindelwald-First y Mürren–Schilthorn. Son dominios complementarios, desde las autopistas panorámicas de Kleine Scheidegg hasta las pendientes más altas del Schilthorn, con remontes modernos y una logística impecable. Hay terreno para principiantes, intermedios y expertos, todo enmarcado por el trío Eiger–Mönch–Jungfrau.

El esquí aquí no empieza en un aparcamiento, sino en un andén. Los trenes de Jungfrau Railways conectan Interlaken con los valles y suman la góndola Eiger Express, que gana altura en minutos hasta Eigergletscher y el corazón de Kleine Scheidegg. Es un detalle muy suizo que se nota en lo esencial: menos traslados y más bajadas, con la sensación de que el viaje forma parte del día de nieve sin restarle tiempo.

Trineos, caminatas y hielo: el otro pulso de la nieve

Si hay un clásico para todos, es el Eiger Run: tres kilómetros y medio de trineo desde Alpiglen a Brandegg, con tramos iluminados por la noche y la opción de terminar con una fondue humeante. La escena —la cara norte del Eiger arriba, el brillo del valle abajo— es una de las experiencias más célebres de la región y perfecta para cerrar una jornada de esquí o para quienes prefieren la diversión sin esfuerzo.

Para bajar revoluciones, más de 100 kilómetros de senderos invernales acondicionados recorren balcones de altura entre Männlichen, Mürren y Grindelwald. Son paseos que crujen bajo las botas y regalan miradores a cada curva. Caminatas como Grütschalp–Winteregg–Mürren o Männlichen–Kleine Scheidegg son postales en movimiento que permiten vivir la montaña con calma, sin necesidad de tabla ni esquí.

Nieve líquida y aire frío: lagos y cielo en modo invierno

Interlaken tiene un superpoder único: los lagos. En Brienz, el kayak invernal es una forma hipnótica de navegar entre acantilados soleados y castillos con las cumbres nevadas de fondo. Se sale con equipo térmico y guía, y sí, funciona incluso con nieve. En el lago Thun, los cruceros de invierno enlazan Thun e Interlaken a ritmo pausado, con cubiertas templadas y ventanales gigantes. Es el complemento ideal al vértigo de las pistas: el silencio del agua frente a la inmensidad blanca.

El invierno también se vive en el aire. Interlaken ofrece la posibilidad de disfrutar de vuelos en parapente biplaza, en los cuales las corrientes frías del valle hacen que despegar desde Beatenberg sea aún más espectacular en esta época del año. Flotar sobre los lagos helados, con las montañas enmarcadas en luz dorada, es un recuerdo que se queda mucho más allá de la foto.

Adrenalina suave y hielo bajo los pies

Para quienes buscan vértigo sin volar, el Thrill Walk en Birg, cerca del Schilthorn, ofrece un paseo de acero y cristal pegado al acantilado, abierto durante todo el invierno y con vistas de película. Más cerca del pueblo, el Eissportzentrum Bödeli abre su pista de hielo para patinaje y curling: el plan perfecto para una tarde nublada o un descanso entre jornadas de montaña.

Y si la idea es explorar el valle a otro ritmo, el fondo de Lauterbrunnen ofrece un circuito de esquí de fondo junto al río Lütschine, entre cascadas y paredes verticales que enmarcan el paisaje. También se puede recorrer la zona de Habkern–Lombachalp con raquetas, sobre un moorland protegido con miradores al Thunersee y la posibilidad de ver animales alpinos. La naturaleza aquí se impone sin ruido, solo con la nieve como lenguaje común.

Interlaken sin prisa: trenes, fondue y vapor

La logística es parte del encanto. Los trenes y góndolas de Jungfrau Railways hilvanan estaciones, pueblos y remontes con la precisión de un reloj. Moverse es fácil incluso en días de nevada, y eso baja pulsaciones: menos estrés, más tiempo para lo importante. En un mismo día se puede esquiar por la mañana, hacer trineo por la tarde y cenar junto al lago cuando cae la noche.

El resto lo ponen los pequeños rituales: una fondue al final del día, una sesión de spa con vista al Eiger, o una copa de vino blanco local frente a la chimenea. Interlaken brilla cuando el invierno se vuelve cotidiano; cuando uno descubre que el lujo aquí no es el ruido, sino el tiempo bien usado. Todo sucede con una armonía tan suiza que hasta el silencio parece organizado.

Eiger Express: la velocidad del silencio

El Eiger Express comprime la montaña en un instante: en apenas 15 minutos, las cabinas tricables ascienden desde Grindelwald Terminal hasta Eigergletscher, deslizándose frente a las paredes heladas del Eiger. El Jungfraujoch, antaño un sueño lejano, ahora está 47 minutos más cerca, y el trayecto se ha convertido en parte esencial del viaje: un mirador suspendido donde cada ventana parece enmarcar una postal distinta.

Pero lo que asombra no es solo su velocidad, sino su delicadeza. La línea utiliza apenas siete torres de soporte, minimizando su huella en el paisaje y preservando los bosques que la rodean. Es un ejemplo de cómo la tecnología puede dialogar con la naturaleza, sin imponerse. Desde las cabinas panorámicas, el viajero no siente ruido ni prisa: solo el murmullo del viento y la sensación de elevarse entre el hielo, la roca y la luz.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (1)    No(0)

+
0 comentarios